AVISO

A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

Nuevas notas en nuestra nueva página:

PERONISMO LIBRE
LA REVISTA DEL PERONISMO LIBERAL
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Panorama político nacional de los últimos siete días

Aislamiento y hegemonía K
por Jorge Raventos

La expropiación múltiple de empresas de capital argentino en que está empeñado el aliado favorito del
matrimonio Kirchner –el coronel Hugo Chávez- se ha transformado en algo más que un dolor de cabeza para
Olivos y la Casa Rosada. Si el año 2008 fue el de la notoria derrota oficialista ante el interior y el campo así
como el del enfrentamiento sin retorno con los sectores de la producción agropecuaria, el 2009 está
mostrando los inequívocos signos de un distanciamiento en relación con el conjunto más amplio y
significativo del empresariado industrial y de servicios.

Sería injusto, sin embargo, centrar exclusivamente en Chávez y sus rutinas de estatizador serial las culpas del
divorcio en ciernes. Lo que hoy mide el mundo empresario no son ya los desvaríos del venezolano, sino los
índices de simpatía de los Kirchner con esos métodos y con ese, digamos, programa. También se examinan
los grados de compromiso o complicidad entre ambos regímenes.

Atiéndase, por ejemplo, a la embajadora Alicia Castro en sus declaraciones de esta semana al diario La
Nación de Buenos Aires: “De las más de 120 estatizaciones decididas por Venezuela en los últimos dos años,
sólo una empresa reclamó en los tribunales internacionales, Exxon Mobile, y el tribunal falló a favor del
Estado venezolano”. Hay derecho a preguntarse si quien habla representa a la Argentina o a Hugo Chávez.
Es evidente que esos no son argumentos de quién protesta por la expropiación de una firma argentina, sino
más bien de alguien que procura fundamentar la legalidad de las estatizaciones del gobierno de Venezuela.

¿Y la señora de Kirchner? Ella dedicó más palabras a quejarse de Techint -la reiterada víctima argentina de
las expropiaciones venezolanas- que del expropiador o de la medida chavista, que dio por indiscutible. Se
lamentó de que Techint no hubiera depositado en la Argentina la primera cuota de la indemnización que
Chávez obló por la confiscación de Sidor, ocurrida un año atrás (réplica obvia: ¿no hicieron algo análogo los
Kirchner cuando se llevaron al exterior los fondos de la provincia de Santa Cruz, los detalles de cuyo periplo
y destino final aún se ignoran?). En cuanto a la decisión de Chávez, la defendió como “acto soberano “ y
sólo prometió, como su ministro de Interior Florencio Randazzo, “defender el precio”, es decir, la
indemnización.

La respuesta desde la empresa la lanzó Daniel Novegil, el titular del conglomerado de aceros planos de la
multinacional argentina: “Techint no compra empresas para venderlas. No es una concesionaria de
empresas. Nuestra cultura agrega valor y desarrolla. Nuestras empresas son activos estratégicos. Eso no se
paga con una indemnización”.

En efecto, el argumento oficialista revela una incomprensión esencial de la lógica productiva, a la que
parece confundir con la especulación o los negocios de oportunidad. Ya en la batalla contra el sector rural
el gobierno repetía ese estribillo, enrostrándoles a los agricultores el aumento del precio de la tierra como
si ellos no fueran productores de cultivos o reses sino inversores inmobiliarios interesados en vender sus
parcelas en lugar de trabajarlas.

La notoria reticencia de los Kirchner a defender a la empresa argentina y a hacerle sentir la presión al
expropiador ni siquiera cedió después de que el venezolano dio en Brasil pruebas manifiestas de que el
amor del matrimonio hacia él no es parejamente correspondido. Chávez le aseguró al presidente Lula Da
Silva que sus manías estatizadoras no alcanzarán a firmas brasileras. La Casa Rosada pidió tibiamente
explicaciones con tono de circunstancias y se dio por satisfecha con la piadosa mentira de Chávez: “No fue
más que una broma”. Florencio Radazzo repitió ante los micrófonos la frase que dictó Néstor Kirchner:
"Con esto queda terminada la cuestión". Una expresión de deseos.

