AVISO

A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

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EL ROL DEL ESTADO

por Claudio Chaves

En mi último artículo del 24 de setiembre pasado advertía que el Gobierno Nacional ingresaba lentamente en lo que denominé el síndrome Frondizi. Un vertiginoso cambio de rumbo, hacia el realismo y la moderación, consecuencia de la aparición del campo y vastos sectores de clase media y obrera resueltos a poner límites al gobierno nacional. Ese cambio de rumbo obedecía, asimismo, a la grave situación fiscal que el gobierno avizoraba y avizora para los años venideros.

El triunfo del campo sobre la resolución 125, la falta de financiamiento externo provocado por la hostilidad del matrimonio al capitalismo globalizado y la caída de los precios de los alimentos golpeó fuertemente a la pareja gobernante. El vivir con lo nuestro quedaba atrás. Necesitaban apoyo exterior y financiamiento internacional. Había que cambiar. Esta realidad llevó al matrimonio a modificar políticas produciéndose, a juicio de Jorge Asís, el giro a la derecha o al decir del periodista Jorge Raventos el plan B.

Decidieron, entonces, pagar al Club de París y solucionar el asunto del default con los bonistas maltratados. Fueron más a fondo, aún, la Señora advirtió que el dólar no subiría y que no habría proteccionismo. Todo eso dicho en las barbas de los dirigentes de la UIA.

En esa idea el gobierno permaneció algunos días. Setiembre fue un mes aciago para la izquierda y el progresismo que desvariado buscaba alguna explicación al brusco giro de Cristina. Algunos grupos “piqueteros” abandonaban la nave abordando pequeños chinchorros de cubierta.

Así estaban las cosas cuando se manifestó brutalmente la crisis mundial. La primera reacción del gobierno fue burlarse, pero inmediatamente se percataron que habría problemas. ¡Lástima! ¡Querían arreglar con el mundo justo en el momento que el mundo no estaba en condiciones de escucharlos! Llegaban tarde a la cita.

Había que retroceder. Volver a “vivir con lo nuestro”. Reencontrarse con los viejos amigos. Si los economistas más ortodoxos aconsejaban replantear el tema de los pagos ellos no podían ser obstinados. Borraron con el codo lo escrito unos días antes. Sube el dólar, se protege el mercado interno, se complica la relación con Brasil, se busca sacar dinero de donde sea para contar con caja. Se asalta a las AFJP. La primavera de los Kirchner tocaba a su fin.

Cualquier otra interpretación que se le quiera dar al asunto es forzar y edulcorar la decisión.

IDEOLOGÍA Y PODER

La crisis internacional habilitó a que el gobierno recuperara su identidad ideológica para “engrupir debute a los otarios”. Para eso cuenta con historia cruzada y pícaros dispuestos a dar letra.

Liberales o intervencionistas ha sido un dilema clásico en la historia nacional.

Principios que fueron desplegados en uno u otro momento según las circunstancias históricas. No hay ideologismo puro o no debiera haberlo. Sin embargo uno tiene su corazón y cree más en uno que en otro. ¡Es humano!

De todos modos la realidad manda y se impone. Cuando esto ocurre obliga, a nuestro pesar, a actuar en consecuencia, aún, en colisión con lo magmático del pensamiento. En la historia acaecen estas diagonales. En la década del 30 liberales de los quilates de Pinedo, Duhau o Prebisch no pudieron gobernar con las ideas en que habían sido educados y debieron hacerlo en contra de los principios ideológicos adquiridos precedentemente. Intervinieron la economía. En la década del 90’ el peronismo, educado para intervenir, planificar y estatizar, debió liberar, desregular y privatizar. La política tiene secretos que las ideologías no comprenden. El 30’ y el 90’ están profundamente vinculados no en las doctrinas económicas, como el lector avisado puede darse cuenta, sino la capacidad de actuar de una u otra manera en defensa del país adecuándolo a las circunstancias internacionales.

En estos momentos frente a la tremenda crisis financiera vemos como las grandes naciones capitalistas utilizan las palancas del Estado para capear la tormenta. No están atados a dogmas.

¿Que pasa en nuestro país y por añadidura con un sector importante de nuestra elite política y cultural? ¿Cómo reaccionaron ante los formidables cambios de 1989 y la caída del comunismo? (acontecimientos que el conjunto de la intelectualidad internacional conceptuó como fundacionales)

Como si nada hubiera ocurrido.

Así como Perón se adecuó a la realidad mundial de mercados cerrados y autárquicos y de nacientes estados de bienestar (no hizo otra cosa que seguir la ola internacional) y tuvo sus detractores que pensaban en antiguo; el 90’ fue la adecuación argentina a la novedosa situación mundial post comunismo y también contó con antiguos: Los Progresistas que pensaron una sola vez y para siempre. Con vocabulario tercermundista un segmento de la elite político-cultural (conformada en la Argentina pretérita) atacó al gobierno neoliberal y pro imperialista de Menem.

Nuestra historia está cavada por trincheras ideológicas muy profundas que aumentan la tensión. Corolario de acciones políticas extremas. Cuando estatizamos lo hicimos sin reparos ni cuidados. A como viniera, y cuando privatizamos no anduvimos con vueltas. Todo al extremo. Al mango. ¡Así somos! Y vaya si tenemos historia de extremos. Moreno, Liniers, Álzaga, Rivadavia, Rosas, Mitre, Sarmiento, Perón, Aramburu. Allí están, iluminándonos. ¿Podremos zafar de este hechizo?

Naturalmente que la gente de a pie no piensa de ese modo. Es la elite política y cultural la maniquea. La que cava abismos.

El gobierno nacional ha metido mano en los dineros de los jubilados y jubilables. Su discurso para justificar el despojo se sustenta en los nefastos 90’ y la crisis mundial que pueden hacer desaparecer esos fondos. Un coro de alcahuetes entre los cuales se hallan un sector de la elite sindical de butibamba y butibarreno, al decir andaluz, acompaña la arremetida. Esta actitud del gobierno coloca en un brete a un sector muy amplio de la política. ¿Qué hacer? ¿En que rincón pararse? ¿Qué defender? ¿Qué decir ahora?

Todos ellos, en los 90’, formaron en el equipo de viudas e hijos del Estado interventor. Ideologizados como estaban defendían a rajatabla al Estado como nivelador social y distribuidor justiciero de la riqueza. Hablaban de las joyas de la abuela. Miraban la realidad con ojos intoxicados. Hoy se verifica un pequeño giro. Han adoptado una conducta realista frente al atropello del gobierno. Defienden los dineros de los jubilados. Entre el Estado y las AFJP no le creen al Estado. Es un paso al frente. No están en condiciones, aún, de confiar en la actividad privada. Tiempo al tiempo. Los prejuicios son añosos.

El camino de las AFJP fue el que se encontró en su momento para preservar del Estado asaltante (como señaló Perón) los dineros de los jubilados. No fue una decisión ideológica. Fue la herramienta hallada ante la crisis mundial y Argentina del Estado ¿Qué se puede mejorar? ¡Por supuesto! Sin embargo el tema, en su momento, fue tratado como dogma, con trincheras tan profundas que los partidos opositores hoy se hallan en problemas de identidad para abordar el debate. Esto explica sus idas y vueltas.

La intangibilidad de los depósitos que proponen para zafar del privatismo es una monería. Además de que el gobierno no lo va a aceptar dado que las AFJP por su lado ya prestaban, los depósitos bancarios en dólares también fueron intangibles en algún momento. Como también el endeudamiento en bonos de las AFJP que no debían superar el 50% y sin embargo Cavallo mediante no fue así. Bonos que luego del acuerdo de la deuda debían ser indexados por inflación que hoy el gobierno miente. De modo que por donde se lo mire estamos en problemas.

