AVISO

A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

Nuevas notas en nuestra nueva página:

PERONISMO LIBRE
LA REVISTA DEL PERONISMO LIBERAL
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abril 25, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

Debilidad institucional

y crisis de gobernabilidad


por Jorge Raventos

Las circunstancias sugieren (y el propio poder político postula) que las anticipadas elecciones de medio término que tendrán lugar el 28 de junio convergen en una crisis de gobernabilidad de la Argentina.

Lo que ha entrado en crisis de agotamiento es el sistema de concentración de poder político y económico de carácter hegemónico erigido por Néstor Kirchner: hoy, por su propia lógica y por el desgaste de sus instrumentos principales (uno de ellos: la caja), los engranajes de ese dispositivo lucen deteriorados; el esposo de la presidente necesita inventar frenéticamente nuevos recursos, contratar repentinamente nuevos figurantes y exigir perentoriamente más obediencia sólo para frenar la creciente indisciplina y apenas para evitar que sus retrocesos sean mayores. Así, es plausible deducir que se ha vuelto objetivamente imposible gobernar la Argentina como se hizo en los últimos seis años y que, por lo tanto, el país está en vísperas de un giro fundamental.

Sometido a los huracanes de la crisis, el país tiene que analizar cuáles son los puntos sólidos sobre los que puede afirmarse para encarar una recomposición democrática del sistema de poder a partir de la emergencia.

Las crisis operan simultáneamente sobre distintas capas del edificio político e institucional, desde las más superficiales a las más profundas, y a mayor potencia de la crisis más vertiginoso se vuelve el daño. Cuando se procura dar respuesta a una debilidad política afectando el tejido legal más profundo (forzando, por caso modificaciones en el calendario electoral que es ley) se está ampliando el alcance de la crisis. Cuando, ante la ausencia de los resultados que se esperaban de esos trastornos legales, se revira la apuesta corrosiva con un invento como el de las “candidaturas testimoniales”, la erosión avanza. La Iglesia, que tiene sensores en todos los estratos de la sociedad, y muy especialmente en los lugares más humildes, donde no llegan los encuestadores, mira la situación con inquietud ante “la posibilidad de que el kirchnerismo, para mejorar su posicionamiento, ensaye nuevas jugadas que profundicen el deterioro institucional”, señala el columnista especializado de Clarín..

El país no tiene, en rigor, tantos pilares sanos sobre los que asentarse. Los partidos, que en la primera década democrática constituían un tejido social amplio y activo, exhibían conducciones representativas y legítimas votadas en procesos internos de masiva participación, hoy se ven escuálidos. El oficialismo es, cada vez más notoriamente, antes que un partido con vida interna genuina, una estrecha liga de funcionarios estatales, que tiene dificultades para armar sus listas electorales si no cuenta con recursos públicos, sean estos monetarios o humanos. En la oposición, salvo excepciones honrosas pero proporcionalmente menos significativas, las construcciones se basan ante todo en decisiones personales de algunos referentes. Las estructuras partidarias, edificadas para abarcar permanencias más largas y producir el clivaje entre identidades tradicionales y cambios de época, se ven contaminadas por la lógica de lo efímero, por el “tiempo real” de las tecnologías de la información, que promueve o entierra en el curso de horas o días, temas o perfiles personales, que esculpe o pulveriza liderazgos. La política, como arte de la construcción de afecto social y expresión simultánea de diversidades y de capacidad de conciliación y convergencia, cede su paso a la antipolítica, a la confrontación y la desconfianza, o al sedicente neutralismo de la “gestión”, teme la discusión de valores y proyectos.

En las últimas semanas, reflejo de la crisis, un miembro de la Corte Suprema planteó la modificación del régimen presidencialista de la Constitución histórica y su reemplazo por un sistema parlamentarista, a la europea. No se trató de una ponencia teórica o de una mirada para el mediano o largo plazo, sino de una ocurrencia destinada a dar respuesta rápida a las dificultades actuales del sistema político, adaptando para eso el sistema institucional con intervenciones quirúrgicas. Las Constituciones no pueden ser reflejos de una urgencia, no son medidas o normas de circunstancia, no pertenecen a la lógica de ocasión del “tiempo real”; son expresión del tiempo más extenso de la convivencia nacional. Son la carta de garantías que el pueblo en su diversidad se da para reglar la vida en común y para defenderse de los abusos o extravíos de aquellos a quienes otorga mandatos.

Reformada en 1994, nuestra Constitución es desobedecida en asuntos de diversa importancia; en primer lugar, algunos que hacen a la integración con equidad de la Nación argentina, como la reforma del régimen de coparticipación que reclamaba para antes del fin de 1996. Esa reforma –reclamada con insistencia por los estados provinciales- es una de las claves para dar respuesta a la demanda de federalismo que viene desde el fondo de la historia argentina y que el choque del gobierno central con el campo ha reactualizado dramáticamente.

Las debilidades institucionales, las desobediencias a la Constitución, la escualidez o colonización estatal de los partidos políticos, la presión permanente del Poder Ejecutivo sobre los otros poderes, el propio funcionamiento bicefálico (por decir poco) del Ejecutivo, los ataques abiertos o solapados a la prensa que esta semana denuncio ADEPA, son otras tantas manifestaciones de fragilidad, que nos vuelven mucho más vulnerables a las crisis y en última instancia determinan que las adversidades que sufren los ciudadanos y constituyen sus preocupaciones prioritarias (seguridad, desempleo, economía, educación) queden sin la debida respuesta.

El esfuerzo que demanda una crisis de gobernabilidad en ese horizonte de instituciones debilitadas es mucho mayor: no queda otra que construir con los materiales que ofrece la realidad (“es lo que hay”) y a partir de ellos enfrentar la emergencia con una amplia concertación de fuerzas políticas y sociales que permita salir de la crisis. El apuntalamiento de la coyuntura tanto como la edificación el futuro dependen de ese esfuerzo y de la capacidad de vincularlo a un programa de crecimiento basado en la producción competitiva y en la reinserción internacional.

abril 20, 2009

PJ: LAS MIL PIEZAS DEL ROMPECABEZAS

La muerte de Raúl Alfonsín aceleró el ya encaminado proceso del radicalismo que avanza hacia su reintegración, con tres figuras de proyección nacional, Elisa Carrió, Julio Cobos y el heredero Ricardo Alfonsín. Esta redefinición del otro gran partido nacional, coincide con la declinación y decadencia del kirchnerismo y con los primeros pasos para la reorganización del peronismo y las fuerzas aliadas. El margen para hablar de nuevos partidos fuera del Radical y del Justicialista se ha acortado dramáticamente. Lo que hoy son las mil piezas del peronismo disperso en todos los distritos del país comienzan a formar el dibujo ya no del PJ como aquel mero instrumento electoral del pasado, sino de un PJ amplio destinado a una gran actividad política interna, enriquecido además por las incorporaciones de la tradición liberal.

Ya sea que en Santa Fé, el PJ se declare prescindente, para facilitar la interna abierta entre el reutemanismo y el kirchnerismo; que en la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde se ofrezca para reorganizar el PJ local y que Carlos Menem inmediatamente convoque él mismo a una reorganización más amplia a nivel nacional que incluya ese distrito; que los Rodríguez Saa y Romero y Ramón Puerta, en sus respectivas provincias apuren el proceso para tomar el control del PJ; o que en la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri trate de ocupar el espacio que el PJ por si mismo nunca pudo ocupar, ofreciendo la alternativa peronista-liberal más clara de todo el conjunto nacional, las señales de reunificación y consolidación son claras. El PJ va a recuperar su lugar de gran partido nacional. Ampliado, mejorado, democratizado y definitivamente institucionalizado. Los fragmentos desunidos por conducciones desacertadas en la interpretación del significado de esta institucionalización y del modo operativo que el peronismo debería finalmente adoptar para bien de la comunidad, han retrasado este proceso. Nada ha resultado más positivo para acelerarlo que la repetición a ultranza por el kirchnerismo de las modalidades más obsoletas y contraproducentes del pasado. El kirchnerismo fue quizá el doloroso paso obligado para avanzar en la modernización definitiva del peronismo. Las elecciones adelantadas han movilizado además a una gran mayoría de cuadros del peronismo hacia una suerte de gigantesca interna abierta. Las fuerzas aliadas sufren el mismo proceso. Hay una búsqueda general de fecundidad y florecimiento, y sin duda, habrá frutos antes de lo que imaginemos.

