AVISO

A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

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Panorama político nacional de los últimos siete días

Kirchner, el peronismo y la mancha venenosa

por Jorge Raventos

Desde que se inició el año 2009 Néstor Kirchner ha dedicado buena parte de su, digamos, horario de trabajo a entrevistarse en Olivos con gobernadores, intendentes y jefes políticos distritales del justicialismo. Podría enunciarse el siguiente postulado: el tiempo de la agenda de Kirchner entregado a esos menesteres crece de manera directamente proporcional a su debilitamiento. En los momentos en que la fortuna le sonreía (los precios de los commodities ascendían, las encuestas le aseguraban el respaldo de la opinión pública, la batalla con el campo no se había desplegado ni su derrota se había consumado), Kirchner empleaba sobre todo el teléfono y, por cierto, mucho menos para oir que para ordenar. Pero los tiempos han cambiado y la necesidad tiene cara de hereje.


La mancha venenosa


Ahora hasta le ha dictado una amnistía a Alberto Fernández, a quien le cascoteaba el rancho purgándole seguidores y durante semanas no le dio ni la hora: al parecer llegó el instante en que necesita otra cabeza para ver si puede revertir lo que los estudios demoscópicos le auguran para los comicios de octubre en la Capital. El peso de Mauricio Macri y de Elisa Carrió –Pro y Coalición Cívica- en el distrito porteño es abrumador, y los viejos aliados del kirchnerismo han venido ahuecando el ala. Jorge Telerman lanza flores hacia Carlos Reutemann y no descuida ni a Felipe Solá ni a Francisco De Narváez. ¿Se avecinará un reencuentro de Kirchner con Aníbal Ibarra? Las dotes de Alberto Fernández como rabdomante capitalino siempre lo orientan hacia esa fuente de agua. Pero Ibarra es una luz para la aritmética electoral y saca la misma conclusión que –salvando las distancias- vienen meditando la mayoría de los gobernadores y líderes provinciales del justicialismo: ir a las urnas de la mano de Kirchner es como perder a la mancha venenosa.


Efectivamente, los líderes peronistas de provincias no quieren saber nada con desarrollar en las próximas elecciones una estrategia nacional, inevitablemente atada a la familia Kirchner; quieren actuar con criterio local, que se los juzgue por lo mal o bien que ellos mismos hayan hecho en sus propios distritos. Quizás exagera Luis Barrionuevo cuando afirma que "un 99 por ciento de los peronistas odia a Kirchner". El asunto ni siquiera tiene esa cuota de pasión, sino más bien un cálculo frío y racional: "con Kirchner perdemos". Diagnóstico de Carlos Reutemann: "Santa Fe será un distrito muy difícil . Junto con Córdoba, son los más débiles para el kirchnerismo. Hoy no se puede salir a hablar del Frente para la Victoria en el interior santafesino. Ahora, si hablamos del Partido Justicialista, éste preserva un piso histórico del 28 al 30 por ciento del electorado. La cuestión es quién suma el otro 15 por ciento que se necesita para ganar con comodidad". Obvio: Reutemann considera que él puede ser quien sume ese 15 por ciento decisivo, pero le molesta que Olivos haya dejado trascender que lo hará como satélite de Kirchner, y sale velozmente a tomar distancia. Anticipa que no piensa competir bajo el emblema kirchnerista del Frente para la Victoria y amenaza con abstenerse de participar si pretenden condicionarlo desde Buenos Aires: "Hoy la situación es así: un 50 % de posibilidades de que me postule para senador como otro 50% de que no lo haga".


La agenda de Kirchner tuvo un espacio dedicado al gobernador cordobés Juan Schiaretti. "La reunión fue pedida por Kirchner", hizo saber el gobernador, quien también puntualizó –con especial dedicación a los medios de su provincia que le había aclarado al marido de la presidente que "el peronismo de Córdoba tiene características propias", (por cierto: los principales referentes justicialistas, empezando por José Manuel De la Sota, levantan posiciones adversas al kirchnerismo). "Vamos a defender la provincia, el campo y una ley de coparticipación. Córdoba está poniendo más que lo que recibe", agregó Schiaretti.


El titular del Pejota se vio también, entre otros, con el gobernador sanjuanino José Luis Gioja. Trascendió poco de la reunión, pero Gioja le dijo a los medios sanjuaninos que "la mejor campaña en cualquier elección, es tratar de gobernar bien, y es lo que estamos tratando de hacer en San Juan, que es para lo que los sanjuaninos nos han elegido". La misma música localista que silban otros caudillos de distrito.


Ante estas novedades, Kirchner recibe las debidas instrucciones del jefe de la Unidad Presidente de la Casa Rosada, que es su rastreador para la política partidaria, Juan Carlos El Chueco Mazzon. La fórmula, para usar los términos que emplean en los Estados Unidos es "relax and enjoy" (traducible como "relájate y goza"). En otras palabras, el consejo le prescribe a Kirchner aceptar la realidad como viene y ejercitar el control de daños. Eso se lee más o menos así: "es inevitable que los líderes de provincias tomen distancia y se autonomicen; disimulemos las divergenciasy hagamos como si fuéramos una familia unida, así el día siguiente de la elección contamos los votos de ellos como si fueran votos de la conducción nacional". Habrá que ver si esa verónica engaña a algún toro de la política nacional. Lo que es seguro es que no va a confundir a los propios jefes de distrito: ya mismo, sin esperar al día después de la elección sacan la conclusión de la llave para liberarse del cepo kirchnerista, que los mantuvo trabados durante tantos meses, está ahora en sus propias manos.

Ni piso ni techo


Esa conclusión alcanza a dirigentes peronistas que están más allá de los límites distritales. Por ejemplo, los jefes del sindicalismo. Hugo Moyano, el dirigente gremial más próximo a los Kirchner (al menos si se atiende a sus dichos públicos) dejó claro que no está dispuesto a seguir la estrategia K en materia de ingresos. Anunció que no se guiará para discutir salarios por las estadísticas del INDEC, sino por "el índice de las amas de casa". Más claro: "no vamos a aceptar ni el techo del 10 por ciento de aumentos que quieren las empresas, ni el del 15 por ciento del que habla el gobierno". Más claro aún: los gremios trabajarán en las paritarias cercanas por incrementos del orden del 20 por ciento. La cifra tiene bastante que ver con "el índice de las amas de casa".