El tema central es la seguridad jurídica y el apego a las leyes que rigen el mundo moderno. El General Mitre luego de derrocar a Derqui en la batalla de Pavón y echar por tierra el proyecto provinciano asumió como nuevo Presidente respetando todas y cada una de las deudas y los acuerdos de la Confederación. ¡El mismísimo Mitre creía en la seguridad jurídica!

¿Cuál es el problema, entonces? Ni estatismo ni privatismo. Al pueblo lo que es del pueblo. No se puede hacer uso irresponsable de esos fondos y menos desaparecer en el anonimato lo que cada uno de los argentinos, que optaron por las AFJP, guardaba en sus cuentas. Todo lo demás es discutible a la luz de la verdad.

octubre 27, 2008

Panorama político nacional de los últimos siete días

Otra de piratas
por Jorge Raventos

Todos los piratas tienen
atropellos que aclarar,
deudas pendientes y asuntos
de los que mejor no hablar(…)
No hay historia de piratas
que tenga un final feliz.

Joan Manuel Serrat, Una de Piratas

Una de las obsesiones del matrimonio K consiste en ofrecer argumentos piadosos y humanitarios para justificar sus exacciones. En las narraciones clásicas los autores de tropelías se preocupaban poco por el juicio ajeno: los piratas no pretendían ganar fama de justicieros, se contentaban con el botín y los cañonazos. Los K, setentistas nostálgicos, necesitan exhibirse con disfraz de Robin Hood: relatan sus intentos de confiscación como batallas homéricas contra distintas ligas de malvados poderosos, destinadas invariablemente a preservar alguna causa buena.

Para explicar el gran golpe frustrado de las retenciones móviles pintaron al vasto océano de productores agrarios del país como un pantano oligárquico y negaron, por supuesto, que el manotazo suplementario que intentaban asestarles tuviera que ver con las dificultades que el propio gobierno se había procurado para financiarse (o con lubricados proyectos como el del tren bala): los fondos de la expropiación se destinarían a construir escuelas y hospitales (desalmado aquel que quisiera preguntar por qué no canalizan hacia esos nobles fines la inmensa recaudación impositiva que perciben normalmente y coparticipan mezquinamente).

Algo parecido ocurre ahora con el precipitado proyecto previsional que esta semana promovió el gobierno de la señora de Kirchner. Se trata de una ratificación del modelo centralismo de confiscación parasitaria ya aplicado en el campo: la expropiación de los aportes de 9 millones de trabajadores argentinos que desde hace 14 años ahorran para su futura jubilación en el sistema previsional de capitalización. Pese a que presiones gubernamentales condujeron a las empresas que administran esos fondos a invertir la mayor parte de ellos en el vidrioso negocio de financiar al Estado, lo cierto es que allí se han acumulado unos 100.000 millones de pesos y cada año se incorporan unos 13.000 millones más, producto de los aportes mensuales de esos mismos trabajadores.

Semejante caja ha sido siempre una verdadera tentación para los Kirchner. Intentaron meter mano en ella apelando a la complicidad de las víctimas: desde principios del año 2007 promovieron con una intensísima campaña de propaganda el traspaso voluntario de aportantes del sistema de capitalización al régimen de reparto, ese barril sin fondo que sólo controlan funcionarios fieles del Ejecutivo. Mientras en el sistema de capitalización los manotazos a la caja tienen el dique de control de los aportantes, que son propietarios individuales de sus fondos y tienen derechos preservados por la Constitución, nada detiene al gobierno –las experiencias están a la vista- si quiere financiarse echando mano a los fondos de jubilaciones que administra el ANSES, una oficina pública con autoridades rigurosamente sometidas a la disciplina K.

El gobierno quedó disconforme con el resultado de su campaña de traspasos. Esperaba quedarse con el dinero de al menos la mitad de los afiliados a los fondos de capitalización y sólo cosechó un 20 por ciento. Fue un buen refuerzo para las cifras del ANSES, pero apenas una propina para las expectativas de la familia K; en rigor una derrota, ya que esa ofensiva por el traspaso resultó un verdadero plebiscito: el régimen de capitalización ganó 80 a 20; más de 9 millones de personas que cuentan con fondos en ese régimen –incluyendo más de 3 millones y medio que aportan regularmente- eligieron permanecer en él. Es una fuerte expresión social, sin duda. A mero título comparativo, la señora de Kirchner obtuvo menos que eso en los comicios de hace un año: 8.650.990 votos. Con la propuesta de liquidar el régimen de capitalización y expropiar los fondos el gobierno convierte en jarabe de pico las promesas de "libertad de opción" con que concurrieron a aquel plebiscito.

Argentina enfrenta en el 2009 vencimientos de deuda por 20.200 millones de dólares y no tiene cómo financiarlos: las cifras de riesgo-país (que tocaron los 2000 puntos esta semana) indican que tiene cerrado el crédito; para colmo, la caída del precio de los commodities no sólo reduce los ingresos fiscales esperados, también achica el margen de maniobra del carísimo palenque crediticio al que habitualmente apelan los Kirchner: el comandante Chávez. A él también lo golpea la crisis, bajo la forma de una fuerte reducción del precio del petróleo.

En esas condiciones, quizás se explique el íntimo (cándido) goce de la señora de Kirchner cuando describía la crisis global y, sobre todo, esa frase que reiteró en varios discursos: "La crisis es una oportunidad". Es un lugar común, ciertamente, pero en este caso tenía, como se ha visto, sentido específico: el matrimonio K vio una oportunidad… de quedarse con los fondos jubilatorios de capitalización. Con todos ellos. Con el stock acumulado y con el flujo mensual.

Para ello tomaron como gran coartada las medidas de salvataje que las democracias capitalistas adoptaron ante la crisis financiera, tomando el control de bancos y grandes aseguradoras. Magnífico: la expropiación de las jubilaciones de capitalización tomaría la forma de un salvataje. ¿Quién puede negarse a algo tan pío como un salvataje?

Significativa diferencia: los salvatajes que están acometiéndose en Estados Unidos e Inglaterra implican que los estados ponen fondos para preservar los intereses de las instituciones en riesgo y, sobre todo, para cuidar los intereses de los depositantes (por caso, los de los deudores hipotecarios). En cambio, aquí el "salvataje" se comete contra los trabajadores aportantes: el Estado no pone, saca. Les saca la propiedad a los trabajadores. Golpea, además, a instituciones (las AFJP) cuyos criterios de administración pueden y deben ser muy criticados (y debieron ser controlados por instituciones estatales previstas en el régimen), pero que no estaban en crisis ni solicitaban salvataje alguno.

No importa: el relato del gobierno se basa en la idea de salvataje, que sirve para dibujar la misión K como una misión bondadosa. Hace falta mostrar quién es el "malo" del que hay que salvar a los futuros jubilados. En realidad, in pectore el pensamiento oficialista sostiene que hay que salvarlos de ellos mismos, de su "individualismo" y "falta de solidaridad", que los llevan a encapricharse en aportar para sus propios fondos jubilatorios en lugar de entregárselos al gobierno, que a través del ANSES sabría mucho mejor que cada uno de ellos cómo gastar esos aportes. Pero así no relata el gobierno: el malo de la película son "las AFJP", el "régimen privado" que se impuso "en los años 90", la "obra de Menem y Cavallo".

Ese relato es puro humo destinado a nublar la visión, campanilla pavloviana para despertar el reflejo condicionado anti-noventa, de modo de quedarse con las carteras en el tumulto.

Primero: los aportes que se expropiarían si el proyecto fuera aprobado en el Congreso, no son propiedad de las AFJP. La ley que estableció el sistema de capitalización lo expresó sin dejar espacio para la duda: "el fondo de jubilaciones y pensiones es un patrimonio independiente y distinto del patrimonio de la administradora, y pertenece a los afiliados. La administradora no tiene derecho de propiedad alguno sobre él".

