AVISO

A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

Nuevas notas en nuestra nueva página:

PERONISMO LIBRE
LA REVISTA DEL PERONISMO LIBERAL
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FINALES

En la apacible siesta política que se vive, a la espera de que los Kirchner hagan algo más que emparchar sin que se note mucho, o que alguien diferente venga a emparchar con más contundencia, como para que se note y el país no vaya a la quiebra por falta de crédito, apareció Duhalde con sus pronósticos de más siesta.

Tal las cosas, según él, el peronismo va a perder las próximas elecciones porque, según él, como los Kirchner son peronistas y van a presentarse con el Partido Justicialista, y como los argentinos odian cada día más a los Kirchner y, de paso, al peronismo, el peronismo no puede sino perder.

Si pensamos que Duhalde ha vuelto a ser por unas semanas, otra vez, la esperanza blanca del antiperonismo tan ansioso como el verdadero peronismo por que los Kirchner dejen de destruir el país, casi no dan ganas de continuar razonando si no fuese porque más allá de los interesados razonamientos de Duhalde, de las siempre esforzadas elucubraciones del antiperonismo que rara vez dan en la tecla justa, y de una lógica histórica de los argentinos que siempre haremos todo del peor modo posible, hay otro modo de ver las cosas.

Hay un trabajo para hacer, que ni los Kirchner ni Duhalde harán porque no tienen esa idea del mundo ni esa visión de la política. El deber pendiente es el de la reorganización institucional de la Argentina y la piedra fundamental de esa reorganización, es la reorganización del Partido Justicialista. ¿Quién detiene ese proceso? Los Kirchner, devenidos amos del PJ, la Justicia Electoral y la Corte Suprema.

¿Por qué es importante asegurar que ese proceso se lleve a cabo y que sea liderado por el mismo peronismo? Porque el peronismo destruyó en 1945 la única comunidad organizada (mal e incompletamente organizada) que la Argentina conoció y es SU DEBER HISTÓRICO restituir el orden, reorganizando la comunidad y asegurando su permanente y democrática auto-reorganización.

Esa es la misión, y el PJ es la piedra. Falta Pedro.

Que Duhalde duerma tranquilo, porque él no es.

agosto 23, 2008

Panorama político nacional de los últimos siete días

CUANDO SUENA EL RÍO
por Jorge Raventos

Mientras sigue gambeteando las presiones de ajenos y propios destinadas a (como mínimo) sincerar la inflación, forzar rectificaciones en el INDEC y restarle capacidad de maniobra a Guillermo Moreno, el gobierno decidió retroceder voluntariamente en otros espacios. El más notorio: el proyecto de estatización de Aerolíneas Argentinas. Antes de soportar un nuevo sofocón parlamentario, la Casa Rosada se inclinó por tirar al canasto el esperpéntico proyecto original surgido de la pluma del secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y suscripto por la señora de Kirchner, para aliviar los reclamos del bloque oficialista y de los aliados indispensables para armar una votación mayoritaria en la Cámara de Diputados.

La propuesta que consiguió media sanción no es tampoco demasiado consistente ni devela incógnitas básicas sobre la operación estatizante (por caso: el precio final que Argentina oblará por una empresa quebrada con complicidad estatal, el costo que demandará sostenerla, el estado patrimonial que se heredará de la vidriosa administración de la empresa Marsans). Tampoco se deshace terminantemente del turbio acuerdo de transferencia convenido entre el Poder Ejecutivo y el grupo español, lo que abre un insondable porvenir de litigios y demandas de resarcimiento que probablemente caerán sobre los hombres de los argentinos.

En cualquier caso, el matrimonio presidencial optó prudentemente por anticiparse a la adversidad política y hacer de la necesidad virtud: una confesión implícita de fragilidad. No fue la única: Néstor Kirchner impulsó al ministro de Interior a que recibiera al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y le diera alguna satisfacción. El propio Kirchner se entrevistó en Olivos con Carlos Reutemann, uno de los senadores que votaron en contra de la Resolución 125 en el conflicto con el campo y a quien Kirchner había hecho verduguear por esos días a través de sus lenguaraces parlamentarios. Para el ex presidente es hora de tragar amargo y escupir dulce: necesita generarse amistades en el seno de un justicialismo que se le escapa de las manos y comienza a darle muestras de rebeldía. Si hasta empieza a rumorearse que, además del creciente activismo de los sectores disidentes del justicialismo, toda una red de gobernadores y funcionarios amigos del sistema K se ha conjurado para imponer rectificaciones en la marcha del gobierno y reclamar la "jerarquización de la figura presidencial", loable intención ésta que Kirchner no puede interpretar sino como el designio de empujarlo a él lejos del gobierno.

Mientras esto ocurre, sucesivos crímenes mafiosos atribuidos a intereses de la droga parecen conectarse (como ocurriera con la misteriosa valija del venezolano Antonini Wilson) a personajes y actividades que financiaron decisivamente la campaña electoral de Cristina Kirchner. Y a esto se agregan las cada día más visibles señales de fatiga del "modelo" económico oficial: inflación creciente, pesadísimos subsidios, dramática falta de inversiones, erosión de las ventajas cambiarias que en su momento proporcionó la devaluación, caída del consumo (factor sobre el que pivoteó la reactivación), etc.

El oficialismo afronta una crisis que, para muchos analistas, terminará sofocándolo. Es que lo que está colapsando es un dispositivo de gobierno que durante años dio réditos, pero ahora parece haber ingresado en zona de franca obsolescencia.

Néstor Kirchner había comprendido, tan pronto llegó al gobierno con el favor de Eduardo Duhalde y un magro capital electoral, que la Argentina, después de la debacle de la Alianza y de la crisis de 2001/2002, se había alejado del pelotón de países latinoamericanos con instituciones en vías de desarrollo (Brasil, Uruguay, Chile, Colombia), para asemejarse, más bien, a aquellas naciones andinas en las que los gobiernos no son reemplazados por elecciones regulares, sino por erupciones de violencia, redoble de cacerolas y revueltas callejeras.

Los años de kirchnerismo se asientan sobre el monumental desastre de la Alianza (con la resultante de escepticismo y antipolítica del público que había respaldado esa formación) y la devaluación asimétrica del 2002.

El kirchnerismo nació de esos dos fenómenos y se beneficiió de ellos: se lanzó a conquistar una opinión pública vacante después de la evaporación aliancista y sostuvo los efectos de la devaluación a través de los manejos del Banco Central destinados a custodiar la política de dólar alto. La debilidad política de origen de Kirchner (22 por ciento) determinó una dependencia creciente de la opinión pública de las grandes ciudades, en particular de Buenos Aires. El gobierno decidió evitarse sofocones "andinos" y apeló a una política de subsidios destinada a mantener anestesiados a los sectores medios, generar consumo, sostener a la vez el llamado "capitalismo de amigos " y el clientelismo, y cobrar los dividendos (no sólo políticos) de la discrecionalidad.

Para curarse en salud, Kirchner se dedicó asimismo a controlar la calle (no con los instrumentos del Estado, sino principalmente a través de fuerzas paraoficiales como las que representa emblemáticamente Luis D'Elía) y a manejar con mano de hierro la caja del Estado, concentrando recursos y administrando su distribución con condicionamientos varios, antes que nada la obediencia a su jefatura.

Así, el gobierno edificó un sistema de poder hipercentralizado, un "Unicato", en el que se toman recursos del país y se expropia poder a las instituciones (cámaras legislativas, gobiernos provinciales y buena parte del sistema judicial); un dispositivo hegemónico, construido sobre aquellas bases: confiscación, caja, disciplinamiento, dominio de la calle y confrontación permanente.

Esa máquina tocó un límite fuerte cuando, a diferencia de los enfrentamientos del primer período presidencial (apuntados contra sectores vulnerables o debilitados ante la opinión pública), en la nueva era de bicefalismo, con la esposa de Kirchner en la Casa Rosada, el gobierno se enfrentó con la cadena de valor agroindustrial, que no depende de los subsidios estatales, sino que –más bien- los sostiene. Ese conflicto fue el disparador que desnudó las debilidades del llamado "modelo" vigente, facilitó la desobediencia de los sectores sometidos a la disciplina oficial, revitalizó las instituciones y le ganó la calle al gobierno.

En su mejor época, las recetas del kirchnerismo funcionaron sostenidas por los buenos precios internacionales y la confiscación de las rentas provinciales, pero necesitaron además del miedo, como factor motorizante. Caja y miedo, un juego elemental de premios y castigos.

Ahora, el kirchnerismo recala en el peor de los mundos posibles: la caja empieza a mostrar graves falencias y la sociedad le ha perdido el miedo; el temor se desvanece hasta en el interior del aparato oficialista, donde muchos se atreven ya a disentir de las ocurrencias del Señor de Olivos, a juzgar críticamente sus criterios de conducción o a dudar de su equilibrio político y psicológico.