Lo cierto es que no terminó nada del episodio que se disparó con la estatización chavista. El gobierno
observa que se van recalentando las relaciones con el mundo empresarial , que se va ensanchando su
aislamiento del mundo de la economía privada y que las precipitadas declaraciones con las que intenta
apagar el incendio no resultan creíbles, porque ha decaído marcadamente la confianza en la palabra oficial.
La Unión Industrial Argentina, que hasta hace algunos meses acompañaba disciplinadamente al oficialismo,
planteó esta semana una posición que apunta a Caracas pero mide, en rigor, la disposición del gobierno
argentino: reclama que no se permita a Venezuela el ingreso al Mercosur: “Venezuela no puede ser parte del
Mercosur, ya que integración implica flujo de inversiones. Lo que está haciendo Venezuela va en contra de
ese espíritu”. La UIA procura ahora que las organizaciones afines del bloque regional (empezando por la
poderosa central de la industria brasilera) acompañen el planteo. El principal obstáculo para la
incorporación de Caracas al Mercosur es, a esta altura, el Senado brasilero. Elk gobierno de Néstor Kirchner
dio su aprobación en un periquete. El Congreso de Brasil hace ya tres años que examina el asunto y no
termina de admitirlo. El problema principal venía siendo el hecho de el gobierno chavista no había
cumplido el calendario para la desgravación del acceso de productos. La renovada ofensiva expropiadora de
Chávez (inducida por las crecientes dificultades económicas y políticas que soporta su régimen) difícilmente
facilite ese trámite.

La Casa Rosada dejó claro, de todos modos, que no hará nada por oponerse a Chávez. En verdad las
ataduras que ligan al kirchnerismo con el régimen venezolano son tan sólidas como opacas, desde la
perspectiva del interés nacional. Es cierto que el chavismo operó como palenque financiero del gobierno K
cuando éste quedó aislado del Fondo Monetario Internacional y de los accesos normales al crédito. En
cualquier caso, la “ayuda” de Caracas no fue barata: los Kirchner colocaron 1.000 millones de dólares en
bonos y pagaron por la amistosa gestión una tasa de 15 por ciento. La deficiente gestión kirchnerista en
materia energética fue emparchada por Chávez. ¿A qué precio? Señala el experto Alieto Guadagni que
Argentina importó “desde 2004 centenares de millones de fueloil contaminante en compras directas y sin
licitación de precios (Enarsa y PDVSA de Venezuela). ¿Cómo puede el ‘modelo’ justificar o explicar estas
compras en un país que exportó 1,7 millones de toneladas el año pasado?” En fin, no hay que olvidar que
como trasfondo de esos interrogantes sobrevuelan episodios como el de la maleta de Antonini Wilson, con
sus cientos de miles de dólares presuntamente destinados a financiar una campaña electoral.

El gobierno paga precios políticos por su vínculo y su afinidad con el chavismo y él sabrá dónde y cómo los
compensa. En estos momentos, esa conexión se ha convertido en una señal de alarma para el empresariado
y, si se quiere, es una manifestación más de la tendencia del kirchnerismo al aislamiento internacional.

Esta semana, en Mendoza, la señora de Kirchner afirmó: “Nunca estuvimos tan vinculados al mundo”. Es
muy curioso que haya dicho esto precisamente en momentos en que el aislamiento se vuelve más evidente
y cuando hasta Chávez (con sus hechos venezolanos y sus palabras ante Lula) da pruebas irrefutables de la
irrelevancia a la que hasido arrastrado el país de los argentinos. El gobierno parece observar toda la realidad
–no sólo las variables económicas- con la óptica invertida y desviada de las estadísticas del INDEC. Ve
crecimiento donde hay signos de recesión, ve estabilidad donde hay inflación, mejor distribución donde
crece la pobreza. Y ve activismo internacional donde hay creciente insignificancia.

Conviene ilustrar esto con algunos datos. Véase, por caso, uno representativo: cómo trata a Argentina la
inversión extranjera. En la década del 90 el país era el segundo receptor de inversión extranjera directa de
América Latina en términos absolutos y el primero considerando la IED per capita. Hoy Argentina está
cuarto en términos absolutos: ha sido superado por Chile y por Colombia (Brasil sigue siendo el primero).
Según los datos de la CEPAL, entre 2007 (que fue un mal año) y 2008 Argentina incrementó la recepción de
inversiones en un 22 por ciento. Casi nada: Brasil en ese período aumentó en un319 por ciento, Chile, un 414
por ciento, Colombia un 379 por ciento y Uruguay un 1381 por ciento. A la luz de esas comparaciones queda
claro que ese 22 por ciento del incremento argentino es equivalente a nada.