Segundo: no es cierto que el régimen de capitalización pueda definirse con precisión como "privado" por oposición a otro "estatal", que sería el de reparto. De hecho, en el régimen de capiutalización ha jugado un papel muy significativo la AFJP Nación, del estado nacional (además de otra controlada por el estado bonaerense). De hecho, nada impediría (si los procedimientos que se adoptan son respetuosos de la Constitución) que exista un régimen de capitalización exclusivamente administrado por el Estado, a través de Nación AFJP. Sucede que aún en ese caso los aportantes seguirían siendo los propietarios legales de sus propios fondos particulares y podrían ejercer control sobre los administradores, algo que no puede hacerse en la oscuridad de ANSES, donde todos los gatos son pardos, no hay fondos específicos de cada aportante, las retribuciones de los jubilados y el destino de los gastos están determinados por criterios que algunos llaman políticos y otros, facciosos.

Aquella confusa polarización entre "privado" y "estatal" la emplea el gobierno para atraerse la simpatía (y los votos en las Cámaras) de diputados y senadores que temen verse retratados como privatistas, amigos de los años noventa o pro-AFJP y para ofrecer una coartada al proyecto, que supone una expropiación inconstitucional a 9 millones de personas. No es "lo estatal" lo que inspira al gobierno, sino el manejo sin obstáculos de la caja, por eso quiere "estatal de reparto" y ni habla de la hipótesis "estatal de capitalización".

Tercero: Es tan monumental la operación (y tan grande el botín, y tan desesperante la situación de la caja K), que el gobierno sospecha que el humo que lanza para nublarla no durará mucho. Por eso quiere que todo se apruebe rapidito. En dos o tres semanas, a lo sumo cuatro. Así, en un santiamén se liquidaría un régimen de capitalización cuya sanción demandó no menos de dos años de debate en la sociedad y cerca de nueve meses de trámite parlamentario.

El apuro es una mala señal, porque si ha llegado la hora de replantearse la realidad previsional, conviene hacerlo con paciencia y mirando más allá de este arrebato oficialista. Convendría analizar, por ejemplo, si no debe establecerse una "jubilación de ciudadanía", un ingreso mínimo para todos quienes hubieran llegado a determinado edad, independientemente de sus años de aporte. Y, por encima de esa prestación universal por edad, si no habría que reconocer proporcionalmente los aportes (por breves que hayan sido) de todos aquellos trabajadores integrados al sistema previsional aunque, al llegar a la edad jubilatoria, no alcancen a cumplir los años hoy exigidos para obtener el beneficio. Un tema como el previsional no puede ser aprobado a los panzazos entre gallos y medianoche. Necesita un debate amplio y participativo.

La forma sorpresiva con que se dispuso la iniciativa K (aparte del matrimonio, sólo un par de funcionarios conocieron el proyecto antes del anuncio; Martín Redrado, el presidente del Banco Central, se enteró por Página 12), generó en la realidad respuestas prácticas antes de las respuestas programáticas. Los bancos registraron rápidamente fuga de depósitos, el dólar trepó (pese a una sangría de 1.300 millones en las reservas, con las que el Central quiso moderar el ascenso), el riesgo país se incrementó, el mundo describió a la Argentina como expropiador o defaulteador serial, la bolsa se derrumbó (pese a que el gobierno operó comprando papeles para que la caída no fuera tan vertiginosa). Hasta – "efecto tango"- se cayó la bolsa española, con castigo particular para las empresas más expuestas en Argentina.

Sucede que entre los activos del sistema de capitalización que el gobierno se propone expropiar hay paquetes accionarios de muchas firmas. Por ahora esos papeles están repartidos entre distintas administradoras, si el plan oficial se concreta, todas esas acciones se concentrarán en manos de ANSES-Estado, que pasaría así a convertirse en importante accionista de bancos, empresas eléctricas y telefónicas y hasta de medios de comunicación (casi un 9 por ciento del grupo Clarín quedaría en manos del gobierno). Si muchos funcionarios festejan ya potenciales nuevos destinos en los directorios de esas compañías, ese sueño de algunos se transforma para las empresas y los inversores en una pesadilla (algunos, masoquistas o delirantes, hasta se imaginan a Luis D'Elía designado en el Banco Hipotecario o a Guillermo Moreno en el directorio de Molinos). Muchos observadores se preguntan qué vendrá después de la expropiación de los aportes jubilatorios: ¿llegarán a los plazos fijos si necesitan fondos? ¿A las cajas de seguridad? La temeraria audacia del gobierno incentiva la imaginación. Las acciones caen.

El matrimonio Kirchner, que se mostraba exultante el martes, apenas mostró el naipe de su propuesta, empezó a preocuparse al registrar las primeras consecuencias, que evidentemente no había imaginado ni previsto. Se esforzó entonces por buscar apoyos o complicidades. Dejó trascender la idea de que parte de los fondos jubilatorios que serían incautados podrían alimentar un "banco de crédito industrial": un lance para seducir a la UIA, que también reclama un dólar alto y una rápida muralla para defenderse de los productos chinos y brasileros.

A la conducción de la CGT la tentó con la participación gremial en la administración de los fondos previsionales; una garantía para los futuros jubilados: es bien conocida la experiencia sindical en la administración de las obras sociales.

Para atraerse inclusive la adhesión de algunos sectores permeables de la oposición, permitió a algunos de sus lenguaraces difundir la idea de que, "a quienes aprobaran el proyecto en general" y sólo a esos, les admitirían correcciones particulares a la propuesta, inclusive "la intangibilidad de los recursos previsionales". ¿Qué confianza podría despertar semejante "intangibilidad" si para introducirla hay que admitir primero un saqueo y un atropello inconstitucional? ¿Qué confianza puede ofrecer un gobierno que reclama todavía superpoderes y se ha cansado de transgredir con ellos las disposiciones de la ley de leyes, el presupuesto? Escudarse tras la palabra intangibilidad sería, en tales condiciones, una broma de mal gusto, una excusa cínica para lavar la conciencia de algún opositor arrepentido.

Pese a esos movimientos ofensivos y defensivos del gobierno, la principal oposición (la oposición de la realidad) se sigue manifestando con la elocuencia de los hechos; y el andamiento parlamentario del proyecto está por verse: los sectores no oficialistas parecen comprender que, por encima de sus comprensibles diferencias, esta vez hay en juego una situación de verdadera emergencia que involucra la suerte de millones de trabajadores tanto como la vigencia de la propiedad personal, valor fundamental de la Constitución. Y en seno del mismo oficialismo se registran dudas sobre el contenido del proyecto y sospechas por la premura que se les exige para acatarlo.

El gobierno ya no puede mostrar ni ante propios ni ante ajenos la solidez que en otros tiempos despertaba miedo, disciplina o resignación. La opinión pública lo ha abandonado. Después de la dura derrota sufrida ante el campo el futuro del kirchnerismo quedó tronchado. Esta semana, el decisivo veto del gobierno y la oposición uruguaya a la candidatura de Néstor Kirchner a la presidencia de UNASUR representó un signo inéquivoco de fin de época.

Es posible que el manotazo a las jubilaciones se convierta en el último gran abordaje de los Kirchner; que después sólo les quede caminar por la planchada.

octubre 22, 2008

MANOS LARGAS

No las del Estado, que permitirían una discusión ideológica, sino las del poder personal a cualquier precio y bajo cualquier forma, incluso delictiva y hasta amparada en la manipulación de la Justicia.