Según un estudio del Centro de Investigación en Finanzas (CIF), 20 por ciento es la inflación prevista por la sociedad para el año que corre. El mismo trabajo señala que la "inflación percibida" por la gente correspondiente al año que termina (con datos parejos de todo el país) fue de 30 por ciento: cuatro veces más que la que midió el INDEC. "La magnitud de la brecha indica que el IPC oficial ha subestimado los incrementos en los precios al consumidor", destacan los analistas. Es claro el motivo por el cual Moyano le cree más al Indec de las amas de casa.


Aunque el liderazgo del camionero está en cuestión, uno de sus principales desafiantes, Luis Barrionuevo, admite que "en los grandes temas, que tienen que ver con los trabajadores, siempre hubo estrategias en común". Barrionuevo apunta contra Moyano porque "fue funcional a los Kirchner y se sacó la foto con ellos congelando el salario de los trabajadores", pero agrega que si este año la CGT se juega por las paritarias libres y sin techo, "si él me demuestra que está con los trabajadores, le vamos a creer". Moyano ha salido a proclamar paritarias "sin piso y sin techo". En resumen: también en el campo sindical el realismo empuja a sus dirigentes a tomar distancia de Kirchner y su esposa, la presidente.


Otros índices, más allá del salarial los empujan en ese rumbo: los índices de pobreza (personas cuyos ingresos no superan el costo de la canasta básica) han superado el 30,5 por ciento (una tasa más alta que la de dos años atrás). El país cuenta con 12 millones de personas bajo el límite de la pobreza y 4.200.000 personas relegadas por debajo del nivel de la indigencia, que no pueden afrontar el costo de la canasta básica alimentaria. Aunque la crisis endógena e importada no ha alcanzado un punto de clímax, hay analistas que estiman que si la economía argentina sigue sin crear empleo durante todo este año, unos 300.000 argentinos pasarían a engrosar las filas de desocupados, que hoy superan el millón doscientos mil.

Tranqueras adentro


El campo no ha tomado distancia del oficialismo. Allí es al revés: es el gobierno K el que toma distancia del campo. Hace jueguito para la tribuna, y produce anuncios referidos al campo sólo destinados a exhibir ante la opinión pública una presunta vocación negociadora que, a los ojos de los productores, es más bien una voluntad provocadora. Los chacareros comentan con amarga ironía que no les sirve de nada que les ofrezcan créditos para comprar maquinaria cuando el gobierno dinamita la rentabilidad con sus retenciones, sus regulaciones y sus prohibiciones. Alegan que es una broma de mal gusto prometer la rebaja de un punto adicional de retenciones por cada millón extra de toneladas de maíz o trigo que se coseche por sobre la media, cuando es obvio que este año ambos cultivos van a caer a la mitad de su producción anual por el desaliento que genera el propio gobierno con su política. Agricultores, ganaderos, lecheros están indignados porque el gobierno no sólo no los escucha, sino que ni siquiera los oye, ni oye a los asesores que podrían ilustrarlo sobre la dramática situación que vive el campo, brutalmente agravada por la sequía. De esa indignación cabe esperar un retorno a las medidas de lucha del campo, que en lugar de empezar en marzo, se adelantarán a febrero.


Los meses próximos serán escenario de esa renovada pelea del campo, de la pulseada sindical por las paritarias, del desarrollo de la crisis que ya se expresa en suspensiones y despidos, y también de las tensiones que emergen de la pura lógica política. El zapatazo lanzado por Luis D'Elía contra el jefe de gabinete, Sergio Massa, acusándolo de "lamer las botas" de Estados Unidos, Inglaterra e Israel es otra muestra de las pugnas intestinas que padece el menguado frente oficialista. El kirchnerismo ha zigzagueado entre distintas posturas: en rigor, sus definiciones ideológicas son irrelevantes; lo que lo determina todos sus movimientos, en escenarios locales o internacionales, es su objetivo de hegemonía doméstica. Como lo describió Luis Barrionuevo: "Destruyó los partidos políticos con el cuento de la transversalidad, hizo un rejunte y terminó volviendo al peronismo. Ahora está con la vieja política de la que el matrimonio renegaba, terminó necesitando de los intendentes del Conurbano y hoy los besa y los abraza en Olivos". El verdadero problema de Kirchner es que esa necesidad ya empezó a ser no correspondida.

enero 25, 2009

LA CONVERGENCIA: MODOS DE ORGANIZACIÓN

Fuera del actual Partido Justicialista ilegal dominado por los Kirchner, han comenzado a organizarse núcleos políticos peronistas diferenciados de cara a las elecciones 2009. Unos aspiran a obtener elecciones libres y reorganización en un renovado Partido Justicialista, con o sin los Kirchner que difícilmente muden a una actitud democrática que los convierta en minoría, y otros se refugian en estructuras partidarias alternativas. Se trata, en todos los casos, de construir una alternativa que constituya una mayoría antikirchnerista en el Congreso vía las elecciones de Octubre del corriente año. El antikirchnerismo peronista se divide a su vez en dos grandes grupos: el antikirchnerismo duhaldista, una continuidad ideológica más moderada de los Kirchner, y el antikirchnerismo liberal, el que verdaderamente importa a la hora de construir una novedad política.

Por una equivocada estrategia de sumar votos a cualquier precio, aún el del engaño, en la Provincia de Buenos Aires, los grupos que siguen a Felipe Solá y a Francisco de Narváez, se apoyan en un duhaldismo que, sin la billetera nacional, sólo puede prometer algunos votos, un cierto conocimiento un poco desactualizado del terreno y mucha confusión ideológica acerca de las soluciones argentinas. Más inteligentes, Jorge Macri y Diego Santilli apuntan a una verdadera renovación con el auténtico color peronista, el del cambio.

A nivel nacional, un José Manuel de la Sota prefiere aunar voluntades para el 2011, sin correr riesgos personales en el 2009. En idéntica categoría de inasible, se encuentra Carlos Reutemann, que puede ser menemista, duhaldista, kirchnerista o lo que venga, sin que le tiemble el volante. Más decidido, impulsando su propia gente, y construyendo poder de modo clásico y consistente, se encuentra Alberto Rodríguez Sáa. Apartados, pero moviendo hilos, el ya mencionado Duhalde y Carlos Menem. Del lado liberal, aliado de facto al peronismo liberal antikirchnerista, unos cuantos nombres: Mauricio Macri, Domingo Cavallo y los que pugnan por la herencia de Alsogaray y la UCD.