Como siempre, el peronismo conserva sus acertados imanes, aquellos que por fuerza de la historia y de la adhesión a los principios de la realidad, lo llevan a unirse, por más que manos malignas, inexpertas o desubicadas en el tiempo, lo fracturen en mil pedazos. Se trata de un rompecabezas que se arma por sí mismo, según el sabio diseño de su inefable creador.

abril 18, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

Los que dicen basta

por Jorge Raventos


Desde el viernes 17 de abril Santiago Montoya no es más el Gran Recaudador de la provincia de Buenos Aires. Después de servir con reconocida eficacia a tres gobiernos bonaerenses, ese día fue conminado a firmar la renuncia. La falta que se le imputó para expulsarlo de su puesto no fue técnica, sino política. Se trató de un pecado mortal para el kirchnerismo: Montoya rechazó la presión del gobierno nacional para que se transformara en “candidato testimonial” ("No estoy dispuesto a hacer, y no voy a hacer, es ser candidato a concejal en San Isidro en estas elecciones") y además puso por escrito e hizo público algo que piensa buena parte de la sociedad y que comparten in pectore muchos de los jefes municipales a quienes desde Olivos se fuerza a que arriesguen electoralmente, sin necesidad genuina, su capital político con tal de evitarle a Néstor Kirchner una caída catastrófica en los comicios del 28 de junio.

Las candidaturas testimoniales “son poco serias”, cuestionó Montoya. Agregó que el oficialismo “ha perdido parte de la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores, a los distintos sectores sociales y productivos del país". Quedó claro que sus críticas apuntaban al poder central, no a su gobernador: "Con 32 meses de gobierno por delante y una reconocida vocación justicialista de conducir la Argentina, estoy convencido de que Daniel Scioli es el líder que, desde este espacio político, tiene la mayor capacidad de escuchar y articular intereses políticos y sectoriales con vistas a encontrar el mejor destino para la Patria en estos tiempos tan difíciles", señaló en su comunicado. Es probable que esa clara diferenciación haya exacerbado la furia de Olivos, desde donde se redoblaron los apremios sobre La Plata. Había que hacer tronar el escarmiento sobre el atrevido recaudador.

Por un momento la actitud de Montoya adquirió las sugestivas tonalidades del “voto no positivo” de Julio Cleto Cobos. La opinión pública parece dispuesta a premiar a quienes rechazan los úkases de Néstor Kirchner, establecen sus límites, son capaces de decir basta. Aunque sus muestras no son científicas, las encuestas informales generadas por las ediciones virtuales de los medios dieron una medida de esa reacción. Quizás la política muestre pronto otras consecuencias: no es imposible que la sonora negativa de Montoya a ser un candidato “testimonial” estimule a otros a imitarlo; tampoco cabe descartar que esa reacción termine siendo capitalizada por las listas electorales del peronismo disidente. Felipe Solá ya expresó que le gustaría contar en su boleta con el aporte de Montoya (que colaboró con él durante toda su gobernación). Y en esas filas se vaticinan también otros aportes. De intendentes, sin ir más lejos.

Las malas noticias siembran alarma en las carpas oficialistas, pero las tristezas deben ser contenidas. Aunque los economistas registran ya dos trimestres de caída de la producción, Néstor Kirchner ha decretado que la economía está floreciente y en plena reactivación; ordenó a sus legisladores frenar cualquier declaración de emergencia sanitaria por el dengue y prohíbe expresar análisis o vaticinios electorales por los que se filtren atisbos de pesimismo. Por cierto, no se tolera que trasciendan las encuestas que indican que en Buenos Aires la intención de voto por el Frente para la Victoria no asciende significativamente ni con la ayuda de una grúa y que el lastre ilevantable es el apellido que empieza con K. Hay audaces que imaginan ahora una boleta en la que figure Scioli y no esté Kirchner: las pruebas estadísticas aconsejan esa medida, porque, pese a su buena imagen personal, el gobernador se debilita al lado del esposo de la presidente como Superman cerca de kriptonita. Pero, ¿quién se atreverá a dar ese diagnóstico en Olivos? Si convocar al gobernador y a los intendentes a que lo acompañen (y lo rescaten) en la aventura del cuarto oscuro implica ya para Kirchner una confesión de desesperante debilidad, abandonar su ejército en el campo de batalla equivaldría ya a la peor derrota, no importa si a manos del adversario o de los propios capitanes.

Mientras Kirchner se debate contra los datos de la realidad, los hechos dan cuenta del progresivo agravamiento de la crisis. La industria automotriz, que fue una de las naves capitanas en los tiempos de viento en las velas, retrocede dramáticamente. En términos nacionales la caída de febrero de 2008 a febrero de 2009 fue del 55,7 por ciento. En algunas provincias el golpe fue aún más duro: en Santa Fé , mientras en los dos primeros meses del 2008 se produjeron 16.000 unidades, este año en el mismo período se fabricaron 5.200, un promedio de 2.600 por mes. En marzo la cifra bajó a apenas 640 unidades. Hay suspensiones, licencias anticipadas y despidos en puerta. El estado está subsidiando a algunas plantas; por ejemplo, a Peugeot-Citroen.

El encogimiento de la industria automotriz tiene consecuencias sobre la siderurgia: en marzo, la producción de hierro se redujo un 61,9 por ciento y la de acero, un 49,5 por ciento, según datos del Centro de Industriales Siderúrgicos. El derrumbe en autos y siderurgia tuvo efectos fuertes sobre el conjunto de la industria que, según la Unión Industrial Argentina, experimentó una caída del 12 por ciento en su producción.

Puesto que el INDEC ha sido destruido por la acción de Guillermo Moreno, para medir otros parámetros hay que guiarse por determinadas señales. Un indicador de la gravedad de la situación social puede ser esta información que ofreció la ciudad de Rosario en la reunión del Consejo Económico y Social: desde hace siete meses la demanda de asistencia social directa aumenta a un ritmo del 20 por ciento interanual. ¿Puede de allí colegirse que la pobreza y la indigencia se incrementan con esa intensidad? Según uno de los mayores especialistas en el tema, Ernesto Kritz, el índice de pobreza supera el 30 por ciento y va en aumento. Es comprensible: aumenta el porcentaje de trabajo en negro, que supera ahora el 40 por ciento, y es sabido que los trabajadores informales son los que se encuentran en la peor situación, con salarios y protección social notablemente más bajos que el contingente de los trabajadores formales.

A menudo el gobierno ha procurado justificar sus desbarres institucionales con el argumento presuntamente compensatorio de que ha mejorado la situación social en relación al pasado cercano. No se comprende por qué para mejorar la situación social habría que avasallar instituciones, pero dejando de lado ese detalle, la coartada tampoco se sostiene. Según cálculos de Javier Lindenboim, del Centro de Estudios de Población y Desarrollo, en 2006 (último punto en queél considera confiable las cifras del INDEC) , los asalariados recibían una tercera parte (34 por ciento) del producto nacional. Ese porcentaje es inferior a la porción del producto que recibían en la década del 90, que llegó a más del 40 y descendió al 37 por ciento con el tequila. Inclusive es menor que el del año 2001, cuando estaba en 38 por ciento. Para Lindeboin hoy la distribución es seguramente menor al 36 de tres años atrás por acción de la inflación y la caída en la creación de empleos.