El progresivo aislamiento se observa mejor con una perspectiva temporal. A mediados de los 90 la inversión
extranjera en la Argentina era equivalente a la mitad de la que recibía Brasil; hoy equivale al 17 por ciento.
En aquella época Argentina recibía una vez y media las inversiones que recibía Chile, hoy sólo recibe la mitad
de lo que va a Chile; en los 90 la inversión extranjera que llegaba a Argentina era 44 veces más que la que
iba a Uruguay, hoy es apenas 4 veces más.

Señalábamos en este espacio un año atrás: “Hay una armonía profunda entre el aislamiento internacional en
que el gobierno ha sumido al país y su enfrentamiento con el campo: el campo es la llave maestra para la
inserción competitiva de Argentina en el mundo. El gobierno confiesa esa íntima concordancia cuando
define como objetivo el desacople argentino de la economía mundial. Subyace allí la fantasía o la quimera
del aislamiento pleno, de una situación en la que la voluntad del gobierno tenga el monopolio total sobre sus
súbditos, que su relato sea la única verdad del reino, que no haya interferencias externas ni resistencias
internas que puedan retacear o recortar su imperio.”

Una quimera, está dicho: sin inversión extranjera, con una situación fiscal en franco deterioro, con la
financiación externa cortada y con los puentes rotos con el campo, el franco deterioro de las relaciones del
gobierno con el sector empresarial de la producción y los servicios pasa a ser decisivo en un año en el que se
confirma la quiebra del modelo hegemónico instaurado por Néstor Kirchner. El 28 de junio también se elige
entre desacople o integración al mundo.

mayo 23, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

El eje K-K (Caracas-Calafate)

por Jorge Raventos

Las últimas expropiaciones decididas por el venezolano Hugo Chávez, que afectaron a tres firmas controladas por la multinacional argentina Techint, consiguieron que el empresariado nacional reaccionara de modo inmediato y convergente, en repudio de la medida, en defensa de la actividad y la propiedad privadas y en reclamo de una reacción vigorosa del Estado argentino. Se pronunciaron la Asociación Empresaria Argentina, la Unión Industrial Argentina, la Cámara Argentina de Comercio, las dos centrales que agrupan entidades bancarias, CEMCI (que nuclea a los medios de comunicación).

No es la primera vez que Chávez golpea a Techint: un año atrás el venezolano le expropió Sidor, la mayor siderúrgica venezolana (produce y exporta más de 4 millones de acero) y recién en el curso del mes de mayo terminó de negociarse la indemnización que deberá pagar el régimen chavista. Entre ese acuerdo por Sidor y estas nuevas estatizaciones el mandamás venezolano visitó Argentina, se reunió extensamente con el matrimonio presidencial y visitó Calafate.

La susceptibilidad del empresariado nacional tiene varios motivos convergentes. Sus líderes no terminan de convencerse de que Chávez no le haya al menos anticipado sus intenciones a los Kirchner, aliados dilectos; en cualquier caso, Techint no recibió ningún llamado de alerta del Estado argentino (se enteró de los hechos consumados por Chávez a través de sus empresas venezolanas). Tampoco observaron excesiva diligencia ni reacción rápida en defensa del interés de la empresa nacional.

Un modelo expropiador

Otra vuelta de tuerca: muchos dirigentes empresariales empiezan a suponer que el famoso y borroso “modelo” que el gobierno de los Kirchner invoca a diario puede buscar inspiración, si juntara fuerzas para desplegarse, en las ocurrencias de Hugo Chávez. De hecho, las respuestas que el kirchnerismo atinó a ensayar ante su progresivo aislamiento social e internacional, fueron manotazos contra la propiedad, expropiaciones o proto-expropiaciones. Las retenciones confiscatorias que pretendía la resolución 125 frenada por el Senado; la estatización de millones de pequeñas propiedades (los fondos de capitalización acumulados por otros tantos futuros jubilados); la intervención estatal en la dirección de empresas privadas a partir del control estatal de las inversiones de los fondos de pensión; y algunas vidriosas estatizaciones directas (como la de Aerolíneas Argentinas, que pierde un millón de dólares diarios y ni siquiera tiene en orden, aún, los papeles que la legitimen); los proyectos de creciente injerencia y regimentación estatal en el campo de la libertad de expresión, las agresiones directas a medios y periodistas: he allí algunos ejemplos cercanos en los que el kirchnerismo repite aquí en voz más baja y con algún retardo lo que Chávez extiende en Venezuela, como si el chavismo anticipara la agenda local.