El pueblo demanda a traves del Congreso y de sus quizá representativos representantes un juicio político por reiterado robo y estafa: apropriación ilegal e indebida de un partido político histórico con distorsión de sus contenidos y su uso en contra de los intereses que fue llamado a defender; financiación ilegal de campaña política; continuidad en la estafa de títulos públicos y deuda privada en dólares inconstitucionalente pesificada; estafa con el índice de inflación; expropiación de las exportaciones agropecuarias por medio de las retenciones; nacionalización de una compañía aérea quebrada y su financiación con fondos públicos; expropiación de los ahorros privados en las AFJP; ...sigue la lista...

No hay mucho más para decir que no sepamos ya todos ni mucho más para hacer (salvo protestar en la calle y en los medios)si el Congreso no hace nada y la Justicia no interviene con claridad.

Constitucionalmente, hay tres poderes; pero parece que hubiera uno solo. Las manos largas son verdaderamente largas.

Declaraciones en contra del proyecto oficial de liquidar el sistema previsional de capitalización e incautar los aportes personales de los millones de trabajadores que optaron por ese régimen:

Declaración del senador Carlos Saúl Menem

"No a la confiscación de los aportes jubilatorios. Hay que rechazar el proyecto oficialista y decirle basta a los superpoderes"

La intención del gobierno central de eliminar el sistema jubilatorio de capitalización y apropiarse del stock de aportes personales acumulados durante 14 años por cuatro millones de trabajadores argentinos que eligieron esa modalidad previsional, así como del flujo de sus aportes mensuales de aquí en adelante, representa un verdadero asalto, una confiscación tan injusta y arbitraria como inconstitucional.

El gobierno kirchnerista pretende justificar esta expropiación comparándola con las intervenciones de otros países en bancos y aseguradoras golpeadas por la crisis financiera global. Se trata de una excusa que no resiste el análisis. En los casos mencionados, que han ocurrido en Estados Unidos o Inglaterra, por ejemplo, los estados han hecho aportes monumentales para salvar instituciones desmanteladas por la explosión de las finanzas. El proyecto del gobierno argentino, en cambio, no tiene como objetivo poner fondos, sino sacarlos, expropiarlos. No va a resolver un problema, sino a crearlo, como de hecho el Estado ya le ha generado problemas a esas administradoras de fondos de pensión que ahora dice querer "salvar", imponiéndoles la compra de bonos que cada vez valen menos precisamente por la errática conducción gubernamental, que ha elevado el riesgo-país 1700 puntos en apenas unas semanas.

El gobierno quiere, con este proyecto, resolver el dramático desfinanciamiento que su desquiciada conducción le ha impuesto al Estado argentino. La lucha del campo y la conducta digna del Congreso le impidieron consumar una confiscación análoga a los productores agropecuarios. Como fracasó el arrebato al campo, ahora reintenta el golpe sobre otros blancos: los trabajadores argentinos, futuros jubilados, y el sistema previsional de capitalización. El botín le resulta prometedor: un stock de unos 40.000 millones de dólares y unos 5.000 millones de dólares anuales más.

Ese proyecto debe ser terminantemente rechazado. Es preciso detener el manejo arbitrario de los fondos públicos por parte del gobierno kirchnerista. El Senado está a punto de tratar el presupuesto y, con él, las facultades extraordinarias ("superpoderes") que se le han venido extendiendo al Poder Ejecutivo. A la luz de este comportamiento oficialista hoy es más evidente que nunca que los superpoderes no deben pasar.

La Rioja, 23 de octubre de 2008

"Otro engaño alevoso"
por Domingo Cavallo
Oct 22 en http://www.cavallo.com.ar

Porqué el gobierno decidió ahora dar por terminado el sistema jubilatorio de ahorro y capitalización? Si ésta era su idea, porque no lo hizo en el momento en que publicitó la libre opción para la gente? La respuesta es muy clara: el gobierno enfrenta un enorme agujero fiscal para los próximos tres años y ha decidido resolverlo apelando a los ahorros del sistema previsional.

Pruebas al canto: Es sabido que enfrenta vencimientos de capital de la deuda pública para los que no tiene financiamiento y además ha elaborado un presupuesto para 2009 con un estimado de recaudación por retenciones de 50 mil millones de pesos en comparación con una recaudación de 35 mil millones durante el año en curso. Obviamente esta estimación involucra no menos de 20 mil millones de exageración, porque los precios y los volúmenes de exportaciones para 2009 se presentan bastante más bajos que los que se lograron en 2008. Podría citar muchos otros mecanismos que complicarán el panorama fiscal para 2009, pero para explicar el punto central de este artículo, por su dimensión, me basta con el que acabo de mencionar.

La desaparición del sistema de ahorro y capitalización, elegido por 3 millones 600 mil aportantes activos, significa para el gobierno apropiarse de 95 mil millones de pesos ahorrados por aquellos trabajadores más el ingreso mensual de algo más de mil millones de pesos mensuales. Digamos 13 mil millones anuales, es decir, otros 39 mil millones de aquí al final del gobierno de los Kirchner.

De los 95 mil millones de ahorros acumulados, aproximadamente la mitad están invertidos en títulos públicos. El gobierno podrá entonces decir que la deuda pública bajó en aproximadamente 48 mil millones de pesos. Un primer gran engaño, porque deja de contabilizar una deuda con los futuros jubilados que es al menos igual a los 95 mil millones que ahora les sustrae.

El resto de los fondos ahorrados están invertidos en acciones y títulos privados, fondos de inversión y activos extranjeros por aproximadamente 41 millones y depósitos a plazo fijo en el sistema bancario por 7 mil millones.
Con los 7 mil millones de depósitos a plazo fijo más los 13 mil millones anuales de ingresos adicionales que ahora obtendrá el gobierno al apropiarse de lo que debería ser el aumento anual del ahorro de los jubilados, ya podrá cubrir el agujero creado por la menor recaudación de retenciones.Como probablemente aparecerán otros agujeros fiscales, podrán ir vendiendo primero los activos externos y luego los fondos comunes de inversión y las acciones y títulos privados, con lo que podrán cubrir hasta 41 millones adicionales de pérdida de recaudación y mayores gastos a los previstos en el presupuesto. Incluso le podrán alcanzar para amortizar buena parte de la deuda pública que vence a lo largo de 2009 y para la que no hay perspectivas de renovación, dado que Argentina ha perdido completamente el crédito público.

Es una estrategia fiscal muy “ortodoxa”, tal como le gusta decir a Kirchner y como se lo demandaría el FMI si siguiera con sus viejas recetas fiscalistas de corto plazo. Pero no deja de ser otro gran engaño, como los tantos que se vienen sucediendo desde 2002 en adelante.Esta forma de resolver los problemas fiscales atenta contra la solvencia de largo plazo de la Argentina. Del stock de ahorros de los jubilados el Estado se puede apropiar una sola vez, no podrá hacerlo todos los años, porque ya no habrá ahorros acumulados. Así que en el 2010 y 2011 no contarán con esos recursos. Es probable que tampoco puedan contar con los 13 mil millones anuales de nuevos aportes.

No sería sorprendente que esos 13 mil millones anuales terminaran yendo a las provincias, porque debe recordarse que el argumento con la que éstas cedieron 10 % de sus recursos de coparticipación y otros porcentajes de la recaudación del IVA al sistema previsional, fue precisamente para compensar la reducción de recaudación por aportes personales que en 1993 comenzaron a ir al sistema jubilatorio de ahorro y capitalización. Ahora que el sistema de reparto recupera esos ingresos, no creo que las provincias sigan resignando sus recursos de coparticipación federal de impuestos, máxime teniendo en cuenta la precaria situación fiscal en la que se encuentran.