Lo que se destaca en este conjunto de voluntades antikirchneristas es el incipiente movimiento peronista-liberal, diferenciado de la otra oposición a los Kirchner, la radical –socialdemócrata encarnada por Carrió, Binner, Cobos y otros aspirantes del Partido Radical y del socialismo. Una pista clara para Reutemann, si decide encarar la carrera de modo cierto esta vez.

La convergencia es movimiento, en esta instancia de comienzos de año. Deberá transformarse en un movimiento con buena intercomunicación antes de Marzo y comenzar a trabajar en una presentación común en las elecciones, considerando que hay que predominar sobre la voluntad pública llevando claridad institucional.

La convergencia encarna la única idea nueva que puede reorganizar con éxito a la Argentina: peronistas y liberales con el total de la razón política, y no con la mitad cada uno, listos para ganar a todas las formas de la hasta ahora inservible social democracia, se llame ésta radical, duhaldista, kirchnerista o de Carrió.

enero 24, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

La fábula de los
dos Comandantes

por Jorge Raventos


La primera vez que me engañes la culpa será tuya;
la segunda vez, la culpa será mía.
Proverbio árabe

Si se requería una prueba irrefutable del descrédito alcanzado por la palabra del gobierno, basta analizar lo ocurrido con el misterioso encuentro entre Fidel Castro y la señora Cristina de Kirchner en algún lugar de La Habana, cuando ella ya estaba a punto de dejar la Isla en busca de otro comandante. Una ola de mordaz escepticismo rodeó la afirmación de la dama de que el contacto, tardío y todo, se había efectivamente producido. Hizo falta que –dos días más tarde- apareciera una fotografía destinada a testimoniar ese instante fugaz, para que la afirmación de la presidente de la Argentina fuese reticentemente admitida. La propaganda oficial se apresuró a colgar la foto en Internet (retrato de artista veterano, esforzándose en mantener la mirada firme, acompañado por admiradora en tailleur color salmón) y hasta distribuyó un video del instante en que la señora exhibe ese esperado trofeo a sus acompañantes, ya en la ciudad de Caracas.


La moraleja de la fábula habanera dice que pocos creen lo que afirma el oficialismo y hasta la exhibición de pruebas genera sospechas. Ciertamente, el matrimonio reinante cosecha lo que ha sembrado: desde aquella célebre instrucción que Néstor Kirchner les regaló a los empresarios españoles en Madrid en una de sus primeras giras ("No tomen en cuenta lo que digo, sino lo que hago") hasta esa opera magna de la ficción que son las estadísticas del INDEC, que difunde como si fueran palabra santa, el gobierno se ha empeñado tercamente en dinamitar su credibilidad jugando al pastor mentiroso.


Hace unos días, Beatriz Sarlo comentó el tema en una penetrante columna del diario La Nación: "Las mentiras –advirtió- pueden ser prudentes o imprudentes, según sea su verosimilitud, es decir, su capacidad retórica de convencer. La de Kirchner respecto de los datos de la inflación indica que se siente desligado de un principio de verosimilitud y que, por lo tanto, puede decir cualquier cosa". En rigor, esa actitud contamina todo el relato oficial e induce a sospechar de todo, inclusive de lo que puede parecer evidente.


En cualquier caso, y para agravar la situación, la reunión de la señora de Kirchner con el Comandante Castro distaba de pertenecer al mundo de lo obvio. Ni la señora ni su comitiva, ni el jefe de su diplomacia podían dar garantías de que el encuentro iba a producirse. La lipotimia que una semana antes había frustrado el viaje original apenas alcanzaba a disimular que el viaje a Cuba en ese momento no tenía aún ningún rédito visible para la presidente: no le garantizaban su ansiada foto con Castro y además le rechazaban cualquier tratamiento público de la cuestión general de los derechos humanos, de los conculcados derechos políticos de los disidentes del régimen castrista, de la situación de los presos de conciencia y, más que otra cosa, le vedaban cualquier reunión con la señora Hilda Molina, abuela de dos nietos argentinos que reclaman desde Buenos Aires la unificación familiar.


La señora de Kirchner, que como su esposo prometió no dejar sus principios en el umbral de la Casa Rosada, se mostró más dispuesta a olvidarlos en el aeropuerto de La Habana y acató todos los silencios que le impuso el régimen cubano. Las viajera hizo difundir el concepto de que el ceremonial y la etiqueta no permitían que recibiera a disidentes políticos ni que hablara sobre el caso (o con) Hilda Molina, evidenciando así que el kirchnerismo se ata mejor a los protocolos como huésped de Castro que como anfitrión de un presidente norteamericano. Los Kirchner no tuvieron esos mismos pruritos ni ese espíritu versallesco cuando organizaron con Chávez la llamada "contracumbre" para hostigar a George W. Bush en Mar del Plata. El comportamiento reveló también que para la señora de Kirchner los derechos humanos no son un principio universal, sino fundamentalmente una consigna de uso doméstico.


Pero la visita a La Habana transcurría sin novedades apasionantes. La señora asistía a reuniones universitarias y escuchaba la charla de Raúl Castro, que en el cincuentenario de la Revolución tiende prudentemente a desplazar aquellos fervores románticos de la Sierra Maestra por inquietudes eficientistas. La señora ya había obtenido cincuenta fotos con el hermano vicario, pero le faltaba la estampita con el Hermano Grande. Los teléfonos repicaron entre La Habana y Olivos transmitiendo la angustia presidencial, el riesgo de renovadas lipotimias. Los teléfonos conectaron a Olivos con Caracas: Chávez tenía que conseguir la foto póstuma, para algo era un amigo. Al fin de cuentas, el viaje a Venezuela en la semana de la asunción del nuevo presidente estadounidense implicaba una renovada colaboración con la causa bolivariana.


Es sabido que, pese al derrumbe actual del precio del petróleo, la billetera de Chávez le sigue garantizando vara alta en el continente, inclusive con el régimen cubano. Al menos mientras sobreviva Fidel. La ayuda venezolana sigue siendo importante para la economía de la Isla, aunque la crisis la encoja y la promesa de Barack Obama de facilitar los giros de residentes cubanos en Estados Unidos y aflojar el embargo termine relativizando su importancia. Por momentos parece que esa ayuda le hubiera bastado al venezolano para comprar llave en mano algunas palancas de la política cubana, entre ellas la comunicación oficial sobre la salud de Fidel Castro.