Otra señal del decaimiento social es la epidemia de dengue, agravada por la patética gestión oficial que omite medidas por pretendidas cuestiones de imagen . Desde Olivos se ordenó esta semana al jefe de los senadores kirchneristas , Miguel Pichetto, que abortara la sesión en la que se declararía la emergencia sanitaria. Pichetto aplicó la obediencia debida cuando el debate ya había empezado ignorando inclusive a sus propios compañeros de bloque que habían sostenido el proyecto en la Comisión de Salud. “No vaya a ser cosa que coloquemos al país en el mapa rojo del mundo del dengue“, argumentó el senador, suponiendo tal vez que ese tipo de omisiones o mentiras tienen algún grado de sustentabilidad informativa. Actitudes como estas no consiguen que la Argentina aparezca “en el mapa rojo”, lo que sí obtienen es que el mundo desconfíe aún más de las informaciones del Estado.

La situación económica se deteriora y en paralelo marcha la situación social; la sombra siniestra que acompaña a esa pareja es la empinada inseguridad (o sensación de inseguridad, en términos oficiales). En la última semana se vivieron situaciones que indican el punto que sobre este tema viene alcanzando la crispación pública. Los hechos ocurridos en Valentín Alsina (una persona brutalmente asesinada por un menor en posesión de un arma muy poderosa y la agresiva reacción popular contra representantes del Estado: un fiscal, policías, funcionarios municipales), en aquel marco económico y social al que se suma el agravante de la arbitrariedad política, deben ser atendidos como sirenas de alarmas que alertan sobre el nivel crítico que ha alcanzado la temperatura ciudadana.

Faltan 70 días para el domingo 28 de junio.

abril 13, 2009

DEDOS

Recomendamos una nota que resume a la perfección el momento que atravesamos:
“Se impone la dedocracia” por Martín Di Natale en
www.lanacion.com.ar

El mayor daño del kirchnerismo a la democracia, sólo comparable al previamente infligido por el duhaldismo, consistió primero en saltar la legalidad, eliminando las internas en el PJ, y, ahora, con el adelantamiento de las elecciones, logrando extender el mismo sistema corrupto al resto de los partidos. Las dificultades y amagos de ruptura que experimentan los diferentes fragmentos que a escala nacional componen la inmensa nueva formación política del PJ real no kirchnerista y el PRO, se inscriben dentro de las dificultades que esta particular corrupción impone a quienes de otro modo actuarían dentro de la más estricta legalidad y dirimirían lugares en las listas por medio de internas. Las discusiones acerca de cuánto y cómo la presencia de los candidatos en los medios masivos de comunicación o cómo las encuestas de popularidad, reales o también digitadas, influyen en las internas, pertenecen a un debate posterior al reestablecimiento de estas internas y demandarán seguramente otro necesario ajuste en las reglas democráticas.

A no perderse entonces en la confusión y caos kirchnerista y menos en la infinita fragmentación de lo que está destinado a constituir una única fuerza: el PJ reconquistado con el PRO inserto. Hay una única tradición a recuperar y una muy clara impronta innovadora dentro de esa tradición. Cualquier otra discusión, ¡en las internas! Algún día, no muy lejano, el PJ volverá a tenerlas y sólo deberemos lamentar que la izquierda peronista no haya tenido más cabeza para hacerle, por fin, algún bien al país, permitiéndole vivir en una democracia real.

abril 11, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

Animémonos y vayan
por Jorge Raventos

“…le mando los voluntarios,
devuélvame las maneas”…


Fermín Chávez , Zamba de los voluntarios


Conviene empezar por lo importante: la decisión de Néstor Kirchner de forzar a gobernadores e intendentes a encabezar paródicamente las boletas electorales del Frente para la Victoria es una confesión de impotencia y la constatación anticipada de su derrota electoral. Refugiarse tras la figura del gobernador bonaerense luce como una abdicación.

Las encuestas le revelaron la cruel verdad al oficialismo: la señora de Kirchner sólo cuenta con la opinión favorable de 20 de cada 100 argentinos. En la provincia de Buenos Aires, 46 ciudadanos de cada 100 adelantan que “jamás” votarían a Néstor Kirchner (el resto de los candidatos en carrera sólo cosecha rechazos de un dígito). Tal como los estudios de opinión pública presentan hoy las cosas, el kirchnerismo saldría cuarto o quinto en la Capital, tercero en Santa Fé, cuarto en Córdoba. ¿Y en la provincia de Buenos Aires? En este distrito, que contiene más del 30 por ciento de los votos nacionales y donde decidió apostar su suerte, la última semana Néstor Kirchner se encontraba trabado en un empate técnico con el peronismo disidente. Francisco de Narváez lo supera en el primer cordón del Gran Buenos Aires y en el interior de la provincia; Kirchner lograba compensar merced a los votos que todavía le acreditan el segundo y tercer cordón. Más significativa que la foto es la imagen en movimiento, que muestra al oficialismo cayendo, a la oposición (no sólo la disidencia justicialista: también la UCR) avanzando y a Kirchner bloqueado por un enorme rechazo social.

Es oportuno señalar que fue Kirchner quien condujo a sus fuerzas a esta situación. Lo hizo de “táctica genial” en “táctica genial”. La última había sido anticipar las elecciones de octubre a junio para evitar lo que avizoraba como una segura caída a fin de año. Lo que consiguió fue que la crisis política apresurara su ritmo y que las encuestas transparentaran la derrota cuatro meses antes. Fue con ese poderoso estímulo que Kirchner experimentó una nueva tempestad cerebral e imaginó una nueva genialidad táctica: construirse una barrera de protección formada por intendentes y gobernadores (en primer lugar, Daniel Scioli quien, si bien fue contaminado por el efecto K, particularmente en el clímax de la guerra contra el campo, conserva altas cifras de opinión favorable en las encuestas): lanzaría a alcaldes y gobernadores a postularse para cargos que jamás ocuparían con la finalidad exclusiva de sumar votos a su propia postulación y disimular un poco la caída nacional del 28 de junio. “Animémonos y vayan”, como hubiera dicho don Arturo Jauretche.

En términos institucionales, la “táctica genial” es un garabato, una caricatura: imponer candidatos que no están dispuestos a cubrir los cargos para los que se postulan es hacerle pito catalán a los votantes. ¿Alguien puede suponer que ese cuento del tío será soportado pasivamente por una ciudadanía lúcida y activa como la argentina?

Los voceros oficialistas argumentan la maniobra alegando la necesidad de “plebiscitar” al gobierno. En rigor, si verdaderamente quieren un plebiscito, la Constitución habilita a realizar consultas populares vinculantes y no vinculantes y la Ley 25.432 dispone sus condiciones. Si quieren un plebiscito sobre el campo, ¿por qué no consultar a los ciudadanos explícitamente? Si quieren un plebiscito sobre el gobierno mismo, ¿porqué no hacerlo? La pregunta no es difícil: ¿Aprueba Usted al gobierno K? Sí. No. Y a contar los votos.

Néstor Kirchner ha decidido eludir esa vía clara que le ofrece la Constitución, y pretende lanzar, en cambio, a gobernadores e intendentes a que sean ellos los que se plebisciten. El resultado podría determinar un desastre político-institucional más grave que el que ya han incubado los Kirchner. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si los gobernadores e intendentes llamados a hacer de escudos humanos del esposo de la presidenta perdieran esa elección paródica a la que les piden que se postulen? Quedarían extremadamente debilitados. Así, las jefaturas territoriales, que son una reserva de gobernabilidad en situaciones de crisis como la que se vive, serían inmoladas. La táctica genial por momentos evoca a Jim Jones, aquel santón iluminado que en Jonestone, Guyana, en 1978, sintiéndose amenazado guió a un millar de sus seguidores al suicidio colectivo.