En fin, la eliminación del sistema jubilatorio de ahorro y capitalización, apunta a una solución fiscal que no es sostenible en el tiempo. El Gobierno se está auto-engañando. Pero el engaño a los futuros jubilados es el verdaderamente alevoso. Le están diciendo que todo este cambio se hace para que ellos cobren mejores jubilaciones en el futuro. Y Esto es una burda mentira. Lo que están haciendo es escondiendo la deuda que el Estado tiene con los jubilados y, por supuesto, evitando documentarla. Así, en el futuro, bastará un golpe inflacionario para volver a licuar esas deudas y reducir las jubilaciones, como ya lo hicieron en 2002.

Para advertir que la estrategia de este gobierno es el engaño, basta recordar que el señor Boudou, en su presentación de esta iniciativa, aludió a que “el sistema de ahorro y capitalización que ahora se da por terminado fue inspirado por el mismo personaje que en 2001 bajo en un 13 % las jubilaciones”. Lo que no dijo el señor presidente de la ANSES es que con una medida del mismo cuño conceptual que la que él ahora impulsa- la pesificación combinada con devaluación, que expropió un 70 % de los ahorros privados- provocó una caída de las jubilaciones, en términos de poder adquisitivo del 30 %, más del doble que la reducción del 13 % del año anterior, que por otro lado sólo alcanzaba a las jubilaciones mayores a 500 dólares mensuales. Parece que en la universidad privada en la que estudió economía, no aprendió a distinguir entre reducciones nominales y reducciones reales de los salarios y jubilaciones. Cosa que sorprende porque el CEMA es una buena escuela. Quizás, como Boudou estudió mientras no existía inflación en la Argentina, sigue razonando como si no la hubiera. Debe estar entre los que creen en las índices del INDEC intervenido por la Secretaría de Comercio.

La confiscación de los ahorros de los 3 millones 600 mil futuros jubilados que están disponiendo ahora, va a provocar para ellos un deterioro mayor aún a aquel que en 2002 provocó la pesificación con devaluación.

octubre 20, 2008

Panorama político nacional de los últimos siete días

Aislamiento y
centrifugación
por Jorge Raventos


Tras otra semana de extrema volatilidad, parece indudable que la crisis global está lejos aún de haber tocado fondo y que, en su despliegue, golpeará a todas las naciones, inclusive a aquellas cuyos gobiernos practican la superstición del desacople.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, estimó que la desacelaración que sufrirán los mercados emergentes será intensa y "se la sentirá como una recesión". Zoellick advirtió que la turbulencia financiera provocará efectos en cadena: "Un freno en las exportaciones desencadenará una caída en las inversiones. El deterioro de las condiciones financieras, junto con restricciones monetarias, llevará a la quiebra a muchas empresas y a posibles situaciones bancarias de emergencia".

Los países exportadores de commodities ya empiezan a sentir el cimbronazo. Así como en los últimos años se observaba el fenómeno inédito de un ascenso vertiginoso y simultáneo del precio de todos los commodities, ahora se asiste a una caída conjunta. En mayo de 2007 el níquel se pagaba 55.000 dólares la tonelada; hoy ronda los 11.000 dólares. Los precios del cobre, el zinc, el hierro sufren caídas análogas; la soja, con un precio de algo más de 300 dólares la tonelada, experimentó un descenso de casi 50 por ciento comparada con el pico de cotización tocado en julio. El petróleo sufrió un derrumbe análogo, de 147 dólares el barril (en julio), a 70 dólares la última semana: los países exportadores, reunidos en la OPEC, anticiparon para la semana próxima una reunión extraordinaria originalmente prevista para medidados de noviembr,e en la que podría decidirse reducir la producción para frenar la caída brusca del precio. El premier británico, Gordon Brown, consideró que una resolución de esa naturaleza sería "escandalosa". Sólo el anuncio del anticipo produjo una primera reacción alcista. La crisis, como está a la vista, se realimenta con sus propias consecuencias. Y, según Philip Suttle, jefe de analistas económicos del Instituto de Finanzas Internacionales, "tal vez estemos entonces en una nueva crisis". En una entrevista que conedió en Nueva York a Martín Kanenguiser, de La Nación, Suttle apunta que "habrá problemas con las deudas de las empresas y de los consumidores. Hay que prever grandes compañías con problemas y no sería sorpresivo que alguna de ellas quebrara. Podemos imaginar también problemas en los países emergentes europeos, donde hay déficit y tipos de cambio fijo, o en países asiáticos importantes, que han tenido mucha exposición al apalancamiento que derivó en la crisis de las hipotecas. América latina está mejor que hace ocho años, pero también tendrá problemas por la caída en el precio de las materias primas".

En fin, tanto los datos como los análisis calificados advierten que la crisis alcanza a todos, también a los desacoplados. Pero, aunque parece haberse notificado, finalmente, de que la crisis no se detendrá en el umbral de la Argentina, la Casa Rosada sigue confiando en el aislamiento como remedio, al estilo de aquellas damas cursis que caricaturizaba Landrú: "Si hay guerra atómica, yo me voy a la estancia y cierro bien la tranquera".

Esta semana el gobierno insistió en establecer medidas restrictivas del comercio. La Aduana agregó más de un centenar de productos a un listado que supera los 20.000 a los que las autoridades se disponen a dificultarles el acceso al mercado argentino. Aunque la nómina se hizo pensando en Brasil y China, el secretario de Industria, Fernando Fraguío, aclaró que no estaba pensada para perjudicar a "ningún país en particular", sino para evitar maniobras de dumping. Las medidas unilaterales destinadas a proteger a los fabricantes locales, fatalmente provocan situaciones de tensión con los países afectados.Ricardo Martins, director de la Federación de Industriales del Estado de San Pablo (Fiesp), había anticipado su punto de vista diez días atrás: "Esto es un proceso global de búsqueda de ventajas. No hay que cerrarle las puertas a China. Los gobiernos tienen que hacer algo para que seamos más competitivos." Aunque cubría con elegancia su advertencia bajo la manta del plural y la máscara china, se refería sin duda a la relación entre Argentina y Brasil: "La Argentina no debería preocuparse. Aquí no está el dólar a 3,20, como allá. Y Brasil no le puede vender más a la Argentina".

En momentos en que el mundo, en medio de convulsiones y turbulencias, parece desplazarsea un nuevo ordenamiento, a los países de esta zona del globo les conviene actuar y participar asociadamente en ese gran juego planetario, antes que practicar la travesura de ponerle zancadillas al vecino. En el juego mayor, es indudable que, a fuerza de vigor, continuidad y lucidez, Brasil ha conseguido el país convertirse en monitor de la región y proyecta desde ese lugar sus aspiraciones mundiales.

Con el desacople como frágil armadura, el gobierno argentino predica las virtudes del aislamiento. Es cierto: la señora de Kirchner puede presumir con verdad que Argentina se ha preservado de la crisis de las hipotecas (en rigor, de lo que se preservó es de las hipotecas, lisa y llanamente: el crédito hipotecario murió de inanición salarial). Ese aislamiento es una más de las diferencias con Brasil: el gobierno K, al revés del de Lula Da Silva, promete a los industriales que les dará salvaguardas y protección frente a la competencia externa, aspira inclusive a aumentar la Tarifa Externa Común del Mercosur (que llega al 35 por ciento). El gobierno de Lula formula una apuesta inversa: "No vamos en esa dirección –afirmó el ministro de Hacienda brasilero, Guido Mantega-; en este momento no debemos tomar medidas proteccionistas en ninguna parte. El proteccionismo fue el resultado de la crisis del 29 y el 30 y los países se cerraron. Debemos continuar abiertos, mantener una acción globalizada, porque eso va en beneficio de todos los países".