Está por verse si el kirchnerismo puede reinar sin respaldo de la opinión pública, sin control de la calle, con recursos acotados y sin capacidad para provocar miedo.

De hecho, entre analistas y políticos prácticos empieza a generalizarse la sospecha de que ese reinado es más que improbable. El propio centro del poder K intuye esa dificultad y por ese motivo, contradiciendo inclusive su genética confrontativa, parece temporariamente dispuesto al repliegue táctico y a la búsqueda de un reagrupamiento de fuerzas.

"Si no cambia, no se llega a diciembre", vaticinó el viernes Elisa Carrió. Otros, menos proféticos pero no por ello menos previsores, imaginan escenarios alternativos para el caso de que la situación se torne ingobernable o suscite (como ocurrió después de la derrota parlamentaria oficialista sobre las retenciones móviles) una pulsión renuncista en el matrimonio presidencial. Reconocidos economistas intercambian cifras e ideas acerca de cómo abarajar los problemas que ya se evidencian.

El nombre de Julio Cleto Cobos circula en casi todos los cenáculos. En el radicalismo, por ejemplo, representantes de virtualmente todas sus escuelas internas de pensamiento debatieron sobre la mejor forma de recuperar al vicepresidente y a quienes lo siguieron en la perimida aventura de pactar con Néstor Kirchner. Hubo coincidencia casi unánime en la conveniencia de levantar sanciones y reabrir las puertas partidarias a esa diáspora. El actual presidente de la UCR, Gerardo Morales, reclama, sin embargo, que Cobos renuncie a la vicepresidencia si quiere retornar al partido. Ese criterio no cuenta con consenso en las alturas radicales; tampoco resulta aceptable para el propio Cobos, que ya adelantó que no piensa dejar la vicepresidencia ni por presiones de la Casa Rosada ni por condicionamientos de sus actuales o ex correligionarios.

" No tiene sentido pedirle a Julio que abandone su cargo; él es importante para la UCR y para el país por la misión institucional que cumple y puede cumplir –juzga uno de los radicales que participa en las tenidas sobre el tema-. Hay que actuar con amplitud y generosidad para reintegrar al cobismo y dejarlo tranquilo a Cobos. El partido puede tener con él una conducta de solidaridad y acompañamiento. Si actuamos de ese modo en los años 70 con Arturo Mor Roig, por ejemplo, que era ministro político de un gobierno militar, ¿por qué no lo haríamos con un vicepresidente que tiene conductas filosóficamente radicales?"

En estas actitudes hacia Cobos pesa, sin duda, el hecho de que el vicepresidente cuenta con una amplísima aprobación pública, que –según la mayoría de las encuestas- al menos duplica la de la presidente Kirchner y supera cómodamente la de la mayoría de los dirigentes políticos. Esta circunstancia no sólo es tomada en cuenta por los radicales, sino también por el peronismo territorial (la amplia gama de justicialistas que toma distancia del kirchnerismo, empezando por Eduardo Duhalde), que ha adoptado la posición de "cuidar" al vicepresidente. Casi por las mismas razones (aunque con una valoración opuesta), en la Convención Cívica miran con desconfianza a Cobos: lo observan como un competidor potencial; de hecho, desde su ascenso muchos sectores del radicalismo que se sentían atraídos por el liderazgo de Elisa Carrió han reconsiderado las cosas y le dan chances a un renacimiento de la UCR en el que converjan sus diferentes tendencias a la sombra cordial del vicepresidente.

Con su tibio repliegue táctico, forzado por la debilidad, el oficialismo procura comprar tiempo y recuperar algo del perdido vigor de otros momentos. Así, sin embargo, es posible que pierda simultáneamente en dos escenarios: que decepcione a quienes lo quieren ver sólido y estable y sin por ello recuperar la confianza de los sectores que en los primeros años le garantizaron buena performance en las encuestas de opinión pública y que en los últimos meses decidieron abandonarlo. Por algo suena el río

agosto 17, 2008

Panorama político nacional de los últimos siete días

EL DILEMA K
por Jorge Raventos


Es probable que Néstor Kirchner sepa de qué habla cuando considera que ceder a los reclamos de "racionalización del gobierno" equivale a retroceder frente a esas fuerzas adversarias que los intelectuales oficialistas designaron como "destituyentes". Está claro que, sin duda, los pedidos de mayor "racionalidad" oficial que arrecian desde los más variados sectores (sin excluir a corrientes internas del propio gobierno) son eufemismos para impulsar el drástico alejamiento de Kirchner del poder. Para el ex presidente cualquier muestra de debilidad frente a esas presiones es, por lo tanto, sinónimo de capitulación. Se indigna especialmente cuando alguno de los suyos insinúa la necesidad de rectificaciones que sintonicen con ese reclamo generalizado: "¿Con quién estuviste hablando?", interroga entonces, sugiriendo la posibilidad de una traición.

Esclavo de la lógica confrontacionista e intransigente que le resultó redituable durante varios años, Kirchner se ve ahora sometido a un dilema que sólo le permite elegir entre dos modalidades de derrota: o retrocede haciendo concesiones a la presión adversa o retrocede dándole batalla.

Frente al campo, el gobierno eligió el segundo camino: cavó trincheras para defender a muerte la resolución 125, se desangró en la batalla y eso indujo a la señora de Kirchner a retroceder parcialmente (al parecer contra el consejo de su esposo) y a enviar el asunto al Congreso confiando en que la relación de fuerzas le permitiría amurallarse allí en una posición inconmovible. La apuesta falló y sobrevino la derrota.

Múltiples testimonios señalan que, inmediatamente después de esa derrota (que para él marcaba rotundamente el inicio de una etapa nueva) Néstor Kirchner planteó la conveniencia de que su esposa renunciara al gobierno de una vez "para no irlo perdiendo con cuentagotas". Que ese hecho no se haya producido, aparentemente no se debió sólo a los argumentos disuasorios del entorno político más cercano, sino, probablemente, a una natural reticencia de la señora de Kirchner.

Una figura principal del círculo que desaconsejó con vehemencia la retirada dimitente –Alberto Fernández- terminó renunciando él mismo. Fue una baja significativa en el balance de la derrota kirchnerista, pero no la única. La consecuencia más notoria de la caída en la batalla por la 125 fue la insidiosa introducción de titubeos en el campo del oficialismo: muchas figuras tomaron distancia abiertamente, otras lo hicieron en la intimidad: comenzaron a sospechar del equilibrio y la capacidad de conducción de la jefatura; empezaron a preguntarse si no convendría tomar en cuenta los reclamos de la opinión pública, si no sería bueno un retroceso táctico para recuperar fuerzas. ¿No era razonable, acaso, introducir cambios en el INDEC, cuyas cifras se han vuelto increíbles para todo el mundo? ¿No era conveniente, quizás, ubicar en la Secretaría de Comercio a una figura prestigiosa y sin las filosas aristas de Guillermo Moreno, un funcionario universalmente cuestionado? Estos razonamientos dejaron de ser voceados tan solo por la prensa, los consultores, los productores agrarios, los líderes opositores o el vicepresidente Julio Cobos y pasaron a ser silabeados en voz alta por el jefe de gabinete (y alcalde Tigre en uso de licencia) Sergio Massa, por el jefe del bloque de diputados oficialistas, Agustín Rossi, por la cordobesa Patricia Vaca Narvaja y hasta por Carlos Kunkel ("¿Tú también, Bruto?").

En apoyo de la postura de Néstor Kirchner se han pronunciado Julio De Vido ("Yo formo parte del gobierno. Yo creo en las cifras del INDEC") y Luis D'Elía ("Yo le creo a Moreno. Moreno es un buen Secretario de Comercio Interior, es eficaz . Hay una drástica baja en los precios").

Nadie ignora que Moreno ha sido un alter ego de Néstor Kirchner, que los dos miembros del matrimonio presidencial han sostenido con firmeza tanto su continuidad como su sedicente gestión antiinflacionaria, incluyendo todas sus andanzas y manoseos en el INDEC.

De modo que alrededor de este tema se reproduce el dilema de la resolución 125 (caer concediendo o caer dando batalla), sólo que en condiciones de mayor fragilidad del frente interno oficial. Entregar a Moreno y revisar las manipulaciones del INDEC representa para Kirchner una gravísima capitulación, una nueva y notable derrota. Y una obvia presión para que él mismo sea apartado de las decisiones, mucho más allá del discreto segundo plano y el refugio en Olivos por los que optó en las últimas semanas. ¿Reaccionará otra vez como al día siguiente a la caída en el Senado?

"Salvando las distancias – analiza un hombre que conoce bien al ex presidente-, Néstor no puede sino evocar lo que ocurrió entre 1975 y marzo de 1976: Isabel Perón fue forzada a desprenderse de José López Rega con el argumento de que el gobierno necesitaba depurarse y normalizarse sin la presencia de López, a quien se acusaba de manejar el gobierno y también sus fuerzas de choque. La mayoría del peronismo político y gremial contribuyó a separar a Isabel de López Rega. Sucede que, mal o bien, López era la columna vertebral del gobierno de Isabel. Todos los demás querían que ella quedara como una figura decorativa, haciendo la política de otros. Ella primero se deshizo de López y a los pocos meses fue destituida".