Diferencia significativa: el peronismo rechaza el suicidio. En primera instancia, ante la presión de Kirchner, algunos de los líderes distritales omitieron sus reticencias. Otros las expresaron en forma paradójicamente sincera. Un caso fue el del intendente de San Vicente, Daniel Di Sabatino: "Si es necesario ser portero de escuela, vamos a salir colgados de la campana", dijo, tratando de expresar fidelidad. ¿Colgados? Eso es mentar la cuerda en casa del ahorcado. Otros fueron muy claros: Hugo Curto, intendente de Tres de Febrero le dijo a La Nación:. "Ser candidato sería faltarle el respeto a la gente de mi distrito". Jesús Cariglino, del municipio de Malvinas Argentinas, coincidió: "No voy a postularme. La gente me eligió para que gobierne hasta 2011. Debemos respetar los mandatos".

Néstor Kirchner no ignora, claro, el creciente recelo hacia su conducción que crece en las fuerzas que considera propias. Uno de los hechos que aguijoneó su última creación táctica fue, precisamente, la constatación de que esas fuerzas se encontraban en dispersión y cavilando la fuga. El esposo de la presidente viene intentando intenta desesperadamente con sus maniobras de las últimas semanas cerrar la retirada de sus propias tropas. Tarea cada vez más elusiva.

Curto y Cariglino, por ejemplo, han acompañado a Kirchner en otras cruzadas. Esta no les gusta. En la segunda mitad del siglo XIX, durante la guerra al Paraguay, al gobierno central, en Buenos Aires, le costaba formar sus ejércitos. Pedían voluntarios a las provincias, pero las fuerzas del interior, que no querían pelear contra Paraguay, desertaban y huían. Los voluntarios viajaban encadenados, engrillados. Sobre esos “voluntarios” verseó Fermín Chávez: “Taboada, gobernador,/ escribiendo, cabecea:/ ‘Le mando los voluntarios/ devuélvame las maneas’ ”. En estos tiempos sería difícil engrillar a tantos. Los gobernadores –que ya han empezado a mantener reuniones preventivas, ante una crisis que avanza- toman distancia, cada cual con su estilo. “No podemos suicidar al peronismo –transmitió un jefe territorial, reclamando anonimato-. A esta altura los Kirchner se han convertido en nuestros propios activos tóxicos”.

Los gobernadores y jefes territoriales de distritos fuertemente vinculados a la cadena de valor agroindustrial fueron los primeros que repararon en ese hecho. Ahora el efecto se expande, porque el gobierno central emprende guerras desatinadas, y no atina a combatir los desafíos que le propone la realidad.



Droga, dengue y aislamiento

Dos semanas atrás, los obispos advirtieron sobre la “paz alterada” en el país. Por su parte, los curas villeros, los sacerdotes que trabajan en las zonas socialmente más vulnerables, denuncian que en esos barrios de emergencia “la droga ya está despenalizada” y hace estragos: destruye a los adolescentes y a los jóvenes, aniquila familias. El paco, el porro y los pegamentos son epidemias de la miseria. Como el dengue. Esas plagas revelan el estado de la pobreza y la miseria en el país con más veracidad que las fábulas oficiales.

Sobre la droga, el gobierno central empuja oblicuamente la despenalización. En relación con el dengue, actúa con la misma actitud que ante la crisis económica: minimiza las cifras y repite como un mantra que se trata de “un mal importado”. Siempre la culpa la tiene otro. Entretanto, el mal avanza y las medidas para frenarla y derrotarla son obstaculizadas porque el gobierno no quiere llamar las cosas por su nombre y hablar de epidemia ni –mucho menos- admitir la nula gestión con que afrontó el tema en distintos niveles de responsabilidad, empezando por el nivel nacional.

En sus preparativos para una guerra contra lo que sus usinas ideológicas definen como “la coalición agromediática” el gobierno, entretanto, se va quedando cada vez más aislado. Los últimos cambios en la cúpula de la Unión Industrial Argentina son, en ese sentido, reveladores: los sectores de la agroindustria duplicaron allí su representación (de dos a cuatro). Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza, será vicepresidente Primero y Adrián Kaufmann Brea, de Arcor, compartirá la conducción con Luis Betnaza, de Techint (una transnacional argentina sobre la que el kirchnerismo ha ejercido algunas presiones de enorme brusquedad: se la amenazó con expropiarla, según consignó en su columna dominical un periodista muy cercano a los Kirchner).

Aislamiento interno, reticencias crecientes en su propia fuerza, aislamiento internacional de la Argentina, crecientes tensiones sobre la gobernabilidad: hay señales elocuentes de que un modo de gobernar ha encontrado su límite.

abril 09, 2009

LA SITUACIÓN ELECTORAL

por Claudio Chaves



EL OFICIALISMO


Desde la aprobación en el Senado del proyecto del Ejecutivo adelantando las elecciones al 28 de junio han pasado apenas dos semanas. Desde ese día Kirchner se ha ubicado en el centro de la escena y al observar el resultado alcanzado en las Cámaras tan mal no le va.

Un viejo principio de táctica militar, indica que el jefe guerrero que sea capaz de establecer el terreno donde y cuando se librará el combate tiene el 50% de la batalla ganada. Kirchner ha marcado los tiempos y se adelanta al Campo de Marte.

Retiene el poder del Estado a través de su mujer, gobernadores e intendentes adictos, y un sector de la sociedad (el más atrasado políticamente) vota a quien gobierna. El Estado cuenta con público cautivo. Los votos puramente kirchneristas son pocos, cada vez menos, pero suman. Un sector del progresismo va a votarlos porque si no lo hacen se les viene la noche. Cuenta también con votos peronistas especialmente si Scioli e intendentes se ponen al frente de la campaña como parece que ocurrirá. Ni que hablar de las provincias peronistas del Noroeste y del Noreste.

Hay organizaciones sociales, que expresan intereses concretos y aún conservan liderazgo, como la CGT y la UIA que más allá de los entuertos pampas que realicen entre bambalinas, sus declaraciones públicas son acatadas por muchos de sus afiliados.

Alguien más experto que yo debiera indicar como se traducen en votos (porcentaje) las fortalezas señaladas.

Nadie duda que el kirchnerismo está terminado la incógnita es si caerá en estas elecciones

Desde Misiones y las elecciones nacionales de 2007 ha perdido las clases medias urbanas. El largo conflicto con el campo le ha hecho perder la clase media rural. Un sector de la clase obrera le ha dado la espalda y los sectores más postergados ven peligrar sus magros ingresos al ritmo de una crisis que avanza. Ninguna de las medidas tomadas por el gobierno para activar la economía ha dado resultados.

El tema de la seguridad es una deuda que este gobierno jamás podrá saldar. Han ordenado una compra de patrulleros, chalecos antibala, pistolas reglamentarias e incorporación de más personal sin embargo continúan con la estrategia defensiva propia del progresismo y el garantismo. A los delincuentes no hay que esperarlos en las esquinas o en los retenes hay que ir a buscarlos a sus guaridas.

Pasar de la defensiva a la ofensiva es una decisión política enmarcada en lo ideológico. No pueden hacerlo. La Presidenta acaba de anoticiarnos que a la “delincuencia no se la vence a palos” supongo, entonces, que empleará la persuasión de su oratoria insustancial para convencer a los facinerosos que se rescaten de todo el mal que le ocasionan al prójimo.

En verdad tiene razón no se la vence a palos se triunfa con armas reglamentarias, voluntad y decisión. De manera que estamos perdidos.

Su permanente discurso de fractura, segmentación y violencia verbal es rechazado por la inmensa mayoría de los argentinos. Les juega en contra. Han percibido el rechazo e intentan aparecer como moderados hasta incluso tiernos y humorosos. Nadie les cree. El alacrán no muta en bambi. Y vuelven a fracturar.

No obstante estas debilidades sus hombres más cercanos (gobernadores e intendentes) aún no los abandonan. En caso que lo hagan será después del gran combate del 28 de junio. Toda la tensión acumulada explotará democráticamente esa jornada.