El oficialismo argentino apostó a mantener desvalorizado el peso mientras Brasil apreciaba su moneda; ahora a los Kirchner les resulta difícil, sin promover inflación, mantener el ritmo de la desvalorización que la crisis financiera provoca al real. La señora de Kirchner insiste con la idea de mantener una flotación libre administrada, pero sectores de su propia administración, la dirigencia de la Unión Industrial, algunas corrientes del sector agrario y hasta algunos caciques sindicales preferirían pasar a una devaluación notoria. Un informe del banco JP Morgan Chase aseguraba esta semana que el oficialismo podría optar por la postura devaluacionista y llevar el dólar a 3,80 pesos antes de dos meses. Motivos: desacelerar la pérdida de reservas que ocasiona la flotación administrada, dar satisfacción por vía cambiaria al proteccionismo industrial y reconstituir parcialmente el colchón de rentabilidad agraria que justifica la transfusión de recursos a la caja central por la aplicación de retenciones.

El gobierno vacila entre distintos platos del mismo menú: todos los que estudia de una u otra manera tienen que ver –con ingredientes cambiarios o aduaneros, por la vía de ritmos gradualistas o rotundos- con tácticas que se asientan en la idea del aislamiento y el desacople.

En cualquier caso, el gobierno siempre ha subordinado la ubicación del país en el mundo a una lógica circunstancial y doméstica, teóricamente destinada a sostener el sistema de control político oficialista. Después del conflicto con el campo y tras un alejamiento que parece definitivo de las clases medias de los centros urbanos, la crisis global encuentra al gobierno a contrapié, con recursos limitados, sin varios de los cuadros que lo alimentaron en otros tiempos, con poco aire. Ha comprendido que ya perdió el centro del ring, el espacio desde el que intentaba lanzar convocatorias transversales. Ahora se refugia en el rincón y apuesta simplemente a llegar hasta el fin de la pelea, confiando más en la debilidad del contrincante que en las fuerzas propias que pueda reunir.

Por estos días, mientras caen las bolsas del mundo, el oficialismo piensa en cómo hacer un papel no desastroso en las elecciones de medio término del año próximo. La debilidad que lo carcome lo induce a esgrimir la figura de Néstor Kirchner como cabeza de una lista legislativa bonaerense. Más allá del invento geográfico de esa eventual candidatura (que no será más caprichoso que otros ya consumados; sin ir más lejos, el que convirtió a su esposa de congresista por Santa Cruz en senadora por la provincia de Buenos Aires), lo significativo es la dificultad del oficialismo para encontrar a un postulante al que le pueda adjudicar chances electorales, más allá del esposo de la presidente.

Néstor Kirchner, por otra parte, pone en juego su nombre especulando con que la dispersión opositora le puede permitir llegar primero con una cosecha en votos de alrededor del 30 por ciento, que es la modesta (pero ambiciosa, a la luz de los estudios de opinión pública de estas semanas) meta que se propone. Para intentar esa aventura –un escenario en el que también se pondrá en juego la gobernabilidad- el gobierno dependerá de las fuerzas a las que ha quedado reducido su ejército: lo que resta del sedicente progresismo que en su momento consiguió atraer y lo que alcance a mantener en caja (en tiempos de cajas más anémicas) del aparato político-sindical del conurbano bonaerense. Si se quiere resumir esas dos fuerzas que convergen en Kirchner en dos nombres propios, esos nombres serían los de Hebe de Bonafini y Hugo Moyano. Basta recordarlo para apreciar la difícil tarea que tiene quien necesita juntarlos: la señora de Bonafini ha declarado que "Moyano, que no es mejor que Eduardo Duhalde. Dijo que quería que se declare crimen de lesa humanidad el asesinato de Rucci. Moyano es un traidor".

Con sus fuerzas dispersas, su "modelo" abollado y enfrentado al desafío de la crisis global, el kirchnerismo ingresa en una etapa de centrifugación.

octubre 16, 2008

LA LINEA SINUOSA

Con el proceso globalizador en acelerada marcha hacia su nueva etapa del reordenamiento financiero global y el debate acerca de qué resultado depararán las elecciones norteamericanas, pocos son los que reparan en el ya casi irreversible armado político local de cara a las elecciones de 2009.

Las diferentes facciones socialdemócratas, desde el kirchnerismo a la Coalición Cívica, pasando por el duhaldismo , el radicalismo y el socialismo, intentan ganar espacio ideológico en la opinión pública, en la convicción de que Estados Unidos seguirá en caída libre y de que el capitalismo nunca más será mencionado como el modelo a seguir.

Por el otro lado, lo que se advierte es una sinuosa línea que, desde la Ciudad de Buenos Aires a la Provincia de Buenos Aires, y proyectándose a varias otras provincias, va logrando las adhesiones de peronistas, conservadores e independientes y constituyendo lo que algunos llaman ya el Peronismo Pro, variante macrista de ese peronismo libre anotado en la modernidad. También en la inquebrantable fe de que el proceso globalizador sólo puede profundizarse y en la certeza de que la Argentina debe ser parte intensamente activa de éste.

La batalla por el PJ no ha concluido y mucho menos ha terminado de definirse qué es oficialismo y qué oposición. El mundo financiero puede ir a los tumbos durante una temporada más y sembrar confusión a escala global. Mientras tanto, la Argentina continuará protagonizando, en paralelo, su propia aventura hacia la siempre costosa libertad. En un día ya no muy lejano, el mundo libre será claramente uno ante la vista de todos, y las visiones socialdemócratas, el lastre incómodo del pasado que aún se resiste.

Con la suerte de haber cargado durante los últimos ocho años con esa pesada mochila ideológica, a la Argentina sólo le espera un destino de libertad, aquel hacia el cual la línea sinuosa se dirige, ya sin desmayo.

octubre 11, 2008

Panorama político nacional de los últimos siete días

La crisis arrecia: el gobierno la descubre con método Macondo
por Jorge Raventos


Lo que la señora de Kirchner denominó -con ingenio quizás inoportuno- "efecto jazz" parece ser algo más hondo y extendido que una crisis determinada por créditos hipotecarios despreocupadamente otorgados a deudores insolventes. Por otra parte, en esa música se presiente algún bandoneón. En fin, algo argentino suena.

Aunque no se han difundido datos demasiado precisos sobre el número de hipotecas con problemas en Estados Unidos ni sobre el monto en dólares que ellas involucran, algunas estimaciones ubican esas cifras en el orden de los seis millones de hipotecas en dificultades, por un valor total de alrededor de 1,5 billones (millones de millones) de dólares.

¿Se puede seguir hablando de "crisis de las hipotecas"? Si el monumental -digamos- contratiempo financiero estuviera reducido exclusivamente a las hipotecas impagables, el salvataje lanzado por el gobierno de George Bush y arduamente aprobado por el Congreso norteamericano, sumado a otras fortísimas erogaciones resueltas por el Tesoro y la Reserva Federal deberían haber sido eficaces.

El plan de salvataje fue dispuesto por 750.000 millones de dólares, pero observadores calificados consideran una cantidad muy superior. Domingo Cavallo, por caso, señala en su blog que "las estimaciones más realistas hacen ascender esa cifra a 2 billones (millones de millones), es decir un 15 % del PBI de los Estados Unidos".

Como para poner las cosas en contexto, conviene recordar que, en medio de la guerra contra el terrorismo global y de sus compromisos en Irak y Afghanistan, el presupuesto de defensa y seguridad del territorio de los Estados Unidos es igual al 5 por ciento de su PBI. Es decir que han dedicado al salvataje financiero tres veces esa cantidad.

Y sin embargo los mercados han respondido con sostenido escepticismo, con derrumbes de las bolsas, una señal clara de que ven los límites de la complicación mucho más allá del tema de las hipotecas subprime.