El paralelo entre ambas presidentes mujeres y los dos hombres fuertes cogobernantes es curioso y audaz. También tiene su costado sofístico: insinúa que la causa del derrocamiento de Isabel Perón fue la vulnerabilidad creada al no haber sostenido a su "columna vertebral". ¿Acaso la permanencia del cogobernante hubiera cambiado el curso de los acontecimientos?

Un conocido analista financiero neoyorquino -el jefe de investigaciones de BCP Securities, Walter Molano- al analizar los nubarrones financieros que se ciernen ahora sobre Argentina, los adjudica a la situación política: "Los mercados anticipan un default – sostiene- porque los cambios abruptos de poder en la Argentina tienden a ser caóticos". Y para Molano, "dada la intransigencia de los Kirchner, sólo es una cuestión de tiempo que sean echados". En un artículo que acaba de publicar en Latin Business Chronicle, el analista sostiene que "la pregunta ya no es si los Kirchner serán derrocados, sino cuando lo serán".

Para el oficialismo esos pronósticos forman parte, sin duda, del "clima destituyente" que en su momento denunciara. Sucede, con todo, que la propia acción del gobierno y la combinación de intransigencia y vacilaciones de sus hombres, contribuyen a generar esa atmósfera. La tasa que el gobierno argentino reconoció a Venezuela al colocarle la última partida de bonos soberanos admite un índice de riesgo país de 1.100 puntos. No es sorprendente que la deuda argentina haya descendido otro escalón en la calificación de Standard and Poor's (se encuentra cinco niveles debajo de la brasilera y la chilena). En cambio no se entiende la indignación de la señora de Kirchner con las calificadoras ("tal vez nunca nos perdonen haber renegociado nuestra deuda externa"), ante la verdadera confesión de peligrosidad implícita en la tasa para obtener un financiamiento al que la Argentina no tiene otro acceso que la Venezuela de Chávez.

Después de varios años con viento de cola, en los que la Argentina pudo beneficiarse de la oportunidad que le ofrecía la economía mundial, se llega a un punto en el que el llamado modelo oficial exhibe sus flancos más débiles: alta inflación, pérdida de mercados, obstrucción a los sectores más competitivos, gasto que crece por encima de la recaudación, crecimiento de la pobreza. Quizás el rasgo más dramático de ese cuadro sea el que confesó esta semana la ministro de salud, Graciela Ocaña, ante periodistas extranjeros: la mortalidad infantil creció notablemente en el año 2007. El "modelo" económico no sirve para mejorar nuestra calificación financiera, ni para extender nuestras exportaciones, ni para atraer inversiones. Menos que menos sirve para ese objetivo que el gobierno no cesa de invocar en vano: la redistribución de la riqueza.

El fracaso del "modelo" K en economía contribuye a enturbiar el dispositivo político oficialista y por cierto no ayuda a eludir el dilema en el que parece atrapado.

agosto 12, 2008

LA CRISIS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

por Claudio Chaves


Si hay algo en el que la mayoría de los argentinos coincidimos es que los partidos políticos, tal cual los conocimos ya no existen. Se hallan en una situación terminal. Están acabados. Su cultura y costumbres, sus prácticas e identificaciones han variado de tal modo que resulta dificultoso reconocerlos y reconocernos en ellos. La razón fundamental de esta crisis se asienta, a mi entender, en la pérdida de la identidad. No es el único motivo, seguramente. Pero sí el más importante.

Los argumentos que les dieron sentido en origen se extraviaron en algún recodo de la historia.

Se pueden ver, entonces, radicales, peronistas, socialistas e izquierdistas de un lado y otro del espectro político. Sindicalistas y empresarios en ambos flancos, piqueteros del mismo modo y Presidente y Vice en escenarios cruzados. Todo dividido y entreverado.

El mundo de la política ya no cuenta con las certezas de antaño, cuando los amigos eran los amigos y los aliados, los de siempre. Esas consonancias o armonías son recuerdos de un pasado sin retorno.

Sin embargo consignas y discursos construidos en tiempos remotos -que el común de la gente y especialmente los jóvenes no comprenden y les resulta ajeno- se enuncian con severa insubstancialidad.

Los partidos políticos están en crisis porque sus relojes atrasan. El pueblo se halla varios pasos adelante.


IDENTIDAD DE LOS PARTIDOS POLITICOS



A lo largo de su historia independiente la Argentina puede ser dividida, a los efectos de una simplificación pedagógica, en los siguientes períodos:

a) De la Organización Nacional 1810-1861.

b) La Argentina agroexportadora vinculada al mercado mundial 1861-1930.

c) La Argentina industrial sustitutiva 1930-1976.

d) La Argentina agroindustrial exportadora 1976-?.


Cada uno de estos períodos tuvo sus razones y sus secretos. Sus diferencias y disonancias.

En el período de la Organización Nacional los dos grandes bloques fueron Provincianos y Porteños. Triunfantes estos últimos se constituye el segundo período (la Argentina 1861-1930) y en él encontramos, en sus setenta años de existencia -ahora sí- varios partidos políticos: Mitrismo, Roquismo (P.A.N. Partido Autonomista Nacional) Unión Cívica Radical, Democracia Progresista, Socialismo, y a su manera el Anarquismo.

Todas estas agrupaciones, unívocamente, sostuvieron el modelo agroexportador que tantos beneficios le regaló al país. Algún atisbo de industrialización, se produjo pero sólo en los momentos de crisis internacional (1874, 1890, 1914)

El mistrismo y el roquismo sobre el final del período junto a sus desgajamientos pasaron a denominarse conservadores.

La crisis mundial del 29, el derrumbe político del radicalismo, el deterioro senil de Yrigoyen y la voracidad de poder de los opositores llevaron al golpe del 6 de setiembre de 1930.

Se ingresa, entonces, al tercer período 1930-1976. Con la crisis se derrumba el mercado mundial. Nuevos principios se instalan en la agenda política: intervencionismo de Estado, prevalencia de los mercados internos sobre el externo, sustitución de importaciones, el Estado como impulsor de las economías nacionales.

En América Latina fue la CEPAL quien sistematizó en doctrina el nuevo modelo brotado de la realidad:

“Este modelo, en buena medida, fue atribuido a la CEPAL. La cronología y el origen de estas medidas hacen discutible la idea, tan generalizada, de que ellas hayan constituido real y deliberadamente un verdadero modelo. También es discutible que estas estrategias hayan sido propuestas exclusivamente por la CEPAL. Lo que hizo este organismo, gracias al liderazgo intelectual de Don Raúl Prebisch, fue más bien elaborar una lúcida síntesis de estas políticas en donde quizás por primera vez se explicitaban las percepciones y supuestos en que estaban basadas. Varios países adoptaron en forma pragmática este tipo de estrategias con anterioridad a la creación de la CEPAL (Iglesias, Enrique V.: Reflexiones sobre el desarrollo económico. Ed. B.I.D. Washington 1992. Pag 10)

De manera que como afirma el autor citado los gobiernos habían comenzado actuar sin necesidad de una doctrina. Este fue el caso de nuestro país. Eso hizo el gobierno del General Justo tiempo después del golpe militar del 30’.


Mientras el radicalismo se mantuvo en el poder no halló instrumentos doctrinarios para hacer frente a la nueva situación mundial. Su identidad construida en el siglo XIX se hallaba huérfana de soluciones. Desatada la crisis, y aún en el gobierno, lo que atinó a hacer fue firmar un convenio de créditos recíprocos con Inglaterra que garantizara la venta de nuestras exportaciones y las necesarias importaciones.

Llegó, entonces, una misión inglesa (fines de 1929) comandada por lord D’Abernon alcanzándose, el siguiente acuerdo: “El gobierno argentino podía girar sobre el crédito en Londres para adquisición de materiales de fabricación inglesa y el gobierno inglés podía girar sobre el crédito en Buenos Aires para la adquisición de cereales y otros productos.” (Del Mazo, Gabriel: El Radicalismo. T. 2. Pág 123. Ediciones Suquía. Córdoba 1984) Es decir más de lo mismo. Su respuesta ante la hecatombe consistió en profundizar la argentina agro exportadora. Ignorantes de lo que acontecía en el mundo. Pensaban y actuaban en antiguo. ¡Y así les fue!