LA CAMPAÑA ELECTORAL


Las elecciones del 28 de junio presentan para el Gobierno Nacional dos fases que emergen tormentosas. O para decirlo de otro modo una sola batalla que se desarrollará en dos frentes.

Por un lado Diputados. ¿Quedará el gobierno en condiciones de manejar la Cámara a partir del 2010? Las encuestas indican que no. De todos modos no hay que descuidarse. Por varias razones. Una el grado de descomposición moral en que se halla la política lo que puede llevar a un gobierno inescrupuloso a comprar Diputados. La otra, no hay claridad en las Provincias de Córdoba y Santa Fe.

La derrota de Schiaretti en la primera, según lo indican las encuestas, dejará al Gobernador muy mal posicionado. Sin apoyo en su provincia solo le queda el respaldo del gobierno nacional. ¿Entregará sus Diputados al kirchnerismo? ¿A que peronismo expresa el Gobernador? La situación no es clara. Habrá que ver.

En el caso de Santa Fe hay ciertos movimientos extraños del kirchnerismo al destrabar en la Legislatura provincial leyes indispensables desde el punto de vista presupuestario. Favor con favor se paga. Los Diputados del socialismo podrían ser funcionales al Gobierno Nacional luego del 28 de junio.

En la Provincia de Mendoza las cosas parecen ser más claras.

Es en la Provincia de Buenos Aires donde se corta el bacalao. Es el otro frente.

Si llegara a ocurrir aquí la derrota de Kirchner el gobierno nacional debería negociar con la oposición la continuidad democrática. Nos acercaríamos a ser un país previsible. Por eso es la madre de todas las batallas. En este sentido los argumentos y la estrategia electoral adquieren un tono dramático:

Las patronales del campo son desestabilizadoras, destituyentes, violentas y egoístas. Alteran la paz social.
El 28 de junio está en juego la gobernabilidad. Hay que darle poder a Cristina.
En la Argentina hay dos partidos el FPV y sus enemigos.
El Gobierno Nacional está en juego hay que plesbicitarlo.
La oposición deberá desarmar cada uno de estos mensajes.

Si lo logra estará más cerca del triunfo.


LA SITUACIÓN SOCIAL


De ahora y hasta el 28 de junio es muy difícil que la crisis social devenga en una crisis política. La disminución de la tensión rural y la mengua del fervor militante al costado de las rutas y en concentraciones nos interpelan. Es que la lucha gremial en contra de la 125 marcó el punto más alto del conflicto que se vivió en un clima de violencia y agresión verbal. Se ganó, es cierto, sin embargo el Gobierno continuó con sus trapisondas. Y luego se apoderó de los dineros de las AFJP y nacionalizó Aerolíneas Argentinas. Conclusión: la derrota del Gobierno debe ser política o no será. La ciudadanía espera en silencio el 28 de junio.

El cuadro político que surja de las elecciones marcará la nueva relación de fuerzas.

Kirchner prepara sus fuerzas para la gran batalla. Encierra a su menguado poder y lo conduce al Campo de Marte. Allá van apesadumbradas y silenciosas las fuerzas que le quedan. Los Generales que quisieran abandonarlo ya no pueden. Las tropas han ingresado en el desfiladero y no hay marcha atrás. Todo empuja al encontronazo.


LA OPOSICIÓN


Mientras esto ocurre ¿qué pasa con los otros ejércitos?

No han tomado, aún, la iniciativa. O mejor dicho han tenido iniciativas tibias.

El acuerdo entre De Narváez y Solá marca un enorme paso adelante. El Gobierno lo sintió. Y redobló la apuesta. Ordenó a Scioli e intendentes presentarse en la gran jornada. Asistir al combate. Nada de quedarse en casa.

Sin embargo el peronismo disidente de la Provincia de Buenos Aires no apoya totalmente a De Narváez y Solá. Y para mayores males los Rodriguez Saa dividen el campo opositor creando una fuerza alejada de De Narváez-Solá. Es un error. Son funcionales a Kirchner.

Si el peronismo disidente no está unido más difícil será llegar a un acuerdo de toda la oposición. Acuerdo al que algunos dirigentes le temen por creer en fantasmas del pasado como la Unión Democrática.

Si la oposición no toma iniciativas es probable que Kirchner venza en Buenos Aires. Y si esto ocurriera, ¿quien garantiza el comportamiento de los Diputados en la futura Cámara?

Al fin y al cabo la Presidenta premio con un viaje a Londres a Borocotó.

La oposición debe ser capaz de mostrar a los argentinos que esta en condiciones de garantizar la gobernabilidad y generar una alternativa que posibilite la huida de los Generales que le quedan al Gobierno.

Hay que desarmar el discurso alarmista de la hecatombe si el gobierno llegara a perder. Hay que ser claros en que si Scioli y los Intendentes son derrotados la oposición ayudará a la gobernabilidad.

El temor que genera en los más postergados el abandono abrupto del poder asusta y mete miedo. Si la oposición lograra convencer que la gobernabilidad es posible sin Néstor, el tránsito sería más fácil. Al menos debería intentarlo.

El Documento de Segundo Centenario

CRISIS DE GOBERNABILIDAD
EL DIA DESPUES


CARTA A LOS GOBERNADORES JUSTICIALISTAS

La crisis financiera internacional golpea por igual a todos los sistemas políticos. Pero sus consecuencias varían según los países. Su impacto sacude a los institucionalmente más fuertes y voltea a los más débiles. El adelanto del cronograma electoral implicó el reconocimiento oficial de que, por sus debilidades institucionales intrínsecas, la Argentina se encuentra en la segunda categoría. Y la combinación entre el agotamiento del sistema de construcción de poder político y económico, de carácter hegemónico, construido en estos años por Néstor Kirchner y los inevitables efectos económicos y sociales de la crisis global indica que nos acercamos nuevamente a una crisis de gobernabilidad.

Es necesario prepararse para enfrentar una situación de emergencia, que exigirá una recomposición del poder político, a partir de una amplia concertación de fuerzas políticas y sociales que permita salir de la crisis y restablecer la paz social alterada, en un marco de fortalecimiento institucional del sistema democrático.

Por imperio de las circunstancias, más por las falencias ajenas que por sus propias virtudes, la responsabilidad fundamental recae otra vez sobre el Justicialismo y muy especialmente sobre sus actuales liderazgos territoriales, en primer lugar los gobernadores, que durante una inevitable etapa de transición están obligados a asumir un inexcusable protagonismo institucional y político.

Con independencia de los resultados electorales del 28 de junio, cada vez más previsibles, estamos en vísperas de un giro fundamental en la situación política. A partir de entonces, será objetivamente imposible gobernar la argentina como se hizo en los últimos seis años. Más que un juicio de valor, se trata de un juicio de viabilidad; esta constatación objetiva obligará al justicialismo, más allá incluso de su propia voluntad, a asumir decididamente, en las condiciones que impone la realidad, el liderazgo nacional de esta Argentina en crisis. Esta caracterización no implica conferir derechos ni reconocer méritos particulares. Supone, nada más y nada menos, una asignación de responsabilidades. No significa de ninguna manera subestimar la importancia primordial del concurso activo de todos los sectores políticos y sociales. Pero es imprescindible formular una alternativa de gobierno que, dentro de la institucionalidad democrática, permita responder el desafío que marca la hora.

Los acontecimientos en marcha exigen la configuración de un gobierno de unidad nacional, surgido de la crisis, que asumirá la misión de afrontar exitosamente una etapa de emergencia y de transición. En lo inmediato, ese gobierno de unidad nacional, con el activo respaldo de todas las fuerzas políticas y sociales, tendrá que ceñir básicamente su acción a un programa de diez puntos fundamentales, que reflejan un consenso ampliamente mayoritario en la sociedad argentina, que tendrá que ser ratificado por un acuerdo multisectorial rubricado por el futuro Congreso Nacional como el “Consenso Nacional del Segundo Centenario”:


-1) Recrear un clima de pacificación nacional, de diálogo, de consenso y de respeto recíproco entre los argentinos, que permita recuperar la amistad social y evite los estallidos de violencia. abandonar toda práctica de confrontación sistemática. en primer lugar, poner fin al conflicto agropecuario.