Al parecer una gestión de Chávez ante el mismísimo Comandante terminó allanando lo que la señora consiguió en La Habana: una foto rápida tomada por un custodio del doctor Castro (la dama no pudo llevar comitiva a la cita, y menos que menos a su chasirete personal) y un texto inverosímil que el Granma publicó con la firma de Fidel, donde se misturaban comentarios sobre Obama con descripciones del vestuario de la señora de Kirchner. Misión cumplida. Ahora sólo quedaba esperar la copia en 18 por 24 y dedicar dos jornadas a hacer de partenaire del buen amigo bolivariano (el video que eterniza ese show ya triunfa en YouTube).


¿Valía la pena esa gira, en esa oportunidad, para los resultados obtenidos?


Se han oído críticas por la idea de visitar a Castro y a Chávez precisamente cuando el mundo contemplaba lo que se ha definido como el nacimiento de una nueva era en los Estados Unidos con la asunción de Barack Obama. Esas críticas son exageradas y no dan en el blanco. Es cierto que la señora debía haber viajado una semana antes y la lipotimia le arruinó el traslado; no es menos cierto que, puesto que se había producido la postergación, bien podía Buenos Aires saltearse otra semana y eludir la competencia con los acontecimientos de Washington. Es verdad, asimismo, que hay asuntos urgentes que tratar en la Argentina, como la situación del campo, sometido a la doble maldición de la sequía y el castigo oficial, o la de una industria frenada que suspende o despide operarios y los pone ante la disyuntiva del desempleo o la baja de salarios. Pero aunque la ocasión no haya sido la mejor, no es la visita la que provoca el aislamiento internacional de la Argentina, sino más bien, a la inversa, es el aislamiento lo que impulsa a esas visitas y nubla la visión en cuanto a la elección de oportunidades.


La difusión planetaria de la asunción de Barack Obama como presidente número 44 de los Estados Unidos funcionó como gran telón de fondo de las vicisitudes del viaje de la señora de Kirchner. El mundo, junto a sus propios compatriotas, le otorgó un crédito amplio al joven mandatario, americano de primera generación, hijo de un africano: se lo juzga un líder natural, que en un momento de honda crisis viene a proyectar la fuerza de los Estados Unidos con un espíritu de concordia y diálogo y un estilo seductor y moderno.

Inevitablemente ese modelo incidirá en la opinión pública de otros países, valorizando a líderes de rasgos análogos y depreciando a quienes representen estilos agresivos, autoritarios, vulgares y capciosos. Hasta un asesor de imagen de Néstor Kirchner, Fernando Braga Menéndez, subraya que "agranda la figura de Obama" la comparación con "un tipo pendenciero, desafiante y violento". Esta descripción de Braga no alude a figuras locales, claro, sino a George Bush, pero sirve como modelo general.


¿Fue útil para los Kirchner, en términos de imagen, reiterar su exposición junto a Chávez cuando la comparación con el flamante modelo Obama estaba tan a mano para la opinión pública? Puede parecer una pregunta astuta, pero en realidad se trata de una pregunta desubicada. Los Kirchner no eligen una cosa u otra: son más bien empujados por la física de la política al espacio donde su naturaleza los ubica. Pueden hablar de asuntos celestiales: de derechos humanos, de progresismo, o de justicia distributiva, por ejemplo. Pero, siguiendo la paradójica enseñanza de Néstor Kirchner, antes que atender a sus palabras, hay que juzgarlos por sus actos. En efecto, son las conductas las que no engañan.

enero 19, 2009

EL PAÍS DE LAS VACAS FLACAS

No se trata ya sólo de la escasa habilidad para solucionar el conflicto con el campo, ni de comprender cabalmente los efectos de la excepcional sequía, ni siquiera de crear una respuesta eficaz ante la crisis económica mundial. Lo que el actual gobierno argentino no puede hacer es optar por un programa global de creación de riqueza, continuando la más ineficaz tradición del peronismo, e intentando sin éxito alguno repetir la mejor de sus tradiciones, la del reparto. Ni de derecha ni de izquierda, y mucho menos peronista, el actual gobierno es la nada, una peligrosa nada incrustada en el país de las vacas flacas.

Lo único cierto es la creación de más miseria y el ocultamiento de ésta bajo la alfombra de las falsas estadísticas. Tampoco se producen novedades políticas dignas de ser comentadas, por lo cual todo escrito acerca del actual gobierno peca de redundante e, invariablemente, termina por aburrir. El único tema que apasiona es el de la retirada: si se tratará de un final abrupto o de un alejamiento suave vía elecciones perdidas. Pero ahora no es el hambre del pueblo el que dicta los tiempos; al pueblo se le han agregado las vacas que antes servían para alimentarlo. No hay quien pueda comer bien y pronto, no habrá qué comer. Con tanta gente de vacaciones, una inflación que parece haber aminorado, y un consumo que aún no se ha retirado del todo, parece una exageración describir a la Argentina en esos términos. Sin embargo, esa comienza a ser la realidad en muchos lugares de la Argentina.

Los Kirchner eligieron para la Argentina un destino miserable. ¿Es eso peronismo? No, se puede acusar al peronismo de haber repartido la riqueza y de no haber generado riqueza adicional, pero no se puede acusarlo de haber creado miseria. De haber elegido el reparto y el crecimiento acotado y controlado, sí; de inventar pobres, no. La característica del peronismo ha sido, por el contrario, la de crear ricos, la del ascenso social, la del auténtico progreso democrático en la economía.

Por lo tanto, lo que el peronismo espera es el nuevo liderazgo que sepa aunar los dos factores esenciales para lograr la grandeza de la Nación y la felicidad del pueblo: capacidad para planificar la creación de riqueza y creatividad para el reparto. No es precisamente la hora de los chantas, ni de los ignorantes, sino la de los que saben. Los que saben como pasar de las pocas vacas flacas, a las muchas vacas gordas, y llevar además el bifecito y todas las proteínas a la mesa de cada argentino. Los que saben cómo volver al orgullo del pueblo bien alimentado, sano, inteligente y estudioso. La militancia puede hacer un gran favor a los argentinos ayudándolos a tener bien claras las prioridades en la selección de nuestro nuevo personal administrativo nacional e instándolos a levantar bien alto la barra de la exigencia. ¿Qué aspirante a líder tiene hoy el mejor currículum para exhibir? Precisamos hoy, antes que nada, un pueblo que cumpla su rol de empleador con el máximo profesionalismo. El que pretende exigir a sus representantes, justamente.

enero 17, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

"El campo tiene razón"
por Jorge Raventos

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, es un hombre que mide meticulosamente sus palabras. Especialmente cuando habla de temas que pueden irritar la sensibilidad de la familia Kirchner. Hay que descartar, por lo tanto, que su frase: "Esta vez el campo tiene razón", haya sido producto de una ligereza verbal o de una improvisación. Scioli sabe que el matrimonio presidencial nunca pudo digerir la derrota política que se autoinfligió al embarcarse en una batalla con los productores agrarios y con la Argentina interior y que no ha resignado su deseo de "poner de rodillas" al campo.