Alvin Toffler, uno de los intelectuales que más agudamente han observado la sociedad planetaria de las últimas décadas, considera que el fenomenal barullo es una consecuencia de la revolución tecnológica de la información: "El problema comenzó –conjetura- cuando se computarizaron las finanzas y Wall Street fue prácticamente invadido por personas formadas matemáticamente en Silicon Valley, que eran muy creativos y diseñaban nuevos instrumentos, que cada vez eran más complejos, al punto de que mucha gente de la misma bolsa no los entendía". Las finanzas virtuales se desplegaron muy velozmente y la globalización avanzó antes que en otros terrenos en el financiero. En términos de Toffler: "El sector financiero creció más rápido que la economía y las transacciones fueron cada vez más rápidas, hasta que el sistema se descontroló".

Es posible, pues, que la distancia que media entre la economía real y las finanzas virtuales se haya extendido exageradamente, y que la "economía creativa" se haya desarrollado mucho más allá de lo actualmente manejable.

Algunas cifras permiten medir aquella distancia. Veamos. Economía real: el PBI mundial ronda actualmente los 60 billones (millones de millones)de dólares y el comercio mundial de mercancías está alrededor de los 8 billones.

Paralelamente, se estima que los productos financieros conocidos como "derivados" (distintos instrumentos que permiten y representan transacciones financieras cada vez más alejadas de la economía tangible) suman alrededor de 2.000 millones de millones. ¡Casi 40 veces el PBI del planeta!

Las cifras destinadas por Estados Unidos para el salvataje (incluso sumando a ellas las que incorporan las acciones lanzadas por Europa y por naciones asiáticas), más que razonables para afrontar un problema circunscripto a las insolvencias hipotecarias, serían una gota en el océano si lo que está estallando fuese en realidad una burbuja de derivados. Porque sobre esa materia no hay registro ni cálculo preciso de sus dimensiones. Sólo se sabe que constituye un enorme agujero negro.

La "economía creativa", la selva de derivados financieros sería, en algunas interpretaciones, signo de identidad de un capitalismo posmoderno. Un artículo reciente de Daniel Montamat en La Nación afirmaba ese diagnóstico desde el costado del consumo: "El consumo posmoderno, a diferencia del consumo moderno, es un consumo existencial. Es un consumo para ser que está asociado a la eternidad del instante de la cultura posmoderna. Tiene la naturaleza de los consumos adictivos". En rigor, la cultura de la posmodernidad guarda un aire de familia con aquellos mecanismos de invención financiera que alcanzan tal grado de abstracción que se despegan sin complejos de lo tangible. Es plausible pensar que a una cultura del relativismo que iguala la verdad con la verosimilitud, niega las identidades físicas para reemplazarlas por géneros concebidos como elecciones voluntarias o confunde la realidad con "el relato" corresponda una economía imaginativa, inventiva, especulativa.

Sin embargo, a veces la diferenciación se transmuta, en los enfoques ideologistas de alguna izquierda que se ha quedado sin ideales propios y a menudo sin ideas, en coartada para atacar la lógica capitalista realmente existente en nombre de un capitalismo presunto, al que se le extrae la vocación de lucro para imaginarlo como una pasteurizada red de oenegés consagradas a la producción y la beneficencia. El francés André Glucksmann liquida ese argumento: "Es inútil contraponer un capitalismo industrial que ha seguido siendo prudente a una esfera financiera imprudente y temeraria. El mismo progreso industrial, que por cierto no se asemeja a un calmo río, alterna continuamente la creación y la destrucción, el abandono de las antiguas fuerzas productivas y la explosión de nuevas fuentes de riqueza. El sistema financiero estimula estos movimientos de destrucción creativa que definen siglo tras siglo la occidentalización del mundo".

Lo (relativamente) nuevo es el carácter global de la crisis o, si se quiere, la extraordinaria densidad global de sus alcances.

A una dificultad que está en el orden de las magnitudes se agrega otra, relacionada con la asimetría entre el fenómeno y los instrumentos existentes para acotarlo y ordenarlo. En otros términos: las finanzas (y en buena medida la economía, en términos amplios) han adquirido una naturaleza global, pero no hay un poder ni un sistema normativo de esas características. Tres semanas atrás, citábamos aquí, sobre este punto, una observación de Felipe González: "La famosa gobernanza (papel ineludible de la política) permanece en el ámbito de lo local-nacional y de los obsoletos organismos financieros del pasado, en tanto que los fenómenos económicos y financieros más relevantes se mueven en el ámbito global sin gobierno alguno".

Ese diagnóstico sugiere la necesidad de una política global, capaz de construir nuevos instrumentos económicos, poner reglas globales y hacerlas cumplir.

La ausencia de tales condiciones fue otro de los elementos que sumó desconfianza a la desconfianza en las últimas semanas: las naciones principales no exhibían (ahora empiezan apenas a hacerlo: la precipitada reunión del G7 es una expresión de ello) capacidad o voluntad de al menos coordinar acciones para afrontar el cimbronazo de la gran crisis. Que aún se encuentra en pleno desarrollo: "Creo –estima Toffler-, que esta crisis no ha terminado pues según los cálculos de mi esposa, que es experta en finanzas, si esto se considera un problema, ¡esperen a que tengamos una explosión basada en tarjetas de crédito, que es la siguiente fase!".

La transversalidad global de la crisis teñía de ingenuidad las primitivas declaraciones de la señora de Kirchner, en el marco de su viaje a Nueva York, cuando parecía soñar en voz alta con un aislamiento perfecto de su reino, preservado de cualquier contaminación proveniente del resto del mundo (o, más bien, "del primer mundo") . En esos momentos (in pectore, quizás también ahora) la presidente cultivaba radicalmente la teoría del desacople, parecía convencida de que el aislamiento internacional al que el oficialismo sometió a la Argentina resultaba una inviolable malla de seguridad.

En los últimos días, en público al menos, la dama ha advertido que la crisis "tendrá secuelas económicas y sociales" en nuestro país. "El mundo es redondo como una naranja", descubrió a su modo José Arcadio Buendía, amarrado a un tronco bajo la lluvia de Macondo, en Cien años de soledad. Bienvenidos los raptos de lucidez, aunque esta sea intermitente o tardía.

El gobierno K practicó eficazmente el desacople en un sentido: consiguió alejar largamente al país de la corriente de inversiones extranjeras directas que benefició a la región en los últimos años. Argentina, que una década atrás era, junto a China, principal receptor mundial de esas inversiones, se ubica ahora quinta en América Latina, detrás de Brasil, Chile, Colombia y Perú.

Durante los años de vacas gordas, cuando el mundo financiaba con ligereza y Argentina podía obtener fondos baratos de los organismos internacionales, el gobierno se ensimismó, propuso vivir con lo nuestro, despreció las obligaciones con los bonistas que no aceptaron el canje y mantuvo vigente la deuda con el Club de París, dejó crecer la inflación y fracasó en contenerla a través de regulaciones y falsificación estadística. Así, Argentina se encuentra con una tasa de riesgo país de las más altas del planeta (llegó a los 1400 puntos básicos), pasa a ser descalificada como "país emergente de frontera" y sólo puede obtener financiamiento (caro) del chavismo venezolano.

Pero si esas puertas al mundo (las de la inversión y el financiamiento) están básicamente clausuradas, ocurre que hay otra, fundamental, que –pese a esfuerzos en contrario, como la guerra contra los productores agroganaderos- quedó afortunadamente abierta: la puerta del comercio internacional. Y por esa puerta, por la que ingresan los recursos que permitieron las tasas de crecimiento de los últimos años, penetra ahora la realidad de la crisis.

Los precios estratosféricos alcanzados hace pocos meses por los alimentos argentinos (soja y otros) se contraen marcadamente. La soja bajó de los 600 dólares la tonelada del primer trimestre, a algo más de 300. El país recibirá retribuciones más bajas y probablemente en varios rubros venda menos, porque una economía mundial que se desacelera contrae todas las demandas (además, la pelea contra el campo tuvo consecuencias: en muchos rubros la producción ha caído).