Las conducciones empresariales, que a menudo habían optado por métodos diplomáticos, conversaciones discretas o, eventualmente, por el trapicheo de favores como caminos aptos para su defensa de intereses, parecen ahora reparar en que esos procedimientos no son aptos para la nueva etapa. O, al menos, que son insuficientes. Empiezan a considerar indispensable plantar bandera y defender en voz alta algunos valores esenciales, aunque esto provoque disgusto oficial.

¿Más chavismo después del 28?

En definitiva, comienza a sucederles a los líderes de empresas lo que a otros sectores sociales: que, si bien anhelarían que el país sólo estuviera sometido a las alternativas normales, moderadas de una elección de medio término y no a una dramática puja plebiscitaria, los hechos les indican que no hay demasiadas chances de eludir la opción “entre modelos” que quiere forzar el gobierno y que probablemente tampoco es aconsejable esa evasión, porque luego podría ser tarde. Si en condiciones de dificultad, cuando las encuestas más benévolas le dan al oficialismo apenas un tercio de los votos (es decir, lo muestran retrocediendo fuertemente tanto en número de sufragios como en cantidad de legisladores), la familia K radicaliza sus posturas y pinta cada vez con filo más cortante los rasgos de su modelo, ¿qué no podría ocurrir si el 28 de junio las urnas les dieran un poquito más de estímulo, si pudieran leer en su mensaje algo que les permitiera confundirlo con mayor respaldo?

A decir verdad, a cuatro semanas de las elecciones no se observa que esto último pueda ocurrir. No sólo las encuestas, sino los mensajes que llegan desde el seno del propio peronismo le adelantan al matrimonio presidencial que su ciclo está ya en su hora crepuscular.

En un inteligente artículo (Después de Kirchner, diario La Nación), Vicente Massot señalaba esta semana que “el poskirchnerismo no sólo hace referencia a un después de, sino a la imposibilidad que tiene el político de Santa Cruz de prolongar, directa o indirectamente, su estrategia de dominio hegemónico del poder.” Y agregaba Massot: “En materia política la categoría de lo hegemónico esta asociada a la capacidad de controlar y definir los términos de la sucesión (…) no existiría hegemonía si su continuidad no estuviese asegurada en el tiempo. Lo que (Kirchner ya) no puede es fijar las reglas de juego de la sucesión ni controlar, dentro del justicialismo, las reivindicaciones de quienes, en los próximos comicios, intentarán revalidar sus títulos para sentarse en la mesa de los presidenciables (...) Abordada la cuestión desde este ángulo, Néstor Kirchner ya es historia”.

Malos ajedrecistas

De todos modos, el esposo de Cristina Kirchner, si bien se mira, se parece a esos malos jugadores de ajedrez que jamás inclinan su rey, en parte porque no están en condiciones de prever más allá de una o dos movidas, pero también porque apuestan a la chapucería y el error del adversario o a la posibilidad de seguir en pie inclusive con recursos non sanctos. Kirchner puede “ser historia”, pero él se empeña aún –en el peor de los casos- en administrar su propia retirada.

Consiguió hasta ahora amarrarse al palo mayor de su nave acompañado por un amplísimo número de dirigentes territoriales de la provincia de Buenos Aires. “Todos a flote o todos al fondo”, fue su consigna. Un lema de improbable cumplimiento: muchos de quienes se vieron impulsados a ese simulacro de suicidio colectivo están, sin embargo, bien asentados en sus comunidades: aunque los hayan atado en un mismo paquete, no es lo mismo un gobernador -o un intendente- con más del 40 por ciento de imagen positiva que un ex presidente que derrochó la confianza que en tiempos de vacas gordas le acercó la opinión pública. Tanto dirigentes peronistas que optaron ya por la disidencia indisimulada como los que aún resisten en silencio, forzados a revolcarse discepolianamente “en el mismo lodo”, tienen abierta una etapa próxima: eso es lo que se les ha clausurado a los Kirchner.

Hora de la Justicia

Habrá que ver, además, si la táctica de salvar al ex presidente con el prestigio o los votos de dirigentes territoriales termina siendo utilizable. En una de esas, los Tribunales terminan rescatando a los testimoniales involuntarios, y los absuelven de las candidaturas a las que los condenó Néstor Kirchner.