-2) Restablecer la vigencia integral del Estado de Derecho, las facultades constitucionales del Congreso Nacional (derogación de los superpoderes), la independencia del Poder Judicial, la autonomía de los órganos de control de los actos del Estado, la transparencia administrativa, las garantías de libertad electoral (boleta única y/o voto electrónico) y el pleno respeto a la libertad de expresión y la seguridad física y jurídica para todos.


-3) Promover un replanteo integral en la política económica, sobre la base de la recreación de un clima de confianza interna y externa, a partir de un reconocimiento de la realidad que comienza con el sinceramiento de las estadísticas oficiales. Eliminar todos los obstáculos que frenan la expansión de las fuerzas productivas. Fomentar el desarrollo del crédito y la multiplicación de inversiones productivas nacionales y extranjeras, especialmente en proyectos de infraestructura, con énfasis especial en las iniciativas relacionadas con el autoabastecimiento energético y la construcción de una red federal de autopistas, para salir rápidamente de la recesión e iniciar una onda larga de crecimiento sostenido de la Argentina


-4) Definir una estrategia de reinserción en la economía mundial que, a partir del fortalecimiento de la cadena agroindustrial, incluyendo la producción de de la Ciudad de Buenos Aires. pleno funcionamiento de los Consejos Federales (Agropecuario, Obras Públicas, Educación, Seguridad, Salud Pública, etc.) para posibilitar una participación protagónica de los estados provinciales en la formulación de las políticas públicas sectoriales.


-5) Implementar una política social firmemente orientada a la mejor
distribución del ingreso y la reducción drástica e inmediata de los actuales niveles de pobreza y de marginalidad, en ascenso en los últimos años, a través de la implantación de la Renta Básica Universal (sobre la base de la experiencia exitosa del Plan de Inclusión Social de la provincia de San Luis), la supresión del IVA a los productos de primera necesidad, la concentración de todos los recursos presupuestarios del Estado en la atención focalizada de los sectores más postergados (principalmente en la niñez), la eliminación de los beneficios sectoriales y de los subsidios indiscriminados que benefician a las franjas más pudientes de la sociedad, la creación de condiciones que incentiven la legalización de la economía informal y el acceso al crédito y a la propiedad
por parte de los sectores más desfavorecidos y la creación de una Red Nacional de Emergencia Social, con la activa participación de la Iglesia Católica, de los demás credos religiosos y de las organizaciones sociales.


-6) Impulsar una acción drástica y coordinada de todas las fuerzas de
seguridad nacionales y provinciales, promover la utilización intensiva de la totalidad de todos los organismos y recursos del Estado, sin excepciones, para garantizar la seguridad ciudadana y el estricto cumplimiento de la ley, especialmente en el conurbano bonaerense. Materializar el traspaso de las fuerzas de seguridad metropolitanas al gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Encarar una guerra integral contra el narcotráfico y el crimen organizado.


-7) Promover una refundación del Estado orientada hacia el fortalecimientode su capacidad de planeamiento y liderazgo estratégico, de formulación de políticas de mediano y largo plazo, y hacia la construcción de un nuevo federalismo, mediantela reforma al régimen de coparticipación federal, con eje en el federalismo fiscal, y unafuerte descentralización política y productiva, que fomente la regionalización del paísy los mecanismos de cooperación interprovincial en todos los planos e incremente lasresponsabilidades políticas y los recursos económicos de los estados provinciales y losmunicipios. Creación de una Junta de Gobernadores, como órgano permanente deconsulta y apoyo al Poder Ejecutivo nacional, que incluya también al Jefe de Gobiernode la Ciudad de Buenos Aires. Transformación del actual Consejo Federal de Inversiones(CFI) en un Consejo Federal de Planeamiento Estratégico, que actúe como organismoauxiliar de la Junta de Gobernadores y se encargue de la discusión de las políticas demediano y largo plazo. Pleno funcionamiento de los Consejos Federales (Agropecuario,Obras Públicas, Educación, Seguridad, Salud Pública, etc.) para posibilitar unaparticipación protagónica de los estados provinciales en la formulación de las políticas públicas sectoriales


-8) Definición de una clara prioridad de la educación en todos sus niveles como principal instrumento para combatir la desigualdad social, en un marco que impulse el pleno acceso de la Argentina como Nación a la sociedad del conocimiento que caracteriza al siglo XXI, en la que la distribución equitativa del conocimiento es el requisito indispensable para la mejor distribución de la riqueza y del poder. Para ello, impulsar una revolución social de carácter laboral y educativo, a fin de promover un salto cualitativo en los niveles de formación profesional y de capacitación laboral de la población económicamente activa, con la participación protagónica de las organizaciones
sindicales.


-9) Consolidación del Mercosur como bloque político regional, fortalecimiento de la asociación estratégica con Brasil y el gobierno del presidente Lula, intensificación de la integración con Chile – concebida como vía de conexión con los países del Asia Pacífico -, superación del conflicto con Uruguay, restablecimiento de las relaciones de cooperación con Estados Unidos, la Unión Europea y la comunidad financiera internacional y búsqueda inmediata de mecanismos de cooperación con los países del Asia Pacífico, que incluya la negociación de un acuerdo de asociación estratégica con China.


-10) Reinserción internacional de la Argentina para ganar relevancia mundial. convertir la crisis en oportunidad, a partir de un activo y renovado protagonismo en el nuevo sistema de poder que, a partir de la acción desplegada por el G20 y con la participación activa del mundo emergente, encabezado por China, surge como respuesta política de la comunidad internacional a la actual crisis global. El punto de partida para esta reinserción internacional es el aprovechamiento de la extraordinaria oportunidad que brinda a la Argentina la asunción del presidente norteamericano Barack Obama para establecer un acuerdo estratégico con Estados Unidos.


Prepararse para el día después significa hacerlo ahora, con independencia del calendario electoral y de sus posibles, aunque ya ampliamente anticipables, resultados. Porque, por definición, el día después no está fijado con antelación en el almanaque. Y, por la naturaleza de la crisis política que se avecina, el día después puede terminar siendo el día menos pensado.

Buenos Aires, 7 de abril de 2009

PASCUAL ALBANESE
JORGE RAVENTOS
ipepalbanese@speedy.com.ar jorgeraventos10@gmail.com

Centro de Reflexión para la Acción Política Segundo Centenario

Formación de Funcionarios Públicos

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TOP es un Centro de Desarrollo y Asistencia Técnica, especializado en la producción de tecnologías para la gestión pública y la intervención en procesos de fortalecimiento y modernización estatal. Fue constituido en 1986 bajo la figura jurídica de una asociación civil sin fines de lucro, y desde entonces desarrolla y aplica tecnologías avanzadas en materia de organización y gestión institucional, colaborando en la solución de problemas de planificación, organización, administración de recursos, ejecución de proyectos, evaluación y control de la gestión, mediante servicios de consultoría especializada, investigación, capacitación y transferencia de tecnologías. Ha prestado asistencia a numerosas instituciones públicas de nivel nacional y subnacional, en diversos países de América Latina, África y Asia.


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Administración financiera pública para no especialistas Ver>

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Conducción y gerencia de instituciones públicas Ver>

Gestión de la participación ciudadana Ver>

Gestión de las políticas sociales Ver>

Gestión por proyectos en ámbitos públicos Ver>

Gestión de políticas públicas Ver>

abril 06, 2009

Estilos de Conducción

EL CÓLERA Y EL DENGUE
por Victor Lapegna

HACE 17 AÑOS SE HIZO CONTRA EL CÓLERA LO QUE NO SE HACE HOY CONTRA EL DENGUE

El 31 de enero de 1992, en el noroeste de la provincia de Salta se registró el primer caso de cólera en el territorio argentino. Apenas tres días después, el 3 de febrero, el ministro de Salud y Acción Social de entonces, Julio César Aráoz, se instaló en persona en Tartagal, que pasó a ser la base de operaciones desde la cual funcionarios, médicos, enfermeros y agentes sanitarios desplegaron la tarea de prevención y atención de la población, para lo cual se instalaron dos hospitales de campaña y centros de atención, además de proveerse de medicamentos, insumos sanitarios, agua potable y alimentos en cantidad suficiente para atender la demanda.