El propio gobernador bonaerense, pese a su íntima reticencia, pagó un precio político en 2008 por haberse mantenido fiel a la confrontativa estrategia impuesta por Néstor Kirchner, pero avisa ahora que no está dispuesto a repetir la prueba en 2009. Scioli había marcado hasta ahora diferencias con el gobierno nacional en temas sin duda importantes, pero a los cuales en Olivos no se les asigna jerarquía prioritaria: drogas y e inseguridad. Al incursionar en el tema del campo sabe que se aventura en zona de riesgos, ya que la provincia es financieramente dependiente de la caja central. Pero es obvio que el gobernador de una provincia con el peso agro-ganadero de Buenos Aires no puede abstenerse de hablar cuando el campo, ya golpeado por la intransigencia y las políticas chapuceras del gobierno central, sufre además el desastre natural de la sequía.

Por otra parte, en el terreno del cálculo estrictamente político, es posible que Scioli haya llegado a la conclusión de que su lealtad al gobierno central no era debidamente correspondida. El gobierno nacional, aunque desconfía de Carlos Reutemann, parece predispuesto a ayudarlo con vistas a los comicios de octubre porque lo considera la única carta disponible para evitar una derrota oficialista en Santa Fé. Y si Reutemann tiene esa posibilidad es, buena medida, por haberse comprometido con el campo en la batalla de las retenciones. ¿Por qué no imitar a Reutemann en la provincia de Buenos Aires?

Las entidades rurales, tanto como muchos dirigentes políticos (inclusive justicialistas) expusieron su escepticismo ante el viraje de Scioli, que en el mejor de los casos consideraron tardío o estimaron como una maniobra táctica o un paso "oportunista". Más que imaginar maniobras maquiavélicas personales, conviene reparar en un maquiavelismo de las cosas: cualquiera sea el motivo que empuja al gobernador a diferenciarse, lo que resulta evidente es que la realidad lleva a la dirigencia del oficialismo que no quiere perder su poca o mucha representatividad a alejarse de las políticas centrales del kirchnerismo. Cada día que pasa es más evidente que el peronismo toma distancia de la familia gobernante.

Otro gobernador, el sanjuanino José Luis Gioja, que ya adelantó ambiciones presidenciales para 2011, viene de afirmar que "con los resultados de 2009 deberíamos sentarnos todos los peronistas a una mesa de consenso y redefinir qué queremos como partido". La idea de "sentarnos a una mesa" parece una propuesta obvia, ingenua, inocente. Error: en el universo kirchnerista esa moción es tan corrosiva como el ácido. Kirchner huye de las reuniones en las que todos se sienten pares. Más generalmente: huye de las reuniones. El matrimonio no citó jamás un plenario de gabinete. La propuesta de Gioja supone, en los hechos, discutir el liderazgo partidario que hasta ahora los gobernadores le reconocen a Néstor Kirchner, diluirlo en un consenso. Aunque la idea se proyecte hacia después de los comicios de octubre, difundirla hoy implica discutir ya mismo la conducción.

El espíritu de Fronda que reina en el PJ brota en múltiples lugares. Gerónimo Venegas es el secretario general de las 62 Organizaciones, dirigente de los trabajadores rurales y hombre de estrecha amistad de Hugo Moyano. Muchos observadores atentos de la vida sindical aseguran que Venegas dice en voz alta muchas cosas que Moyano prefiere momentáneamente callar. "Néstor Kirchner armó cosas fuera del peronismo que desvirtuaron su esencia –dice hoy, por ejemplo, Venegas-. Yo pretendía un presidente del PJ que hablara de los lineamientos del partido. No hay internas ni las bases participan." ¿Podrá Kirchner designar al próximo candidato justicialista? Venegas responde con un silogismo: "Si Kirchner fracasa en su intento de ser candidato, ¿cómo va a tener la fuerza necesaria para imponer a alguien?"

Venegas –como Reutemann, como Juan Schiaretti, como los hermanos Rodríguez Saa, como Juan Carlos Romero, como Carlos Menem, como Felipe Solá, como Eduardo Duhalde, como Jorge Busti- apoyó al campo en la batalla de las retenciones de 2008 y hará lo mismo este año. Que Daniel Scioli se incorpore, con su propio estilo, al club de los peronistas que piden soluciones para los productores agrarios muestra hasta qué punto Néstor Kirchner ha perdido consenso precisamente en el tema en que ha concentrado su empecinamiento.

El vacío que Néstor Kirchner ya empieza a experimentar en el peronismo es muy significativo. En sus días mejores, él edificó un sistema de poder hipercentralizado, un "Unicato", confiscando recursos del país y expropiando poder a las instituciones (cámaras legislativas, gobiernos provinciales y buena parte del sistema judicial); un dispositivo hegemónico, construido sobre la base del empleo de la caja, el disciplinamiento estricto, el manejo de la calle y la confrontación permanente.

Ese dispositivo tocó un límite fuerte cuando, a diferencia de los enfrentamientos del primer período presidencial (enfocados en sectores vulnerables o debilitados ante la opinión pública), en la nueva era de bicefalismo, con la esposa de Kirchner en la Casa Rosada, el gobierno se enfrentó con la cadena de valor agroindustrial, que no depende de los subsidios estatales, sino que –más bien- los sostiene. A partir de esa pelea perdida, el peronismo empezó a tomar distancia de una política que no só perdió el apoyo de las clases medias urbanas, sino que levantó en su contra a las clases medias rurales y amenaza con aislar al PJ de la mayoría de la sociedad argentina.