Fue el gobierno del general Justo, fraudulento y tramposo, el que inició el novedoso camino de la industrialización sustitutiva. Su Ministro de Hacienda Federico Pinedo, aseveraba:

“A concluido la etapa histórica de nuestro prodigioso desenvolvimiento bajo el estímulo directo de la economía europea. Somos demasiado pequeños para torcer las corrientes de la política económica mundial. A la industria nacional le tocará, pues en el futuro resarcir a la economía argentina de las pérdidas incalculables que provienen de la brusca contracción de su comercio exterior” (Jorge, Eduardo: Industria y concentración económica. Hyspamérica. Bs. As. 1986. Pág. 119)

Su programa económico consistió en:

Control de Cambios.

Juntas Reguladoras.

Creación del Banco Central.

Plan de obras Públicas

Como se ve keynesianismo puro. La nueva política consistió en que el Estado debía asumir responsabilidad por la economía, interviniendo donde fallara el mercado, para estimular la producción y mantener el pleno empleo. Pero esta política, coincidente con lo que se llevaba adelante en el resto del mundo la impulsó un gobierno incomprendido por el conjunto del firmamento político de aquellos años. El partido popular de entonces la U.C.R. en manos del alvearismo y los sectores intransigentes del mismo agrupamiento, como FORJA, estaban en otra cosa.

Mientras los políticos de la “Década Infame” industrializaban al país para sacarlo del marasmo, Alvear, Ricardo Rojas, Gabriel del Mazo, Jauretche, Scalabrini Ortiz y una galería amplísima de dirigentes radicales “miraban sin comprender”. Pensaban como siempre.

“Con la creación del Banco Central (afirma Jauretche) se completaba la política dirigista de la Década Infame. Pero aquí está la madre del borrego. El Banco Central aparecía como un Banco de estado rector, solo que el Estado no tenía función rectora. Los liberales eran dirigistas, pero para impedir que el país se dirigiera a sí mismo” de este modo (extraño para un hombre tan avispado como Don Arturo) explicaba el intervencionismo que él mismo defendería años después. El célebre pensador nacionalista no percibió que la realidad mundial empujaba el gobierno de Justo a resolver problemas en marcos programáticos afines a FORJA. Con recetas económicas sesgadas al estatismo cuasi nacionalista Pinedo respondió contradictoriamente a su presente. FORJA perdió la oportunidad de operar como ala izquierda o nacional, de la “década infame”.

La declaración de FORJA en su fundación y los documentos redactados posteriormente no hablan para nada del nuevo modelo instaurado por el “contubernio” justista. Lo ignoraron y lo desconocieron.

Ni que hablar cuando Pinedo nombrado nuevamente Ministro, en este caso, por el Presidente Castillo, eleva al Congreso de la Nación en 1940 para su aprobación, un plan de reactivación económica, con algunos puntos interesantes como la construcción de viviendas modestas y el estímulo a la actividad industrial entre otros ítems. El radicalismo en el parlamento rechazó el proyecto en los siguientes términos:

“Podrán caerse todas las chimeneas, pero mientras el campo produzca y exporte el país seguirá comprando lo que necesite, seguramente a precio inferior que el determinado por la aduana para favorecer intereses creados”

De esta manera el radicalismo perdió el tren. Al no actualizarse, al no comprender al mundo en constante cambio se quedó sin las mayorías. Esta ausencia, este hueco lo llenó el peronismo. Tanta era la necesidad de un agrupamiento popular que incorporara los cambios introducidos en la “década infame” que el peronismo fue una irrupción meteórica, casi fantástica. Tampoco es casual que el nuevo jefe popular, el Coronel Perón, proviniera de la usina del justismo.

Algunos años después el radicalismo entró en la senda de los nuevos tiempos. Con el Programa de Avellaneda de 1947 el partido se actualizó. Pero ya era tarde. Gobernaba Perón.

El Coronel condujo los destinos del país en la dirección de los vientos internacionales y en la brecha iniciada en la “década maldita”. Al modelo intervencionista industrial de Pinedo le agregó justicia social y soberanía política.

En este período se construyeron los nuevos partidos: peronismo, desarrollismo, el radicalismo aggiornado de Avellaneda, la izquierda nacional, el nacionalismo industrialista.

En síntesis el cambio mundial del 30’ provocó una profunda crisis identitaria en los partidos políticos de aquellos años. Con ellos o sin ellos el país avanzó de todos modos. Pero el gran partido popular del ciclo anterior –el radicalismo- se hundió en el naufragio de la argentina agro exportadora.


En 1976 el ciclo sustitutivo se cerró. Dejo de lado los acontecimientos políticos, la pulverización del peronismo, la crisis económica, la locura guerrillera y la inoperancia de Isabel Perón. El 24 de marzo todo terminó. Comenzaba otra etapa. La etapa que se iniciaba estaría signada bajo el siguiente encuadramiento político:

“La muerte de Perón marca el fin de una época y la gente se ha dado cuenta por fin que no es cuestión de cambiar hombres como se pensó durante mucho tiempo, sino de cambiar las estructuras.

Bajo el peronismo se creo una estructura de crecimiento interno, una industrialización forzada, bajo protección arancelaria, que aisló al país del resto del mundo. Se creo así una industria no competitiva en que el empresario dependía del gobierno y no de su propia habilidad y se orientaba exclusivamente al mercado interno, no a la exportación.

En la Argentina por primera vez en treinta años se nota una modificación de esta estructura, y en toda América Latina se observa una tendencia similar a abrirse al mundo externo. Así es que Chile prácticamente se ha separado del proteccionismo del Pacto Andino, pacto que es un cáncer.

La Argentina con veinticinco millones de habitantes no puede fabricar todo. Debe especializarse en lo que puede producir eficientemente. El gobierno actual está en esa política y pienso que seguirá por ese camino” (Armando Braun. Presidente de la Cámara Argentina de Comercio. La Nación 14/5/77)

Esta definición del nuevo rumbo se enancaba en los grandes cambios de la economía mundial. Situación mundial que continuó profundizándose con la aceleración de la revolución tecnológica de los últimos veinte años, la caída del comunismo y la expansión del capitalismo sobre toda la faz de la tierra. En esta situación nos hallamos. Una nueva realidad económico-política mundial muy distinta al del origen del peronismo, el desarrollismo, la izquierda nacional, el nacionalismo keynesiano y el radicalismo aggiornado de Avellaneda de 1947. Hay que cambiar nuevamente.

Varios aspectos deben ser considerados. Retroceso del keynesianismo. Un mundo unificado por el capitalismo triunfante. Un mercado internacional que crece y se agiganta año a año y el ingreso de millones de seres humanos a una vida más digna en Oriente merced a la globalización capitalista. Finalmente la modificación estructural de la Argentina a partir de 1976 nos habla necesariamente de un nuevo modelo. Una nueva realidad.

En esta crisis identitaria se hallan hoy los partidos políticos argentinos.

O seguimos con la vieja idea de la argentina industrial sustitutiva de mercado interno (pequeña y enfermiza) o de industriales exportadores subsidiados por el Estado o nos lanzamos de lleno al mercado mundial como objetivo supremo. ¡No es lo mismo!

En la Argentina pretérita del 30 al 76 los sectores sociales dinámicos eran la industria y la clase obrera a ella vinculada. De esto el viejo peronismo algo sabía. La irrupción de la clase obrera el 17 de octubre puso en blanco sobre negro la novedosa situación.

En el nuevo país, el de hoy, los sectores industriales agroalimentarios y los trabajadores vinculados a la economía mundializada serán la fuerza vital y transformadora.

La irrupción del campo en los últimos meses pone en blanco sobre negro la novedosa situación.

En síntesis una nueva crisis de identidad sacude a los partidos políticos. O se aggiornan o desaparecen.

En eso estamos.

agosto 10, 2008

ECONOMIA PERONISTA

Domingo Cavallo en su blog http://www.cavallo.com.ar presenta este interesantísimo análisis de los datos macroeconómicos del actual gobierno comparados con los del gobierno de Alfonsín, los dos de Menem y el de de la Rua. Por su propia participación en lo que fue una economía de peronismo moderno, aún durante el intento fallido de la Alianza, y por el debate postergado en el peronismo e interesadamente distorsionado por el duhaldismo primero y congelado ahora por el kirchnerismo, nos parece que este documento vale una lectura atenta y una discusión a fondo. Como bien explica Domingo Cavallo, la Argentina actual recuerda mucho a la Argentina de Alfonsín. Las soluciones a problemas bien conocidos sólo permanecen ocultas para aquellos que no las quieren ver.

La miopía fiscal de muchos macroeconomistas
por Domingo Cavallo


Es común leer en los informes que preparan muchos analistas económicos lo que aparece como una muy buena novedad de la Economía Argentina post-convertibilidad: habría dejado de tener el déficit fiscal estructural que existió en las décadas anteriores.

Esta creencia, bastante generalizada entre los macroeconomistas que siguen las cuentas fiscales publicadas por la Secretaría de Hacienda, mes a mes, es equivocada. La errónea percepción de la situación fiscal desde 2002 en adelante, se debe a una aguda "miopía fiscal". De tanto mirar los números publicados por el Gobierno, dejan de observar cómo evolucionan las normas y decisiones que predeterminan, las más de las veces con mucha antelación, niveles excesivos de gastos; al mismo tiempo que esconden gastos devengados pero no pagados y el verdadero aumento de la deuda pública.