El presupuesto dibujado por el gobierno, que debe ser discutido en el Congreso, tendría que ser rediseñado:; la crisis desbarata las previsiones comerciales y también las relativas a la recaudación: menos exportaciones y a cotizaciones más bajas es sinónimo de un recorte fuerte de recursos. ¿Por qué debatir sobre lo que no fue, no es y no será?

La torpeza y cortedad de miras del gobierno K inutilizaron instrumentos económicos por usarlos caprichosamente durante los años con viento en las velas. Ahora, cuando los necesita imperiosamente, ya no puede emplearlos.

Los industriales se quejan de que la inflación erosionó totalmente la ventaja cambiaria que les produjo la devaluación de Duhalde y ahora están aterrados por la amenaza comercial de Brasil (que ha dejado caer su moneda un 40 por ciento en las últimas semanas) y por la de China: consideran que los asiáticos buscarán colocar en terceros países producciones que hasta ahora vendían en Estados Unidos, un destino que quedará obstaculizado por el previsible reflejo de austeridad y encogimiento del mercado americano ante la crisis. En cuanto al vecino y socio, lo ven adquiriendo competitividad cambiaria y dispuesto a emplear a fondo las facilidades que el Mercosur le proporciona para ingresar al mercado local.

El oficialismo se encuentra ante un dilema: si sigue administrando la devaluación del peso, dispara inflación agregada, encarece el 40 por ciento de la deuda pública (bonos que se indexan por precios), deteriora salarios, alimenta los reclamos gremiales (la CGT tiene su Comité Central Confederal el martes 14 y muchas organizaciones insisten en compensar el salario perdido con la inflación), pone en riesgo la gobernabilidad; si no lo hace, incrementa la vulnerabilidad de la producción argentina (incluyendo, por cierto, al campo, para el cual el peso de las retenciones actuales se ha vuelto ruinoso), abre un flanco en el tema del desempleo y agrave los riesgos en materia de recaudación. ¿Puede acaso actuar en el terreno comercial con la lógica del desacople que empleó en otros terrenos? ¿Levantará una muralla china en materia de intercambio? ¿Abrirá un conflicto comercial en el Mercosur precisamente cuando el mundo requiere más asociatividad, cuando la crisis reclama –como apuntaba el astuto Felipe- "gobernanza global"? En el diseño de esa gobernabilidad participarán aquellos países y grupos de países dispuestos, por fuerza y convicción, a asumir responsabilidades globales, preparados para no sentirse ajenos. Dispuestos a acoplarse, no a desacoplarse.

El gobierno quiere agrandar y concentrar más la caja (el proyecto de presupuesto que envió al Congreso achica a un 24,5 por ciento la coparticipación de recursos nacionales, cuando el piso legal es el 33 por ciento), pero ahora choca con los reclamos de provincias y municipios, que quieren manejar lo que, al compás del debilitamiento del poder central, han vuelto a entender que les pertenece. El oficialismo K ve con temor que le reclamarán un reparto menos concentrado de una caja que será más chica y que no puede ampliarse con mayor presión fiscal, porque esa presión ya es muy pesada para la enorme mayoría.

Ha dedicado a los subsidios (una de las "columnas del capitalismo de amigos") más fondos que a la acción social. Ahora tendrá que recortarlos, y eso resentirá las amistadas adquiridas. La obra pública seguramente se seguirá desacelerando.

Sin viento de cola, sin recursos extraordinarios, con un deprimidísimo apoyo de la opinión pública, con su credibilidad limada por escándalos como los de la efedrina, los remedios falsificados y las valijas con dólares chavistas, el gobierno tiene –como acierta la señora de Kirchner- "una oportunidad": la de demostrar si lo que llama su "modelo" funciona cuando no cuenta con condiciones excepcionalmente favorables.

El "efecto jazz" es un fenómeno de enormes dimensiones; no ocurre "afuera", no hay tabiques que lo detengan, golpea en Wall Street, en Reikiavik, la capital de Islandia o en provincias argentinas, en muchas de las cuales hay ingresos per capita inferiores a los del Africa subsahariana.

La crisis es mucho más que un relato posmoderno. Es una realidad, donde mueren las palabras huecas.

El mundo es redondo como una naranja, nomás.

octubre 10, 2008

PERONISMO Y GLOBALIZACIÓN

Un simple recordatorio, en referencia a la crisis financiera internacional, de la falta de debate en el peronismo acerca del lugar de Argentina dentro de las finanzas mundiales. Hay que recordar que fue un peronista, Carlos Menem (junto a Domingo Cavallo) quien colocó a la Argentina en la avanzada del proceso de globalización y otro peronista, Eduardo Duhalde, quien la retiró de allí para colocarla en el más trasero de los patios del mundo, donde los Kirchner se han solazado en permanecer.

Como la actual crisis financiera no es otra cosa que una crisis de crecimiento en el proceso de globalización que precisa pasar de un centro de finanzas concentrado en una sola nación a un centro multinacional, sería bueno que aquellos que pretenden liderar hoy el peronismo se preocupen por este punto. Hoy, dentro del espacio amplio del peronismo, sólo se escucha la voz de Domingo Cavallo advirtiendo acerca de esto. Precisa la compañía de aquellos que tienen bien en claro que lo que se vive en el mundo no es una crisis del modo de producción capitalista global y tampoco el ocaso de los Estados Unidos, que también precisan compañía para poder sostener el enorme peso de la globalización y poder liderarla con eficiencia.

La Argentina del Perón universalista y la Argentina del Perón continentalista emergen como el claro modelo a seguir, adaptado a una época que él previó pero para la cual no dejó por escrito los detalles operativos ni el instrumental a utilizar a más de treinta años de su partida. ¿Quedan peronistas capaces de pensar las políticas adecuadas para asegurar la grandeza de la Nación y la felicidad del pueblo?

octubre 05, 2008

LA PINZA

Mientras la comunidad va pasando las diversas facturas a los Kirchner por sus sucesivas ineficiencias y evaluaciones infantiles de la realidad y mientras la justicia avanza sobre las diferentes causas que los envuelven, desde la ilegítima apropiación del PJ hasta los negociados a través de ministerios públicos pasando por las escandalosas relaciones económicas con Venezuela, tanto en títulos públicos como valijas, la pinza política que los extirpará para siempre del poder comienza a percibirse con claridad.

El principio del orden bipartidista, tantas veces definido en este foro, se ha expresado por fin en el anuncio de Elisa Carrió de confluir con su Coalición Cívica con el radicalismo y el socialismo. El espacio radical amplio y en vías de renovación queda así instalado frente a la opinión pública, facilitado para recoger la tradición radical y socialista redefinida como socialdemocracia, y para recrear su doctrina hacia el futuro. Lo que los que Kirchner pretendían hacer con su transversalismo y que no les salió.

Si la pinza en su lateral izquierdo se encuentra entonces ya lista para operar –nótese que la nueva coalición incluye al Vicepresidente Cobos- la pinza en su lateral derecho define también su forma por simetría. La formación difusa de lo que los medios llaman el peronismo disidente y este foro el peronismo a secas o justicialismo a futuro, sumado al Pro de Macri, aún confunde por lo turbio del proceso. La razón de esta suciedad reside principalmente en que los Kirchner se han refugiado en el espacio robado del PJ con la esperanza de no sucumbir, dispuestos incluso a pagar el desesperado precio de una tardía identificación con la derecha. El reguero de errores y de corrupción conspira, sin embargo, contra lo que pueden soñar como un rescate feliz de último minuto.

La construcción socialdemócrata opositora al PJ, que rechaza además una explícita asociación con el PRO de Macri, determina y apura el definitivo y perfecto temple de la pinza justiciera. Duhalde fue el primero en ver y festejar; siguen más. Los de la necesaria renovación por el lateral derecho. A ellos: ¡salud!