En un partido cuya vida interna no hubiera sido anestesiada, esas dificultades habrían dado lugar a un fuerte debate interno, a correcciones de rumbo. Pero puesto que la rigidez es uno de los componentes centrales del dispositivo kirchnerista, este no puede flexibilizarse sin riesgos de disolución. Está en su propia lógica interna confrontar hasta el fin.

Al comenzar 2009, el gobierno se dispone a afrontar una nueva batalla con el campo: la está provocando porque busca una revancha. Y por si eso fuera poco, parece procurarse otros frentes de confrontación: grandes empresas, bancos y medios en los que el sistema kirchnerista quiere meter la mano.

Debe afrontar asimismo la debacle social, que ya era visible durante el 2008 ("Desde 2007 para acá el hambre crece junto a la economía", sentenciaba entonces el diputado Claudio Lozano); todavía la producción no había sufrido el paráte que hoy experimenta aún sin haber tocado el centro de la crisis. Las movilizaciones del campo y las de núcleos industriales como Villa Constitución o San Nicolás son adelantos de lo que viene.

enero 10, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

Entre la lipotimia
y la hipertensión

por Jorge Raventos

Un cuadro de lipotimia y anemia obligó a la señora de Kirchner a posponer su viaje a Cuba. El contratiempo fue, en cualquier caso, políticamente oportuno: al momento de su indisposición, el viernes 9 de enero, la dama aún no había recibido de su canciller, Jorge Taiana, ninguna noticia positiva (o, al menos, prometedora) sobre los trapicheos diplomáticos con el régimen de La Habana destinados a que durante la visita pudiera anunciarse algo en relación con la suerte de la doctora Hilda Molina y de su madre, dos ciudadanas cubanas que reclaman el derecho de viajar a Buenos Aires para reunirse con su familia argentina. Las autoridades cubanas han sostenido con intransigencia que la doctora Molina no puede abandonar la isla. La Casa Rosada apostó a que el giro "realista" que Raúl Castro procura imprimirle al gobierno cubano desde que reemplaza a su hermano Fidel ablandaría aquella postura e hizo saber a la cancillería cubana que la señora de Kirchner no estaba en condiciones de ignorar el tema y aspiraba a presentarse ante la prensa con alguna buena nueva. Pese a esa sostenida presión de Buenos Aires –destinada principalmente a cuidar la imagen presidencial-, el viernes 9, en vísperas de la partida de la muy amplia delegación argentina, los cubanos no habían comprometido nada sobre el asunto. Buen motivo para una lipotimia, uno de cuyos factores determinantes es el estrés.


No sólo la aparente indiferencia cubana puede alterar la tensión del gobierno. El mismo viernes 9 se hacía pública la decisión de la asamblea ambientalista de Gualeguaychú de endurecer y aun extender el bloqueo de los pasos a Uruguay. "No están ni la provincia de Entre Ríos ni la ciudad de Gualeguaychú solas en esta lucha –había afirmado Néstor Kirchner, orador ante esa asamblea, en mayo del año 2006-. La República Argentina en su rica pluralidad y diversidad está con ustedes". Ahora el mensaje del oficialismo sobre ese asunto ha cambiado notablemente. El gobierno nacional ha instruido al gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, para que despliegue un discurso duro: "Los cortes se deben terminar de una vez y para siempre". El jefe de gabinete nacional, Sergio Massa, frasea la misma melodía y, por si quedaran dudas, Néstor Kirchner lanzó a Luis D'Elía, su Ciriaco Cuitiño, a advertirles a los asambleístas que su protesta "ya agotó a toda la sociedad". ¿Qué es lo que lleva hoy a los cruzados oficialistas a objetar medidas que en su momento consideraron "una causa nacional" y a presionar a los mismos ambientalistas que hasta hace poco halagaban? Para entenderlo, conviene recordar que Néstor Kirchner vio frustrada su candidatura a la presidencia de UNASUR (el agrupamiento de estados suramericanos) por el veto que le impuso la República Oriental del Uruguay, principalmente en virtud de la conducta del gobierno argentino en relación con los bloqueos a los puentes binacionales. Empeñado en hacerse de aquel cargo honorífico, Kirchner quiere resolver el tema de los bloqueos antes de la próxima reunión de UNASUR, en abril, con la expectativa de que –allanado ese problema- el gobierno de Montevideo levantará el veto. Es cierto que Dios escribe derecho en renglones torcidos, pero resultaría más que irónico que las relaciones entre dos países tan íntimamente vinculados como Argentina y Uruguay terminaran resolviendo un diferendo de esta naturaleza por una caprichosa motivación personal.


En todo caso, habrá que ver si su tardío cambio de casaca le alcanza a Kirchner para salvarse del veto. Por un lado tendrá que vencer la resistencia de los asambleístas, que parece haber reverdecido precisamente al tomarse nota de su interesado salto ornamental. Por ora parte, el gobierno de Tabaré Vásquez ha hecho saber que espera más que el levantamiento de los bloqueos: quiere garantías plenas sobre la libertad de tránsito en las fronteras y aspira además a que la Casa Rosada levante las trabas que impiden el dragado de un canal del Río de la Plata –el canal Martín García-, indispensable para facilitar la navegación de carga.


El gobierno K inició el año 2009 agobiado por la convicción de que ha comenzado un ciclo de malas noticias. Ni mencionar las que surgen de la política, que revelan la incontenible fuga de aliados y la convicción generalizada de que se ha iniciado ya el "poskirchnerismo" (sea esto lo que sea). Aunque se les preste menos atención, los síntomas ominosos llegan desde todos los campos.


En principio, antes de sufrir la lipotimia, la señora de Kirchner había ordenado al presidente del Banco Central que postergara su informe monetario al Congreso (la Carta Orgánica de la institución obliga a rendirlo antes del fin de cada año). El gobierno trató de evitar que se debatiera en las cámaras lo que ya se debate ampliamente en los medios económicos: tanto la fuga de capitales (se estima que en 2008 salieron del país en volúmenes mayores a los de la crisis del 2001/2002: 20.000 millones de dólares) como la veracidad de las cifras oficiales sobre reservas.


Algunos distinguidos especialistas, como los doctores Agustín Monteverde y Roberto Cachanosky, sostienen que el BCRA infla marcadamente esos números no contabilizando ventas a futuro y registrando como reservas internacionales préstamos del Banco de Basilea. "Las reservas netas deducidas esas obligacione (pero incluyendo aún los fondos recibidos del BIS y las ventas a futuro) son entonces 22549 millones de dólares (45906 – 23357), lo que ya resulta inferior a la mitad de las reservas informadas por el BCRA", sostiene Monteverde, por ejemplo.