Hace más de un año escribí sobre esta misma cuestión en dos artículos titulados: Las cuentas del Sistema Previsional: un claro ejemplo de Miopía Fiscal y El Déficit futuro de los Fondos Fiduciarios: otro ejemplo de Miopía Fiscal.

La miopía fiscal era muy común en la década del 80, cuando el nivel del gasto público, la magnitud del déficit fiscal y la evolución de la deuda pública eran muy diferentes que lo que mostraban las cifras publicadas por las autoridades. La contabilidad oficial subestimaba significativamente estas tres variables macroeconómicas claves. Por eso, antes de poner en vigencia la Ley de Convertibilidad, yo instruí a la Secretaría de Hacienda que pagara, incluso con emisión monetaria si no había otros recursos, toda la deuda flotante. Y además, enseguida gestionamos y logramos que el Congreso Nacional sancionara La Ley de Consolidación de Pasivos, que permitió saldar, dentro de un marco transparente y controlado, las deudas que no habían sido contabilizadas, pero eran reconocidas por la Justicia, ante millones de reclamos legítimos de Jubilados, provincias y proveedores y contratistas del Estado.

Hubo un período durante el cual se eliminó completamente el déficit fiscal estructural de la Economía Argentina. Fue el período de las grandes reformas estructurales: 1991-1996, mientras yo estuve al frente del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos, encabezando un equipo que contaba con especialistas experimentados en las distintas áreas de responsabilidad del ministerio. Especialistas con capacidad gerencial y con coraje para proponer y ejecutar complejas reformas estructurales. Ellos hicieron cirugía mayor para extirpar los centros de gastos improductivos y generadores de corrupción de la estructura del Estado. Para ello fue muy importante la privatización de las deficitarias e ineficientes empresas del Estado y modificar el Sistema Previsional. Desde la crisis Tequila, estas reformas comenzaron a extenderse al ámbito de las provincias.

Lamentablemente este ímpetu reformador se abandonó a partir de mi renuncia al Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos, especialmente desde que el Presidente Menem y el entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, comenzaron a competir por la candidatura presidencial del Partido Justicialista, para la elección presidencial de 1999. El nuevo Ministro de Economía y Obras y Servicios Públicos, Roque Fernández, no advirtió que derogar el decreto que prohibía a las provincias utilizar los recursos de coparticipación federal de impuestos como garantía de endeudamiento con el Sistema Bancario Argentino, abría las puertas del descontrol del gasto público provincial e interrumpiría el proceso de reformas estructurales que habían comprometido las provincias al recibir auxilio financiero para superar la crisis Tequila. Además la Economía Argentina aún no estaba en condiciones de navegar con piloto automático. Faltaban muchas reformas para hacer duradero el equilibrio fiscal y terminar de extirpar la ineficiencia y la corrupción en muchas áreas no reformadas del Estado.

Esta es la razón por la que la Economía Argentina, entre 1997 y 2001, volvió a tener un déficit fiscal estructural, que al menos esta vez, no fue escondido con omisiones contables. Las cifras reflejaron aumentos significativos en el nivel del gasto público, en la magnitud del déficit fiscal y en la evolución de la Deuda Pública.

Desde 2002 en adelante, muchos macroeconomistas creen que los gobiernos de Duhalde y de los Kirchner han tomado conciencia de la necesidad de controlar el gasto público, mantener un superávit fiscal y no aumentar la deuda pública. Craso error.

El Ajuste fiscal de 2002 fue feroz e injusto y además se implementó a través de medidas que reintrodujeron la peor enfermedad de la Economía Argentina pre-convertibilidad: la inflación. El dólar alto, que se predicaba como herramienta para promover el crecimiento de la actividad productiva privada, fue un mecanismo para gravar de manera alevosa e insostenible, a las actividades más eficientes del país, desestimulando la inversión en los sectores en los que ésta hubiera sido más productiva. Los gravámenes fueron explícitos, como las retenciones a las exportaciones, el impuesto a las transacciones financieras no deducibles de IVA y la eliminación de la deducción de aportes patronales del IVA contemplada en los planes de competitividad; o fueron implícitos, como la virtual expropiación del capital invertido en los sectores de infraestructura a través del congelamiento de tarifas. Pero fueron y, lamentablemente continúan siendo, gravámenes no sólo distorsivos sino verdaderamente confiscatorios.

Por el lado del Gasto, éstos aumentaron hasta niveles que superan en casi 5 % del PBI a los ya excesivos del período 1997-2001. Y no se están contabilizando gastos y déficits de los fondos fiduciarios y del Sistema Previsional, simplemente porque se los esconde o no se están pagando, incumplimiendo las leyes en vigencia. Por consiguiente la verdadera deuda pública aumenta más de lo que dicen las estadística que se publican. Ya se están observando también la típica postergación de pagos a proveedores y contratistas de las épocas en las que se trata de mostrar resultados de caja mejores que los que reflejaría una contabilidad transparente. Por supuesto, no se publica la evolución de la deuda flotante; pero los anuncios de paralización de obras públicas por falta de pago, son una clara evidencia de que esa deuda existe y es importante.

El panorama fiscal es grave, no sólo porque ya existe déficit fiscal, sino, sobre todo, porque se trata de un déficit estructural, que va a condicionar el funcionamiento de la economía por muchos años. Esta triste realidad sólo comenzará a cambiar cuando un futuro gobierno se anime a hacer lo que hicimos entre 1991 y 1996. Claro que eso sólo será posible si el gobierno cuenta con la convicción y el apoyo popular con que contó el gobierno de Menem en aquel período. Algo que no es fácil de conseguir.

Para los que creen que la tarea de los futuros gobiernos, o de éste, si decidiera comenzar a gobernar con seriedad, es sencilla, los invito a comparar la Economía Argentina post convertibilidad con la de la década de la Ochenta. Si observan bien, la única diferencia entre la economía de aquellos años y la que tenemos ahora, es la bendición que significan los términos del intercambio y la calidad de la infraestructura que se creó en los años 90. En todos los demás aspectos, particularmente los que tienen que ver con la organización de nuestra economía, estamos tan mal como en los años 80.

agosto 04, 2008

Comunicado de Peronismo Republicano

Peronismo Republicano

El Peronismo Republicano fue pensado y fundado después de la crisis del año 2001. Tiene como valores fundamentales las ideas de la modernización del Partido Justicialista desde un compromiso por los valores de la Justicia Social, la República y el Estado de Derecho. Entiende a la Política “como la moral en acción orientada a lo público” y se ha especializado en las Escuelas de Gobierno y en el Estudio de los temas Parlamentarios como su especialización.

Abreva por la formación permanente de los Dirigentes Políticos en una nueva Generación de Jóvenes dedicados con pasión por la Patria y el bien común.
Este espacio político, que tiene como principal referente al ex presidente de la Nación, Ing. Ramón Puerta, se encuentra convencido de que nuevamente ha sonado la hora de que el Justicialismo se ponga en marcha, con sus valores y banderas históricas, con sus mujeres y hombres de ayer y de hoy, para salvar la República, y por lo tanto, desde la Secretaría General del Peronismo Republicano hemos estado organizando una serie de eventos en búsqueda del fortalecimiento de los partidos políticos y el reestablecimiento pleno del sistema republicano.

El primero de ellos, se realizó el día 29 de abril del corriente en el Hotel Sofitel de Buenos Aires, con el objetivo de iniciar un debate académico, de pensamiento y reflexión en torno a la “Construcción de un Peronismo Republicano”.
Del mismo participaron importantes figuras de la arena política, actuando como moderador el Dr. Mariano Grondona. Entre los participantes, se encontraban el ex Presidente de la Nación, Ing. Ramón Puerta, así como el Embajador Juan Archibaldo Lanús. El Lic. Juan Pablo Laporte y Dr. Enzo Aldo Grillo fueron los encargados de organizar este encuentro de alto nivel académico y político.

El Lic. Juan Pablo Laporte, previa bienvenida, introdujo el tema sosteniendo “la necesidad histórica del Peronismo de tomar de su historia los valores de la Justicia Social y la Equidad e impregnarlos de las ideas del republicanismo en busca de un Estado de Derecho, una ética pública y los valores culturales del Desarrollo para la Argentina”.

Entre otros, el escritor Abel Posse se refirió a los antecedentes históricos del peronismo, sus errores, aciertos, comportamientos, conductas y con un espíritu constructivo exhortó a los concurrentes a depurar los paradigmas y las realidades positivas del peronismo a fin de crear un camino de realidad y de políticas acertadas para nuestra querida republica.

El Embajador Archibaldo Lanús se refirió a un diagnóstico de la situación de la Argentina haciendo “hincapié en la fragilidad institucional, la falta de inserción internacional y la confrontación permanente”.