Aunque la Justicia aprobó el procedimiento testimonial en primera instancia, por mediación del juez federal Manuel Blanco, hay apelaciones que deberán sustanciarse en la Cámara Electoral. Y hay, además, un recurso de amparo del jurista Eduardo Barcesat, que aspira a que sea la Corte Suprema la que se pronuncie.

Blanco, al no aceptar impugnaciones a las llamadas “candidaturas testimoniales”, dio una larga lista de antecedentes de políticos de la Argentina y del exterior que aspiraron a otro cargo electivo mientras aún cumplían un mandato previo. Es obvio que ese es un caso absolutamente normal: desde Barack Obama a Cristina Kirchner, pasando por Fernando De la Rúa o Carlos Menem, en infinidad de oportunidades políticos que ejercían senadurías, diputaciones, gobernaciones o hasta la vicepresidencia (Eduardo Duhalde en 1991) se presentaron como candidatos electorales para postularse a ocupar una posición distinta a veces jerárquicamente superior y a veces no. Sin embargo, a Blanco no se lo interrogaba sobre eso, sino sobre el hecho absolutamente inédito, de personas que, cumpliendo un mandato electivo, se postulan para una función diferente que no piensan ocupar.

En su solicitud, que quiere que defina la Corte Suprema, el doctor Barcesat pretende que se anule “por su carácter lesivo respecto de los derechos electorales y la voluntad popular, toda maniobra fraudatoria que tienda a genera mandatos que no serán cumplidos por los postulantes en ejercicio actual de cargos electorales y cuyos mandatos no se encuentren cumplidos al 10 de diciembre de 2009. Ninguna estrategia o táctica sobre el poder puede constituirse sobre la base de quebrantar las reglas del juego”, escribió el jurista.

Tanto la solicitud de Barcesat como las apelaciones al fallo del juez Blanco pasarán por la Cámara Nacional Electoral. Se atribuye a sus tres miembros una sólida formación y muchas evidencias de autonomía frente a los poderes constituidos. Preventivamente, la Casa Rosada anticipó que si el fallo de la Cámara fuese desfavorable para las candidaturas testimoniales del oficialismo, el gobierno apelará a la Corte Suprema. Kirchner de ninguna manera quiere perder solo. Y no quiere ir a residir a Caracas; aspira a ir solamente de paseo.

mayo 16, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

La ilusión de cambiar algo para que no cambie nada

por Jorge Raventos

Aunque las campañas políticas que apuntan al comicio del 28 de junio ya han sido lanzadas, los estudios de opinión pública no registran aún variaciones significativas. En primer lugar, no se observan todavía cambios en los porcentajes que indican el número de indecisos. En la provincia de Buenos Aires, entre un 12 y un 18 por ciento de quienes responden a los encuestadores se inscriben en ese ancho segmento de indefinidos (o reticentes) que, en rigor, terminarán decidiendo el resultado electoral.

Por ahora los augures prevén un “empate técnico” entre el oficialismo y las fuerzas del peronismo disidente y el Pro que se encolumnan tras la candidatura de Francisco De Narváez. Para la mayoría de los analistas la distancia entre ambas boletas es muy corta y se encuentra actualmente dentro de los márgenes normales de error muestral, más allá de que sea una u otra la que aparezca en primer lugar. Detrás de ellos, pero más lejos de la lucha por la punta, aparece la coalición de radicales, socialistas y seguidores de Elisa Carrió.

Los voceros del oficialismo no admiten en público que el cuadro sea ése: aseguran –Néstor Kirchner en primer término- que van primeros y cuentan con una ventaja indisputable.

Sus actos, sin embargo, desmienten ese optimismo. Aconsejado por asesores de imagen, Kirchner está haciendo un esfuerzo por pulir sus asperezas y limar sus filos más agresivos y contener inclusive su conducta corporal, que suele expresar descarnadamente las tormentas de su cerebro. Ese esfuerzo por construir una nueva imagen no lo emprende alguien que se siente punteando tranquilo, sino alguien a quien se le ha explicado que aquellos comportamientos y oratoria son -para decirlo con una palabra que acuñó Juan Perón- “piantavotos”, y que ni siquiera es posible neutralizarlos con el inestimable acompañamiento del gobernador Daniel Scioli (cuyo estilo rebosante de sensatez y buena onda no deja de darle magníficos réditos personales en el juicio de la opinión pública). Aconsejado por aquellos asesores y exhortado por algunos de los hombres sensatos que lo escoltan en el ticket oficialista, Kirchner actúa últimamente como buen alumno: besa párvulos, mantiene un tono medido, procura evitar las frases que asustan a la sociedad. Queda por ver si el actor consigue sostener y hacer creíble al nuevo personaje y, por encima de eso, si una aceptable representación es suficiente para recuperar lo que el gobierno viene perdiendo en los últimos años (en particular, desde que quedaron a la vista las tercas mentiras del INDEC y desde que los Kirchner se enredaron en su obstinada, anacrónica lucha contra la cadena agroindustrial).