En el terreno de la producción, el paisaje no pinta menos penumbroso.Las cifras más dramáticas llegaron desde un sector que fue pilar de la reactivación de los últimos años: la industria automotriz. Aunque merced a los números del primer semestre el balance del 2008 no resultó negativo, el mes de diciembre refleja con brutalidad la nueva tendencia: ese mes la producción sufrió una caída de 47,3 por ciento, en relación a diciembre de 2007 y de 37,5 por ciento en relación con noviembre de 2008. Por su parte, las ventas de automóviles al exterior cayeron en diciembre un 41,7 por ciento con relación a noviembre y bajaron un 40,4 por ciento frente al último mes de 2007. Los pronósticos de las fábricas son pesimistas. Honda decidió postergar su anunciada instalación en Campana. Otras grandes fábricas informaron al sindicato de mecánicos que dejarán de producir los días viernes e incrementarán los licenciamientos de operarios.

Licenciamientos, suspensiones y despidos no son exclusivos de la industria automotriz. La CGT registra más de 2 mil despidos en la industria automotriz y más de 3.800 cesantías y 4.500 suspensiones en diferentes rubros del sector metalúrgico. También, los bancarios han denunciado que las entidades Financieras privadas despidieron en forma "encubierta" a más de 1.500 empleados entre septiembre y noviembre últimos. Esas cifras son parciales u optimistas, según se las mire. La Central de Trabajadores Argentinos (CTA) estima en al menos 47.418 el número de trabajadores afectados por despidos, suspensiones, adelanto de vacaciones, inestabilidad laboral y recortes de jornada. El mes de diciembre registró –según datos oficiales (poco difundidos, es cierto) - 6.517 despidos y 39.270 suspensiones, un incremento interanual de 1.800 por ciento en materia de cesantías y de 1.200 por ciento en cuanto a suspensiones, consecuencias –antes que de la crisis financiera internacional- de desatinos internos generadores de desconfianza, como la inconclusa lucha del gobierno con el campo y la confiscación de los fondos jubilatorios de capitalización. Los despidos afectan principalmente a actividades de construcción, cuero, madera, frigoríficos, pesca, textil, metalurgia y comercio.


Ese paisaje sombrío se oscurece más con la previsión de Siderar, la gran empresa siderúrgica de Techint con sede en San Nicolás, de cesantear a 2400 operarios en las próximas semanas. Los trabajadores pertenecen a los gremios de metalúrgicos y construcción y su actividad estaba pensada para los trabajos de reforma de un alto horno de fundición de la planta, una inversión que ahora será suspendida. Muy cerca de allí, en Villa Constitución, la empresa Paraná Metal, que se declaró en convocatoria y suspendió sin goce de sueldo a 1200 trabajadores, sigue ocupada por los operarios.


Luego está el tema del campo. Si el gobierno no cambia de actitud frente a los productores, desde fines del mes de febrero verá reavivarse las movilizaciones que agitaron al país en 2007. En rigor, si los vaticinios dependieran del clima que se vive ya mismo en las asambleas agropecuarias del país, habría que adelantar el pronóstico y asegurar que el conflicto estallará mucho antes. Si eso no ocurre es porque las conducciones de las entidades están tratando de tranquilizar los espíritus y, en algunos casos (como en Entre Ríos), están procurando que la protesta no perjudique al turismo y los servicios en esta época más o menos propicia del año. En La Pampa,los productores ya se hicieron ver y oir el sábado 3: protestaron de a caballo al paso de la primera etapa del rally Dakar 2009, que concluía en Santa Rosa.
La atmósfera de las semanas y meses próximos acaso sea menos pintoresca, y la protesta se torne menos festiva.


Conviene tomar en cuenta estos hechos, porque el 2009 político - electoral seguramente estará determinado por los acontecimientos de un 2009 económico y social, que producirá lipotimias o hipertensiones.

enero 05, 2009

LA CONVERGENCIA MÁS TEMIDA

Hay algo nuevo gestándose en la profundidad de la política. Mientras los Kirchner se ufanan de su expansión propagandística en Internet -¡si sólo tuvieran algo interesante para comunicar!- la política real se va organizando bajos sus narices sin que siquiera lo perciban. Ocupados en dividir a la oposición, transando en la aceptación de una pequeña minoría de derecha y engrandeciéndola, o consintiendo la crítica republicana de Carrió porque les permite ganar tiempo y eludir la oposición económica, poco pueden hacer frente a la oposición real del pueblo argentino que reclama más institucionalidad pero, sobre todo, más inteligencia en la economía y en la distribución.

El pueblo argentino aparece aún, sin embargo, dividido por su arrastre histórico, y en consecuencia, los líderes de las diferentes corrientes históricas, avanzan entre escollos cognitivos todavía no resueltos y proceden con cautela en la creación de una fuerza política única, temerosos de ir más rápido que el electorado. La vieja disyuntiva liberalismo o peronismo pareció zanjada en los 90, gracias a la acción conjunta de Menem y Cavallo, y sólo la reacción del peronismo más atrasado y menos imaginativo ayudado por las izquierdas igualmente regresivas, detuvo lo que se iba construyendo como el desarrollo óptimo para la Argentina. El pueblo, a pesar de los pobres resultados que hoy vemos, comparados con el progreso de los 90, duda acerca del sistema que le conviene, anclado en los problemas que durante esa misma década no se pudo resolver. La vieja disyuntiva ideológica lo atrapa como una red de la cual no puede salir sin darse cuenta aún de que la respuesta no está en la oposición de los antiguos antagonistas sino en su conjunción.

¿Quiénes crearon riqueza en la Argentina? Los liberales. ¿Quién enseñó a repartirla? Perón. Hoy, después de la pésima y engañosa gestión de un mal peronismo encarnado por Duhalde y los Kirchner, la Argentina vuelve a precisar lo mismo que precisaba en la era post-Alfonsín: creación de riqueza y reparto inteligente. La conjunción peronista- liberal o liberal- peronista es la respuesta obvia. El pueblo argentino, por razones de salud, ya nunca más debería separar esos dos términos: en el siglo XXI no hay liberalismo posible que no sea además peronista ni peronismo posible que no sea además liberal.