A su turno el Emb. Diego Guelar planteó la “necesidad de construir una fuerza en condiciones de enfrentar el sistema hegemónico del gobierno actual”. Por su parte, Jorge Macri analizó en profundidad las “semejanzas del PRO con el Peronismo en general sobre todo en lo referente a la plena existencia de la Justicia Social y la Libertad.”

Posteriormente el ex Presidente de la Nación Ing. Ramón Puerta que llamo al Peronismo Republicano a “reconstruir las instituciones y el sistema electoral”. Bregó por una inserción plena de la Argentina en el Mundo y por buscar los acuerdos por “encima de las diferencias, evitando los permanentes enfrentamientos del Gobierno con todos los sectores de la sociedad”. Llamó a “construir una alternativa pensando en el 2009.”

El segundo evento, de mayor difusión y participación, se realizó el 19 de junio en el Club Español. El mismo fue organizado por la Secretaría General del Peronismo Republicano a cargo del Lic. Juan Pablo Laporte –elegido como tal en el primer Encuentro.

Comenzó el encuentro con la bienvenida del Secretario de Coordinación, el Dr Enzo Aldo Grillo, quien se refirió a las perspectivas y al horizonte que debería alcanzar el Peronismo Republicano a saber, la división de poderes, la seguridad jurídica, las reglas de juego claras, el largo plazo, la prosperidad, el desarrollo, la justicia social, las inversiones genuinas, el federalismo, el apego al gobierno de la ley, al estado de derecho, a la enorme transformación cultural que necesita la Argentina, al respeto a las instituciones, a la no división, a la paz.

Seguidamente el Lic. Juan Pablo Laporte, destacó lo que no es el Peronismo Republicano: “no es una facción autocrática y autorreferenciante, que tenga como metodología la crispación y la creación de enemigos permanentes”. El “Peronismo Republicano es una concepción dentro del Movimiento Peronista en donde la Justicia Social se enmarca como la columna vertebral de su concepción en torno a la República como su valor fundamental y la ética como soporte del hombre político: no hay Justicia Social sin República ni República sin Justicia Social”.

Diversas personalidades –más de 70 personas- participaron activamente del II Encuentro, en el cual, se destacó la actuación de Abel Posse como moderador, quien –durante la exposición de la metodología a utilizar- puso énfasis en la importancia de la recuperación y revaloración de la “republicaneidad” como valor democrático que debe instalarse en el seno del Peronismo opositor para la reconstrucción del País y del propio Peronismo.

Se contó entre otros, con la honorable presencia del Presidente de la Comisión de Familiares de caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, Héctor Cisneros, a cuya alocución correspondió la reafirmación de la legitimidad del reclamo de la soberanía sobre las Islas de parte del Dr. Posse.

Por su parte, Jorge Macri –presidente del PRO en la Provincia de Buenos Aires-, enfatizó el trabajo conjunto entre el Peronismo Republicano y el PRO en la Provincia de Buenos Aires, remarcando como fruto importante del Encuentro la incipiente “diferenciación” dentro del Peronismo con un cariz democrático, pluralista y constructivo.

Cerrando el encuentro, el ex Presidente de la Nación, Ing. Ramón Puerta resaltó la “necesidad de aunar esfuerzos, sobre todo de personas con un largo camino recorrido en la función pública y, por tanto, experimentadas, para dar los primeros pasos de cara a la conformación de una oposición de gobierno donde el Peronismo Peronista será otra vez el que se hará cargo de los destinos de la República”.

Fue de gran elogio de los presentes la participación de todos los asistentes y la apertura al diálogo del Peronismo Republicano como así también la conformación de un Comando de Organización para dar los primeros pasos mirando hacia el futuro.

Documento adjunto que ha sido motor del debate en ambos encuentros.
www.moderjusticialista.com.ar



Documento adjunto:
La única verdad es nuestra triste realidad.

1- La situación argentina.

Desde mediados del Siglo XX, la Argentina está marcada por la lógica de construcción de poder del Movimiento Peronista. Este, emerge siendo gobierno construido desde el Estado. Luego pasa a ser oposición y resistencia. Posteriormente aparece en su variante setentista y populista como noventista y privatizadora, volviéndose en la actualidad una facción bonapartista- plesbicitaria de matriz pseudo-progresista.

Al Partido Justicialista –como brazo ejecutor del Movimiento- lo han transformado en un instrumento electoral clientelista de un pueblo adormecido e “insectificado” que debe despertar de la pesadilla a la cual lo han llevado.

Cabe mencionar que la construcción del peronismo en su complejidad ha sido no sólo la historia de su realidad fáctica, sino también de su interpretación intelectual y de sus contradicciones discursivas que lo tipificaron en sus distintas fases de desarrollo.

Lo que en otros países con “movimientos” similares ha devenido en la construcción de partidos políticos con ideologías definidas y coherentes, en la Argentina el peronismo al no haber resuelto su disputa filosófico-política, ha quedado en una situación de movilidad permanente. Situación que involucra a todas las capas de la sociedad, a todos sus sectores e intereses. Quiero serlo todo y no una parte del sistema como en el desarrollo natural y normal de los países de occidente.

Esto a llevado al sistema de partidos a una entropía política: todo tiende a un estado de desorden permanente y exponencial en un espiral ascendente que tiene como evidente resultado dos alternativas: o la anarquía manipulada o el cesarismo pseudo-democrático.

Esta situación conlleva a una utilización del imaginario psico-sociológico -que ve en el peronismo una garantía de gobernabilidad- a una dependencia permanente y autorreferenciante, siendo el Partido sólo un instrumento electoral meramente formal. Formalismo que cristaliza en el sistema electoral, la legalidad necesaria para la legitimidad construida desde el poder y en la utilización de los más necesitados como rehenes del voto cautivo, rentista y prebendario. Este tiene como resultado la más aberrante expresión de una democracia de fachada que ha quebrado su Estado de Derecho.

Nos encontramos en una situación de extrema delicadeza y complejidad en todos los órdenes, en donde una sociedad anestesiada intenta conformarse con una economía que crece para los monocultivadores de la soja. Un sistema fiscal asfixiante que recauda para financiar la obra pública como instrumento – entre muchos otros- de enriquecimiento de la sociedad conyugal gobernante y su grupo nepótico-amical.

2- El partido.

El Justicialismo como partido en su lógica evolutiva ha sido extinguido en su razón de ser cómo tal: un partido político con un ideario, una ideología, una plataforma electoral y un número real y auténtico de afiliados que le den contenido a su sello.

Nunca deberá ser el Partido una facción setentista que desde el poder se asume como verdadera y legítima portavoz de los anhelos y voluntades del pueblo. Menos aún suponer o imponer a toda la sociedad ese paradigma.

El aparato justicialista se ha transformado en una maquinaria doctrinal capaz de ser una idea y su contrario a la vez. Se ha vuelto lógica y contra-lógica. Ser y no ser al mismo tiempo. Su único objetivo: la retención del poder para su clase dirigente de turno.


Dos aspectos claramente diferenciados deben considerarse en la refundación u organización del Partido: a) la cuestión identitaria y b) la organización del Partido. A) La primera, se inscribe en la falta de un debate serio de las ideas que actualicen el pensamiento de su fundador que pueden dejar al partido a la deriva ideológica que se llene de cualquier contenido. B) Lo segundo – la organización- se debe tener presente una clara modernización de las estructuras partidarias en razón de las exigencias de los tiempos. Cada espacio institucional tiene razón de ser si refleja claramente una necesidad social puntual, evitando “espacios” vacíos que sólo se utilizan para tener un lugar en donde los dirigentes manejen sus intereses particulares al amparo de “la política”.

3- La historia.

Es de vital importancia tener presente el pensamiento de su fundador – Juan Perón- en su etapa madura, atravesado por dos ejes fundamentales: el Universalismo y la Justicia Social. Pareciera que vislumbrando el porvenir, hubiera intuido la Globalización y las consecuencias sociales de la misma.
El concepto y la idea de evolución – opuesta al progresismo- se presenta como otro pilar interpretativo para explicar el desarrollo de las sociedades y de los pueblos.



En 1945 el desafío desde el Estado era transformar los derechos sociales conquistados de los trabajadores en derechos políticos plenos de participación. Proceso que se cristaliza en la Constitución de 1949 y se ve interrumpido forzosamente en 1955.

Comienzan años difíciles para la República, que ubicará al peronismo en una forzada proscripción y el paso a la resistencia.

Su regreso marcado por las contradicciones – ya irreconciliables- entre los diferentes “peronismos” muestra el llamado a “todos los argentinos” a la unidad nacional, vaticinando que al proceso de anarquía y desorden le sobrevendría el de la peor dictadura de la historia argentina.

Al finalizar esta, el proceso democrático ubica al peronismo en la oposición – en el imaginario colectivo como parte culpable de los años de desencuentros- donde le cuesta mucho encontrar el rol que la historia le confiere. Un sindicalismo movilizador, intenta allanar la vía para generar las condiciones de inestabilidad del ´89.