Lejos de disimular u ocultar la amenaza que representaba el brote epidémico, el gobierno convocó a toda la comunidad nacional a enfrentarlo, partiendo de reconocer su gravedad.

En Salta primero y luego en Jujuy y Formosa – que fueron otros espacios con casos de cólera – se volcó todo el dispositivo del Estado nacional, provincial y municipal, así como medios y efectivos de las tres Fuerzas Armadas, la Gendarmería y la Prefectura Naval, en un despliegue que permitió llegar con prevención y atención a todos los puntos en los que fue necesario.

Carlos Saúl Menem, quien ejercía la Presidencia de la Nación, el 6 de febrero suscribió el Decreto 251 por el que se declaró a todo el territorio nacional en situación de emergencia sanitaria y facultó al Ministerio de Salud y Acción Social (MSAS) para coordinar la acción de todos los organismos oficiales en la lucha contra el cólera, tarea en la cual tuvo un rol de primera línea el Consejo Federal de Salud que reunía a todos los ministros provinciales del área.

La secretaría de Vivienda y Calidad Ambiental que dirigía el doctor Alberto Biagosch, apeló a los recursos FONAVI para financiar las obras de infraestructura (agua potable, cloacas, etc.) más urgentes y necesarias para evitar la expansión del brote epidémico, sobre todo en las grandes concentraciones urbanas.

Además, el decreto que estableció la emergencia sanitaria permitió la difusión en radios y televisión, gratuita y con marcada frecuencia, de mensajes de alerta y prevención sobre el cólera que elaboró un equipo interministerial de funcionarios de organismos del Poder Ejecutivo, que configuraron una campaña de notable eficacia. La publicación de solicitadas en los diarios costaron 126.000 pesos (eran épocas del 1 a 1); en tanto que la campaña de educación y difusión sanitaria en TV, que se desplegó en 12 piezas difundidas en 100 a 145 pasadas diarias en los cinco canales de aire de Buenos Aires y 45 canales abiertos del interior, más numerosos canales de cable, costó apenas 5.980 pesos (para la producción de los mensajes), ya que la difusión era obligadamente gratuita.

La participación activa y conciente del pueblo en la lucha contra el cólera a partir de la acción intensa y coordinada que llevó a cabo el Estado en todos sus ámbitos y niveles, permitió circunscribir el brote y evitar que la enfermedad se expandiera a todo el país y tuviera consecuencias que podrían haber sido gravísimas.

A juzgar por lo que viene sucediendo estos días con el dengue, no parece que la máxima conducción del Estado nacional haya aprendido de lo que se logró en aquella lucha contra el cólera de hace 17 años.

abril 04, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

Lo que asciende y lo que cae
por Jorge Raventos

Se ha convertido vertiginosamente en un punto de amplísima coincidencia afirmar que las prolongadas, emotivas y multitudinarias honras públicas al doctor Raúl Alfonsín no fueron sólo la ceremonia fúnebre de homenaje a un ex presidente, sino también un acto espontáneo con el que parte de la ciudadanía quiso contrastar las virtudes que asigna y reconoce al líder muerto con el estilo y los rasgos que imputa al poder. Puede ser un lugar común, pero es acertado: Alfonsín congregó un acto póstumo en el que no pudo ser orador, pero en el que se sentía su palabra.

Tres semanas atrás le dictó su último mensaje político a un colaborador: “Los argentinos -diagnosticaba- vivimos momentos complejos y de gran incertidumbre. Es necesario el diálogo para resolver los preocupantes temas institucionales, sociales y económicos que nos agobian”. Y criticaba: “La modificación sin consenso del calendario electoral no contribuye a crear las condiciones para ese diálogo”. Para exhortar y pronosticar finalmente: “ No se puede demorar más un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas y sociales en defensa de la república y de la gobernabilidad, condiciones básicas para defender la producción y el empleo. Como es de público conocimiento, en esta preocupación no me anima ningún interés personal”.

En esos tres párrafos escuetos y dramáticos Alfonsín había descripto la realidad (nos agobian problemas tanto institucionales como sociales y económicos), el estilo del gobierno (sin diálogo, sin consenso) y el paisaje cercano (desafíos para la república y para la gobernabilidad). La ciudadanía que lo acompañó compartía esos conceptos y esas preocupaciones.

De todos modos, esa interpretación no agota los signos que dejaron los funerales del ex presidente y que merecen ser leídos. Uno: la ciudad de Buenos Aires – sede emblemática de las clases medias urbanas argentinas-, la misma que ocho años atrás no sólo arrasó a cacerolazos un gobierno que Alfonsín había contribuido a erigir, sino que embistió en el mismo instante contra la política en conjunto, marchó el jueves junto a muchísimos políticos y se movilizo por uno de pura raza. Es probable que las clases medias, hastiadas tras seis años de decisionismo autista y arbitrario, estén ahora pendulando en busca de una reconciliación con la política. Al menos, con determinada política: equilibrada, sensata, honesta; una que tenga rasgos de familia con las calificaciones que se le otorgaron en estos días a Alfonsín.

Otro aspecto a descifrar: los aplausos a los granaderos, la solemnidad con que se siguieron las oraciones religiosas quizás tienen también un significado. Una ciudadanía que, en sintonía con los llamados a la concordia del ex presidente, tantea caminos de reconciliación no sólo con la política, sino con instituciones que han sido vapuleadas con brusquedad, más allá de toda ponderación.

Al expirar precisamente en el momento en que la señora de Kirchner se encontraba lejos de Buenos Aires y con compromisos que la retenían en el exterior, Raúl Alfonsín empujó al centro del escenario al vicepresidente Julio Cleto Cobos, un correligionario radical al que las circunstancias una vez más –como la decisiva noche en que el Senado rechazó la resolución 125- colocaban en un lugar muy iluminado. Cobos firmó esta semana su primer decreto, en ejercicio de la presidencia y despidió oficialmente a Alfonsín; ahora el radicalismo, que lo separó de sus filas cuando se alió a Néstor Kirchner, se dispone a reincorporarlo para capitalizar orgánicamente la elevada imagen positiva que las encuestas le otorgan al mendocino desde que se independizó ostensiblemente de la Casa Rosada.

Las señales sobre lo que asciende y lo que cae son cada vez más elocuentes. Tanto, que hasta en Olivos se dan por enterados. Néstor Kirchner no dejó de registrar el hecho de que los elogios a Alfonsín eran cuestionamientos generalizados a él y a su esposa. Por otra parte, las encuestas le indican que esta perdiendo espacio inclusive en el sector de los suburbios bonaerenses donde él planifica hacerse fuerte para compensar la segura derrota electoral en la mayoría de los distritos fuertes. En el segundo y en el tercer cordón del Gran Buenos Aires, donde se encuentran las poblaciones más vulnerables, los números de Kirchner en el mejor de los casos se mantienen estables, pero simultáneamente crece la intención de voto por el peronismo disidente que encabezarán en estos comicios Francisco De Narváez y Felipe Solá. Kirchner recibe inquietantes informes que le hablan de un doble juego de los caudillos locales de quienes él esperaba lealtad incondicional. Está aprendiendo que ese tipo de lealtad no se compra; a lo sumo, se alquila.