El maquillaje actoral no alcanza a disimular, por otra parte, que el guión que despliega Kirchner es el mismo de antes, así lo recite en voz más baja. Allí sigue latiendo la confrontación aguda con los adversarios políticos, con el campo; permanece la inquietud ante la libertad de los medios, la intención de que el gobierna extienda su mano sobre ellos como ya lo está haciendo con otros sectores de la empresa privada.

Para peor, como eco del discurso ocurren hechos que lo tornan más inquietante: agresiones contra locales que venden avisos del diario Clarín, presiones sobre periodistas que cubren la actividad oficialista, declaraciones del ministro de Justicia que proponen condicionar o regular a los bromistas del programa de Marcelo Tinelli (para citar algunos casos). Evidentemente, el hecho de que el gobierno, para mejorar su llegada a los sectores sociales más renuentes, retoque un poco sus modos y el volumen de su discurso, no supone que esté desarrollando un cambio de actitud ni que renuncie en serio a las presiones o al uso de instrumentos de fuerza o de recursos estatales a los que apeló a lo largo de seis años.




Los nervios contenidos de la residencia de Olivos (que hasta noquearon con un golpe de stress parasimpático al ministro de Interior, Florencio Randazzo) no se deben exclusivamente al ominoso empate técnico con De Narváez que le revelan día tras día las encuestas, sino a la circunstancia política de que los poderes peronistas ya toman notoriamente distancia del matrimonio presidencial. El acto de lanzamiento de la candidatura de Kirchner en el Teatro Argentino fue revelador: el único gobernador que acompañó la ceremonia fue el entrerriano Sergio Uribarri. Parafraseando a Macedoni Fernández: faltaron tantos gobernadores y jefes de distrito justicialistas que si faltaba uno más, no cabía.

En otros tiempos pocos se hubieran atrevido al ausentismo. Y, si alguno lo hubiese intentado, inmediatamente el sistema K habría hecho “tronar el escarmiento” de inmediato. Kirchner ya no genera aquel temor y sus instrumentos de retaliación están mellados y tiene plazo fijo. El peronismo territorial -sin excepciones- se prepara para el día después.

Hasta la ministra de Salud, Graciela Ocaña se hizo la rabona el día del lanzamiento. La “hormiguita viajera” (así la llamaba en otros tiempos Elisa Carrió) parece estar preparando las valijas: considera amenazada su silla por la CGT de Hugo Moyano y presume, con femenina intuición, que el camionero tiene más armas que ella para seducir a los Kirchner.

Los gobernadores y los líderes territoriales del peronismo comparten una o dos ideas básicas: la conducción hegemónica de Kirchner se encuentra en su epílogo y el enfrentamiento que el patagónico mantiene con la opinión pública en las ciudades y en el campo corre el riesgo “de llevarse puesto al justicialismo”, para expresarlo con el sentido de la síntesis de uno de esos dirigentes. Es preciso que el conjunto del peronismo representativo (más allá de banderías y facciones) tome el control partidario y hay que trabajar con ese impulso para devolverle legitimidad a la conducción del partido y a las futuras candidaturas (convocando a elecciones internas en un plazo aceptable para todos); hay que tratar con urgencia el tema de la coparticipación federal de modo de garantizar automáticamente a los distritos la cuota que les corresponde de los tributos, para independizarlos así de los manejos del poder central.

Así, la batalla del 28 de junio es para Kirchner una pelea en dos frentes: por supuesto que compite con las otras boletas (y en primer lugar con la de De Narváez, Felipe Solá y el Pro) por el resultado electoral en la provincia de Buenos Aires (asumiendo desde ya que nacionalmente perderá un 15 por ciento de los votos que el oficialismo captó hace 17 meses y que en el Congreso perderá una veintena de bancas). Pero también elucubra las tácticas que lo defiendan de su mayor preocupación: la factura que el peronismo le presentará el día después.