En los umbrales de la década del ´90, el Justicialismo tenía dos compromisos: en el plano interno regenerar las condiciones para una economía estancada por décadas y en el marco internacional reconfigurar toda la política exterior a partir de la disolución de la Unión Soviética.

Iniciada la renovación, el peronismo busca adaptarse a los nuevos tiempos en un giro brusco y poco reflexionado que lo ubicó en posiciones difíciles de explicar para la ortodoxia del partido, pero que mostró la elasticidad en su pensamiento pragmático al extremo.

Los años ´90 dejaron toda una década compleja y contradictoria que el tiempo y la frialdad de la historia lejana equilibrarán adecuadamente con sus aciertos y profundos errores.

El gobierno de la Alianza –otro experimento de alquimias de ideologías en torno a un proyecto “anti” más que “a favor de”- duró lo que se preveía duraría Por cierto el peronismo no colaboró mucho al fortalecimiento de un gobierno débil y en desintegración institucional.

La crisis del 2001 hace estallar todos los mecanismos institucionales en donde el peronismo capitalizó rápidamente para organizarse y generar las condiciones de continuidad propias.

La etapa de la postcrisis encontró al peronismo aliado a sectores muchas veces enfrentados en su historia en un espacio social-demócrata ajeno a su verdadera identidad centrada en los valores más tradicionales de la Argentina.

Fue el experimento de los neo-lemas el que ubicó en la Presidencia al presidente con menor porcentaje de votos en toda la historia. Paradójicamente el presidente con una concentración y un uso discrecional del poder como nunca visto en democracia.

Si bien el gobierno “interino” que asume con mandato de la Asamblea Legislativa – que gestó la matriz del actual gobierno- pudo solucionar la problemática de haber estado al borde de un estallido social y reconstruir la autoridad presidencial entró en el nuevo círculo vicioso que es su propia trampa anti-institucionalidad. Al no encontrar sus propios límites, el mismo peronismo actúa como tal, creyendo que la interna del propio peronismo es la interna del país.


4- El pensamiento.

Es necesario reconstruir el pensamiento del fundador Juan Perón en su etapa madura y de sabiduría a partir de lecturas y entrevistas que en su regreso al país volcará en discursos y acciones hasta su muerte. Es aquí en donde podemos rescatar su verdadero imaginario internacional, económico y socio-político.

Es la Política Mundial el eje de entendimiento de la realidad para Perón. La política doméstica es sólo un capítulo de aquella. La universalización es un proceso irreversible para los pueblos y las estructuras supranacionales se instalan de manera irrenunciable.

El universalismo es el telón de fondo de la evolución de la historia. Una historia con un sentido determinista pero centrada en la existencia del individuo:” Nosotros somos colectivistas, pero la base de ese colectivismo es de signo individualista, y su raíz es una suprema fe en el tesoro que el hombre, por el hecho de existir representa”.

Este universalismo que evoluciona desde el continentalismo – con un fuerte eje en Washington, Bolívar y San Martín- se separa de todo aislacionismo como pretenden interpretarlo algunos en la actualidad. Incluso entiende en su pensamiento que todos los enfrentamientos de los Países de América Latina con los Estados Unidos deben entenderse como “pecados de juventud”


En relación a su imaginario económico es notable expresar el realismo capitalista de Perón en relación a las funciones del Estado y del Mercado. “No somos de ninguna manera enemigos del capital. Y se verá en el futuro que hemos sido sus verdaderos defensores”

Para profundizar lo antedicho podemos citar el discurso ante la Confederación General de la Industria donde tajantemente afirma:” La industria es una empresa privada. El Estado no tiene ningún interés en ella y tan pronto las empresas estatales actuales, tomadas en estado de antieconomía, puedan ser devueltas al capital privado, el Estado tendrá un gran placer en desprenderse de todas esas empresas y entregarlas a los privados. Nosotros somos gobierno, no industriales.”

Se le suma a este pensamiento económico -por cierto muchas veces mal interpretado- la visión estratégica en relación a los recursos naturales y la producción de alimentos que veía en la Argentina con una potencialidad que la convertiría en un punto central de la geopolítica mundial.

En relación a su visión socio-política, la misma está travesada por la firme convicción de la justicia social como elemento central de la estabilidad institucional de la nación. Su idea de desarrollo está marcada imperiosamente por la incorporación de todos los sectores de la producción al “Proyecto Nacional”, que para él no es más que las sumatorias de las voluntades individuales al colectivo social.

5- Perón, ¿un caudillo?

Es muy interesante la distinción que realiza entre el “caudillo” y “el conductor” en donde el primero “improvisa y el conductor planea y ejecuta; el caudillo anda por entre las cosas creadas por otros, el conductor crea cosas nuevas; el caudilla actúa inorgánicamente, y el conductor organiza, vence al tiempo y perdura en sus propias creaciones. El caudillismo es un oficio, la conducción es un arte”. Una vez más vemos el Perón alejado de toda interpretación que lo une al linaje crítico de la política inorgánica y rudimentaria, con tanto peso en la historia de la Argentina.

La adaptación de ese pensamiento con las necesidades del país y la realidad de la evolución institucional, implican necesariamente un serio reconocimiento de la falta de conciencia republicana que hemos tenido.


6- Qué hacer.

La ausencia de políticas a largo plazo nos dejarán sin dos oportunidades históricas:
1- La posibilidad de aprovechar las incomparables oportunidades de la economía internacional para insertarnos definitivamente en el tren del verdadero desarrollo.
2- La falta de un sistema institucional sólido para posibles conflictos en el orden interno y externo, están haciendo peligrar la construcción de una República y de un estado de derecho.

Es por ello que los tiempos muestran la imperiosa necesidad de generar una cultura institucional que sea el pilar fundamental del desarrollo de la Argentina. Esta cultura debe incorporarse primeramente en la clase política del peronismo como partido mayoritario para luego desde el ejemplo pedir a la sociedad toda, el esfuerzo de construir una moral pública en todos los sectores y niveles.

Estas bases del desarrollo centradas en la cultura política argentina generarán un círculo virtuoso hacia una institucionalización que dará como resultado las condiciones económicas para la verdadera justicia social definitiva: un desarrollo integrado en libertad.


A la Argentina le urge reconstruir un sistema de partidos que tienda rápidamente al fortalecimiento del sistema republicano de gobierno. Esto debe garantizar la reconstrucción de las bases fundamentales de la República en la independencia de sus tres poderes.

En los últimos años, el sistema institucional ha sufrido un deliberado resquebrajamiento. Sin un partido gobernante organizado y sin un fortalecido partido de oposición, el mero hecho de acceder a la Presidencia de la Nación ha permitido el ejercicio discrecional de un poder totalmente contrario a los principios que establece nuestra Carta Magna, basados en la división y en el control mutuo entre los Poderes del Estado.

Por eso creemos que nuevamente ha sonado la hora de que el Justicialismo se ponga en marcha, con sus valores y banderas históricas de justicia social, pero reconociendo que es necesario incorporar un fuerte contenido democrático y republicano.

Debemos preguntarnos: ¿Qué es y para qué el Partido Justicialista?; ¿Quienes somos? Y ¿Qué queremos?

Para ello será indispensable que cada cual acepte el lugar que las nuevas circunstancias le confieren, asumiendo nuevos roles y dejando de lado los personalismos. La Patria se merece otra oportunidad.

Es por eso que desde el Peronismo Republicano queremos participar en este esfuerzo colectivo tendiente al fortalecimiento de los partidos políticos y al reestablecimiento pleno del sistema republicano, en el que los tres Poderes del Estado cumplan sus deberes libremente, fomentando la transparencia, la eficiencia y el control, tanto en el manejo de la cosa pública desde el poder ejecutivo, como en el ámbito legislativo y de la administración de Justicia.

No planteamos así, creaciones ficticias por fuera de la vida orgánica partidaria, válidas sólo para explicar cambios apresurados y vacíos de contenido. Planteamos si -apoyados sobre el valor de la lealtad genuina- el mantenimiento y la renovación de la institucionalidad Justicialista, reconociendo en ese principio fundamental de nuestro ideario, la clave para seguir creciendo y renovándonos, ofreciendo soluciones adoptadas democráticamente que se ajusten a las necesidades de nuestro pueblo. Todo ello implica pues, lealtad a nuestro Partido, a sus dirigentes y a sus valores y principios básicos; pero por sobre todo, lealtad a nuestra democracia y a nuestra República

Una República que a poco de cumplir sus 200 años de vida debe volver a pensar y trabajar mancomunadamente en su futuro, con un espíritu fraterno y solidario, que deje atrás definitivamente rencores y enfrentamientos que no ayudan a generar progreso y desarrollo para el País y su gente.