Una semana atrás, Kirchner mañereaba en cuanto a su presentación como candidato. Llegó a afirmarse que se abstendría de serlo, a la luz de aquellos dobles juegos y de las cifras que le llevan los encuestadores (las reales, no las que difunde la propaganda oficial). Rápidamente comprendió, no obstante, que las circunstancias lo condenan a quemar las naves: si a esta altura se conociera su renuncia a competir, todo el mundo lo asumiría como una confesión anticipada de derrota. La fuga por goteo que él intenta detener se transformaría instantáneamente en un aluvión.

El peronismo se prepara para ese momento. Hay una red, a veces invisible, que vincula a las distintas manifestaciones de la disidencia peronista con sectores que todavía se encuentran, en general, forzados por las necesidades financieras, dentro del redil del gobierno. No se podría decir hoy que ninguna de las dos grandes fuerzas políticas argentinas –radicalismo y peronismo- estén en una situación de unidad. Los radicales, que sufrieron el embate kirchnerista y padecieron el recorte del llamado “radicalismo K”, se aprestan a dar un primer paso de reunificación el 14 de abril. Aunque lo consumen, todavía quedarán afuera figuras y fragmentos importantes, que hoy se contabilizan como “panradicales”.

El justicialismo tampoco está unido, pero al menos empieza a estar vinculado por afuera de las líneas del gobierno. Hay contactos entre el dúo De Narváez- Solá y, por ejemplo, Carlos Reutemann (que ya ha confirmado que jugará en Santa Fé “el todo por el todo” al margen del kirchnerismo), el “peronismo federal que congregan Ramón Puerta, los hermanos Rodríguez Saa y el salteño Juan Carlos Romero y con otros líderes distritales, sin excluir a algún gobernador que todavía emplea “la máscara de Néstor”. Por cierto, hay diálogo con distintas expresiones del movimiento sindical, desde Gerónimo “Momo” Venegas, de las 62 Organizaciones, o Luis Barrionuevo de la CGT Azul y Blanca…hasta el propio Hugo Moyano, de la CGT oficial.

Con el viento en contra, el oficialismo sufre, el gobierno revela sus deficiencias y la realidad devela las fantasías estadísticas. La horrenda gestión de la epidemia de dengue quiso ser disfrazada con la tecnología de Guillermo Moreno, mintiendo sobre el número de casos. Hoy mismo, mientras el sector del gobierno admite que “se equivocó” en el manejo de la situación y admite que los casos superan los 6 mil, organizaciones de médicos y sanitaristas siguen desmintiendo las cifras oficiales y aseguran que los casos son más de 20 mil y que es preciso declarar la emergencia sanitaria.

La difusión del tema por los medios pone de relieve, por otra parte, la verdadera situación de la pobreza y la miseria en el país, que, según los dichos y los números del gobierno, se ha reducido. El dengue, una epidemia de la pobreza, corrige con sus tristes consecuencias, los macaneos propagandísticos oficiales. La miseria se extiende, y con ella la vulnerabilidad de miles y miles de argentinos. La Iglesia acaba de describir el brutal efecto de la droga que – según los sacerdotes que ejercen su acción pastoral en las villas de emergencia de Buenos Aires- “está despenalizada” en los barrios más pobres.

Hay muchas ollas que juntan presión mientras el país espera las elecciones del 28 de junio: la demanda de dólares indica la convicción de amplios sectores de que, si de él depende, el gobierno recurrirá a una devaluación después de los comicios. ¿Y qué ocurrirá con los despidos? El gobierno le está pidiendo a las empresas que se esfuercen en evitar despidos…hasta las elecciones.

Cuando se acumula tanta presión en las calderas se corre el peligro de que quienes suponen que pueden administrarla se encuentren con estallidos inesperados. Es la incertidumbre que describía Alfonsín en su última esquela.

abril 02, 2009

UN VIEJO ADVERSARIO DESPIDE AL AMIGO

por Carlos Saúl Menem

Un político de raza: a pocos argentinos les cabe mejor esa expresión que al doctor Raúl Alfonsín, un hombre que toda su vida fue leal a sus ideas, a su divisa, a su compromiso con la Argentina y con su concepción de la democracia.

En un país de desencuentros que pueden concluir en catástrofe cuando la intolerancia y la confrontación constante los tensan al extremo , don Raúl mostró siempre la capacidad de sostener principios sin transformarlos en intransigencia ciega y de alentar acuerdos sin convertirlos en capitulaciones. Para él las convicciones nunca estuvieron divorciadas de la apuesta por el diálogo y la concordia.

A él y a mí nos tocó actuar en una época tan dramática como apasionante, preñada de conflictos y también de posibilidades. El 10 de diciembre de 1983, a la hora en que el doctor Raúl Alfonsín asumía la presidencia de la Nación y se abría la nueva etapa democrática en el país, yo me preparaba a hacerme cargo una vez más de la gobernación de La Rioja. El período anterior lo había clausurado la fatídica madrugada del 24 de marzo, el inicio de la tiranía militar. Todo el país celebraba el 10 de diciembre: nosotros, en La Rioja, festejábamos doblemente, por el país y por la provincia. El triunfo electoral del doctor Alfonsín representaba para nosotros, los peronistas, una experiencia fuerte y un desafío: por primera vez el justicialismo perdía en una elección limpia y sin proscripciones.

Yo me mostré enseguida dispuesto a trabajar para realizar esa esperanza que estaba prefigurada por los encuentros de la década anterior entre Juan Perón y Ricardo Balbín, sintetizada en un concepto de Perón - "Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino"- y en una frase de Balbín: "El que gana conduce y el que pierde ayuda". La Argentina necesitaba reconstruir muchas cosas, entre ellas su sistema político, sus partidos. Por mi parte, además de conducir mi provincia me involucré en la renovación del justicialismo. Y asumí compromisos fuertes, disintiendo inclusive con algunos compañeros, en temas de gran trascendencia como la firma del acuerdo sobre el Beagle. Yo estaba convencido de que éramos fieles al pensamiento de Perón si cerrábamos los conflictos limítrofes y estuve a favor de aprobar los acuerdos en el plebiscito que convocó el doctor Alfonsín. Fuimos una oposición constructiva y cuando se abrió la crisis en su gobierno, el pueblo vio en nosotros una esperanza. Fue porque quería evitarle males peores al país, que se sumía en una situación ingobernable, que nos pidió que asumiéramos la presidencia anticipadamente. Fue por el mismo motivo que yo acepté hacerlo.

Por su parte, cuando el gobierno nos tocó a nosotros, él condujo a su partido a cumplir los acuerdos básicos de esa transición de emergencia y, más tarde, piloteó los acuerdos que condujeron a la reforma constitucional de 1994: muchas cláusulas de la Constitución reformada fueron impulsados por su firme insistencia, por su voluntad y sus ideas. Nunca lo conversé con él pero estoy persuadido de que algunas de las consecuencias de esa reforma lo decepcionaron. También a mí. Sin embargo, probablemente estaría orgulloso, como lo estoy yo, de que esos cambios, muchos de los cuales resisten saludablemente el examen del tiempo, fueron alcanzados por el diálogo, el debate civilizado y, finalmente, el consenso de todas las fuerzas políticas representativas que participaron en aquella Convención. No fueron fruto de la ocurrencia ni de la imposición de unos pocos iluminados. Toda acción de los hombres es vulnerable al error o al mal paso: tratamos de escribir derecho en renglones torcidos y obviamente no somos Dios. Los hombres tenemos la posibilidad de corregir o perfeccionar nuestras obras.

Político de raza, en definitiva, don Raúl se ha empeñado todo el tiempo, hasta el final, en ofrecer su compromiso con el país y asumir responsabilidades. La carta que hizo conocer hace pocas semanas exhortando a una política de concordia y unión nacional y al respeto de las instituciones de la Nación es un último legado, una plegaria que seguramente será escuchada, si no por los espíritus facciosos, sí por el conjunto de la sociedad argentina.

Hoy puedo decir, como Balbín ante Perón, que un viejo adversario saluda a un amigo.