Las tradiciones unidas, en el mismo sentido de protección de la Nación y del pueblo - la guerra civil de integración democrática terminada- y una sólida y exitosa experiencia histórica de las dos parcialidades, la del crecimiento y el progreso y la de la justicia social, son el basamento teórico de lo que hoy, sin demasiado ruido, se está construyendo como la única alternativa para reorganizar la Argentina. La potencia de la verdad es lo único que, finalmente, hace historia.

enero 03, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

Las fuerzas centrífugas
por Jorge Raventos

Escrutado desde el mirador de el Calafate, al iniciarse el 2009 el país parece un aula alboratada y en desorden, donde ya luce improbable que el Gobierno restablezca la añorada disciplina de los primeros años K. El bullicio se ha generalizado tanto que hasta los silenciosos se han lanzado a hablar. Carlos Reutemann inauguró el año con declaraciones no por parcas menos elocuentes: se anotó en el largo listado de aspirantes potenciales a una candidatura presidencial en 2011. "Esta vez vale la pena pensarlo", arriesgó.

Es cierto que hasta la encrucijada de las presidenciales restan más de mil días -una eternidad-, pero en El Calafate, quizás por hipersensibilidad, no desprecian el lenguaje simbólico, interpretan y hasta sobreinterpretan los signos políticos.Y saben que, más allá de que concrete o no eso que sonó como una promesa reticente, lo que Reutemann está refirmando es que en 2011, más allá de los formalismos que lo tienen como presidente del Partido Justicialista, Néstor Kirchner no sólo no podrá sostener una candidatura propia ni una de su círculo familiar, sino que ni siquiera estará en condiciones de definir la fórmula del PJ.

El senador por Santa Fé no es el primero ni el último de los jefes provinciales (odestacados líderes de distrito) peronistas que declaran o insinúan su aspiración presidencial: José Manuel De la Sota, Mario Das Neves, Juan Carlos Romero,Alberto Rodríguez Saa, Felipe Solá ya han confesado esa ambición; el sanjuanino José Luis Gioja, el salteño Juan Manuel Urtubey, el chaqueño Jorge Capitanich podrían ser los próximos. Y no hay que olvidar a Daniel Scioli, que orejea cautamente sus naipes en la siempre decisiva provincia de Buenos Aires.

Cada nombre que se agrega a esa nómina es una señal más de que el sistema de poder del justicialismo toma distancia del proyecto kirchnerista, se distancia de su estructura de autoridad. Los Kirchner, que en sus momentos de más fuerza y más caja habían conseguido, si no adquirir, al menos alquilar el manejo del Partido Justicialista y someter a sus estructuras locales, cada día ven reducirse más vertiginosamente el alcance de su dispositivo, que hoy no tiene demasiado más que los cuadros reclutados en "la pingüinera" de Santa Cruz, y algunos otros cooptados a partir del 2003, como el responsable de las estadísticas falsas, Guillermo Moreno, o el encargado de la inseguridad, Aníbal Fernández.

El vacío alrededor de los Kirchner se ensancha, en parte por decisión de quienes toman distancia (hasta un personaje del riñón mismo del kirchnerismo, como Alberto Fernández), en parte por la devoradora desconfianza que crece en Olivos y la Casa Rosada (y que se potencia en los retiros calafateños), que conduce a la familia presidencial a apartar a quienes consideran tibios o vacilantes para colocar en reemplazo a aquellos que juzgan duros e incondicionales. El último ejemplo fue el cambio de Cludio Moroni por Ricardo Etchegaray en la cima de la AFIP y el inmediato úkase con el que este liquidó a la cúpula técnica del ente recaudador. Moroni es un amigo de Alberto Fernández.

El diagnóstico estratégico que prevalece en el bunker kirchnerista define como prioridad política homogeneizar y consolidar su frente interno para afrontar lo que estiman es una batalla decisiva: la sobrevivencia del proyecto en el año electoral que se ha abierto. Por ello es probable que se produzcan nuevos reemplazos (aunque un límite del kirchnerismo es la escasez de cuadros políticos y técnicos) y que se intensifique la presión para disciplinar a los que ahora son juzgados como demasiado dubitativos.

El pronunciamiento de Reutemann, aunque parece referido al 2011, apunta a un objetivo más cercano. Una santafesina que supo acompañarlo políticamente y ahora trabaja en una secretaría de estado provincial con el gobernador socialista Hermes Binner –la dirigente de Pampa Sur, María del Carmen Alarcón- estimó que "lo hace solamente por la elección el año que viene en Santa Fe y su postulación como Senador, porque sabe que esta perdiendo con Binner y Giustiniani, por estar asociado a los Kirchner". Es probable que la señora Alarcón no se equivoque en ese sentido: Reutemann necesita tomar distancia de Kirchner rápidamente para recuperar chances en la elección de este año.

En similar situación se encuentran otros dirigentes justicialistas del país. Algunos buscarán exhibir independencia con estilo análogo al de Reutemann, otros, en versión propia de la teoría del desacople, están tratando de que los comicios de octubre sean considerados en sus distritos como una elección de corte exclusivamente local, donde la gestión y la imagen del gobierno nacional no sean juzgadas ni, en lo posible, mencionadas. En cualquier caso, lo que está operando es la ley de hierro de la centrifugación: el kirchnerismo expulsa a quienes hasta ahora había podido retener como aliados.

La dispersión política se suma a las dificultades económicas, consecuencias de un comportamiento imprevisor. Los ajustes que el gobierno no quiso hacer en tiempos de vacas gordas, se precipitan forzadamente ahora, cuando arrecia la crisis, el país carece de crédito, los mercados externos se estrechan y la desconfianza se extiende.Aunque la confiscación de los fondos de la jubilación privada y otros arrebatos le prometan al gobierno algún sosiego financiero, lo cierto es que la economía ya da señales claras de repliegue. Pese a las presiones oficiales sobre las entidades que representan al comercio para que vendieran una "imagen positiva" de las ventas de fin de año, las cifras reales reflejan la caída del consumo en diciembre. Y el turismo sigue por la misma senda. Las encuestas registran la creciente preocupación de la opinión pública por el tema del desempleo, un asunto que tiende a igualar a la inquietud por la inseguridad. Con realismo, la sociedad estima que a los problemas locales que ya se expresan en suspensiones, despidos y crecimiento de las cifras de pobreza e indigencia, se agregarán en las semanas y meses próximos los efectos de la crisis global, que todavía no se notan seriamente en el país.

No sólo en el plano político se vive la centrifugación.