Debemos por eso pensar y hacer, teniendo como horizonte un futuro cercano de crecimiento, trabajo, libertad, equidad y paz social como ejes de la doctrina peronista.

7- La acción fundamentada.


Para ello, el Peronismo Republicano ha planteado diez puntos prioritarios a los que abocarse de inmediato para una reflexión profunda y aplicada que puedan ser el sustento de una futura gestión de gobierno


Peronismo Republicano

agosto 01, 2008

EL PERONISMO Y UN NUEVO BLOQUE HISTÓRICO

por Jorge Raventos

Recuperar el Peronismo es recuperar la Historia y volver al Futuro

Hay analistas políticos, representantes de la oposición –y también compañeros justicialistas- que sostienen que en la actualidad "sigue habiendo peronistas, pero ya no hay peronismo". Muchos de ellos no aluden sólo a la parálisis partidaria o a una situación coyuntural; van más allá, lo afirman en un sentido más profundo. Dicen que el peronismo no existe más porque desaparecieron las condiciones que le dieron nacimiento en los años 40.

En efecto, el peronismo irrumpió a mediados de los 40 en las condiciones del proceso de industrialización sustitutiva desarrollado a partir de la crisis del 30 y de la segunda guerra, como expresión de un bloque histórico que articulaba entonces al ejército, a la nueva clase obrera, a la incipiente burguesía industrial sustitutiva y a sectores populares del interior profundo. Y es evidente que la Argentina que vio nacer al peronismo, tanto como la Argentina en la que el peronismo creció y se desarrolló han dejado de existir.

Más aún: no sólo la Argentina es otra, también el mundo es otro: no es el mundo de Yalta, no es el mundo de la guerra fría. Es el mundo de la globalización , aunque ni siquiera es ya el mundo globalizado tal como lo vivimos en la última década del siglo XX, el que vivió la caída del Muro y la desaparición de la Unión Soviética.

La pregunta es si un movimiento nacido en muy distintas circunstancias históricas puede sobrevivir esas condiciones, cambiar de piel y adaptarse a un mundo distinto. Si puede animar y articular (o articularse) en un bloque histórico diferente de aquél que expresó originalmente. Es decir, si puede jugar un papel significativo en las tareas que la nación afronta para existir en el mundo nuevo.

Un caso a tomar en cuenta –no el único, pero si uno muy relevante – es el del Partido Comunista Chino, que fue capaz de conducir una revolución patriótica basada en la fuerza del campesinado para transformarse, en las últimas décadas, en la tendencia que lidera la incorporación activa de la República Popular al proceso de globalización y de integración mundial.

En ese proceso, el PC chino se concibe hoy no sólo, como en el pasado, expresión de las masas obreras y campesinas, sino de un bloque histórico que incluye a las "fuerzas económicas avanzadas" (rubro que describe a un amplísimo sector de la burguesía emergente) y a las "fuerzas culturales avanzadas", es decir a la "intelectualidad orgánica" que constituye la bisagra necesaria del bloque con la sociedad del conocimiento.

Los grandes movimientos nacionales están obligados a hacerse cargo de los resultados de las transformaciones que protagonizan …y también de las que están determinadas por el movimiento de la época, de la tecnología y del relacionamiento mundial. En realidad, los grandes movimientos nacionales perduran y son instrumentos de los pueblos cuando son capaces, como decía Perón, de "producir una montura para poder cabalgar la evolución y seguirla".

Por definición, una idea que establezca la identidad de un movimiento en términos de un momento dado de su propia evolución y de la evolución de la Argentina fatalmente lleva a la conclusión de que, desaparecidas las circunstancias, ese movimiento está muerto.

Un corolario patético de esa conclusión es el intento de reproducir anacrónicamente, y a contrapelo de la evolución, las condiciones originales. A veces esa postura, técnicamente reaccionaria, se viste de progresismo y puede pretender fabricar una burguesía nacional a fuerza de subsidios mientras califica como oligarquía a sectores capitalistas modernos y competitivos y desempolva conflictos y conceptos propios de la segunda guerra o de la guerra fría como si se trataran de la piedra filosofal.

Para Perón la conducción no consistía en la repetición de fórmulas viejas ante circunstancias nuevas, sino en la creación, en la capacidad de comprender las tendencias centrales de la evolución y promover los cambios de comprensión y de organización indispensables para adaptarse creativamente a esa evolución y adelantarse a ella, tratando de no ser víctima pasiva, sino partícipe activo y socio de esa evolución en la tarea de darle equilibrio y justicia.

En tal sentido, más que quedar esclavo de fórmulas que fueron "montura" en otra situación, es preciso comprender cuáles son las tendencias actuales para adelantarse a ellas, adaptarse y contribuir a liderarlas.

Hoy, en momentos en que el mundo se alarma por una persistente crisis alimentaria y cuando el mercado mundial se transforma y amplía por la presencia de grandes demandantes como China
e India, que inducen la elevación persistente de los precios de los alimentos, en la Argentina se hace visible una nueva burguesía nacional, cuyo núcleo básico es la cadena agroalimentaria, que no es el fruto del proteccionismo estatal, sino el resultado de un largo proceso de reconversión empresaria, acumulación económica, innovación tecnológica y apertura cultural que la convierten en el sector más internacionalmente competitivo de la Argentina. Simultáneamente, la cadena agroalimentaria se constituye en la principal fuente de empleo: incluye al 34 por ciento de la población económicamente activa de la Argentina; crecen sectores asalariados y de trabajadores independientes ligados directamente a las actividades del complejo agroindustrial, a ramas de industria y servicios que articulan con él o son tributarias de su desarrollo. Reflejo de esas mutaciones, la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) se ha transformado en la segunda organización sindical en número de afiliados.

Esta nueva realidad se encuentra encorsetada por políticas y estructuras viejas, por un sistema hegemónico hipercentralista que succiona recursos de todas las provincias y ha provocado la rebelión de toda la Argentina interior. Es preciso darle expresión política a esa potencialidad a través de un nuevo bloque histórico, que articule políticamente las fuerzas y capacidades de esos sectores, las demandas de la Argentina interior, la necesidad de vincularnos activamente al mundo, desarrollar las capacidades de nuestra integración a la sociedad del conocimiento y abrir una perspectiva de redención a amplísimos sectores del pueblo argentino empobrecidos y subalternizados.

El peronismo no es un club de la nostalgia: así como pudo articular el bloque histórico partero de la sociedad industrial de masas, está en condiciones de actuar protagónicamente en esta
nueva etapa, esta "tercera ola", que reclama vinculación activa a la globalización (continentalismo y universalismo), federalismo, democratización y descentralización del Estado, en asociación con las clases más dinámicas de la Argentina agroindustrial y como nexo de contención y confianza con los sectores sociales más activos de las grandes urbes y los suburbios industriales, que constituyen su sustrato histórico.

Puede hacerlo, en primer lugar, porque ya está inmerso en ese movimiento, como lo reveló la participación de centenares de intendentes y cuadros políticos, de gobernadores, diputados y senadores en la lucha del campo y la Argentina interior.

Puede hacerlo, además y decisivamente, porque se apoya en el pensamiento de Perón, en las bases estratégicas de ese pensamiento: en sus grandes aportes sobre la integración mundial, sobre el universalismo, sobre la integración continental; en su pensamiento sobre la ventaja estratégica que representa para el país y la región la capacidad de producir económicamente agroalimentos, condición para ser "los ricos del futuro". En su concepción acerca de un estado descentralizado y del protagonismo de las organizaciones libres del pueblo.

Con esos instrumentos es posible hoy dar lo que Perón llamaba la lucha por la Idea. Precisamente porque el peronismo fue la expresión de la irrupción revolucionaria de la Argentina industrial es el que está en las mejores condiciones para afirmar hoy que una Argentina desarrollada debe apoyarse en la capacidad competitiva del sector agroalimentario.

El peronismo debe fulminar la idea simplista y bárbara de que talleres donde se hacinan decenas de trabajadores argentinos e inmigrantes para producir indumentaria subsidiada son mejor expresión de desarrollo y modernidad que un pellet de soja o una semilla transgénica o representan algo más peronista, más "nacional" o más avanzado que el trabajo de los peones rurales , que un feed lot o una cosechadora computarizada. Y debe enfrentar la tendencia reaccionaria que intenta usar las banderas del 17 de octubre de 1945 para oponerse al nuevo bloque histórico que proyecta las divisas del pasado hacia la Argentina y el mundo del siglo XXI.

Las tareas que tiene por delante el nuevo bloque histórico (cuyos ejes virtuales son el peronismo y el campo aunque por cierto no se agota en ellos) recogen las banderas del presente y del pasado: economía productiva, justicia social, federalismo, descentralización, vinculación al mundo, integración nacional, pleno desarrollo territorial.

La lucha por la idea es parte sustancial de la tarea de apartar el obstáculo entre lo actual y lo posible, para asumir la oportunidad histórica. Recuperar el peronismo es recuperar la Historia y el Futuro.