LAS TROPAS KIRCHNERISTAS INGRESARON AL DESFILADERO

por Claudio Chaves

Ya no hay retorno ni huida. La retaguardia fue clausurada. Los laterales marchan apelotonados por el estrecho corredor. Se percibe cierta confusión en su desplazamiento. Así avanzan las fuerzas kirchneristas. Les hubiera gustado hacerlo por ideas pero estas se acabaron y caja no hay.

¡Ya no hay engorde! advierten los más avisados.

Silenciosos y noctámbulos alcanzan el Campo de Marte.

El maltrecho ejército kirchnerista deambula por las estrechas callejuelas del conurbano buscando la mejor locación para la batalla final. ¿La encontrarán?

DOS FRENTES PARA UNA SOLA BATALLA

En las provincias más populosas del interior del país y la Capital, todo indica que el Gobierno pierde. Esto es, resigna la mayoría en Diputados y eventualmente Senadores.

El otro frente, Buenos Aires, mantiene por estos días final abierto. De todos modos tan grande va a ser la merma de votos que el posible triunfo bonaerense no compensará la licuación de Diputados. Este es el resultado que interesa. ¡Se acabaron las mayorías automáticas! Así las cosas poco importa que Kirchner triunfe por algunos puntitos. Como el gobierno presenta esta elección legislativa como un plebiscito requieren del triunfo de su Jefe -ideólogo del modelo- a los efectos de retener lo poco que le queda y afirmar que sigue vigente.

Sin embargo no todo está dicho, el conurbano puede traer sorpresas y revelar que el aislamiento gubernamental de la sociedad es aun mayor. Veremos.

LA CAMPAÑA ELECTORAL

Hasta ahora la iniciativa estuvo del lado del gobierno: Aerolíneas Argentinas, AFJP, adelantamiento de las elecciones, discurso plebiscitario, candidaturas testimoniales, nosotros y el enemigo, fractura, enfrentamiento, pelea, destrato. En síntesis marca la cancha. Un viejo principio militar afirma que el jefe que determina el territorio del combate tiene el 50% de la batalla ganada. Habrá que ver de ahora en adelante el accionar de la oposición. Como y cuando toma la iniciativa.

Lo cierto es que no tiene sentido hacerse cargo del discurso y los disparates del oficialismo. No hay que contestar estupideces. ¡Al diablo con las candidaturas testimoniales y el domicilio del tartufo! Ese no es el punto. Ni siquiera la discusión del modelo, a que nos invitan. No hay que caer en la trampa. En elecciones legislativas no se debate el modelo. Como el acto eleccionario lo plantean en términos de plebiscito hacia allá empujan la discusión. No hagamos caso.

Los temas centrales de debate son los que atañen a las provincias. “Pequeñeces e insignificancias” como: coparticipación, seguridad, drogas, educación, salud, entre otros. En las presidenciales discutimos “los grandes temas” el modelo, por ejemplo. Claro, en dos años. Si Dios quiere.

Hay algunos indicios en los últimos días que revelan un giro del gobierno hacia temas planteados por la oposición. Esto es hacia iniciativas del “enemigo”. Han abordado el tema seguridad. ¡Mal, naturalmente! Pero es algo. Se muestran sensibles, calmos, humanos. ¡Si hasta visita Jardines Maternales! ¡Kindergarten!

Es patética la bonhomía y la serenidad de Néstor. En el lanzamiento en el Teatro Argentino de La Plata ficcionó un personaje increíble. Es decir poco creíble. Bueno…nada creíble. Nestor tiene la simpatía y la ternura de una araña pollito. ¿Qué nos quiere hacer creer? Hablaba en voz queda, como secreteando. Descendiendo hasta lo impensable los tonos de voz. Los contertulios allí presentes parecían disfrutar de una experiencia sobrenatural. Íntima. Singular. Una velada en los Sauces, a orillas del Lago Argentino. Y el misterio de un relato infantil en la inmensidad de aquellas tierras irredentas. Un pésimo montaje para conquistar el segundo y tercer cordón del conurbano.

Sin embargo en algo fue el de siempre. Jamás miró al público a los ojos. Jamás giro la cabeza como envolviendo con la mirada a los allí presentes. Rígido y de memoria vomitó un guión que parecía redactado por Nené Cascallar.

Lo bueno es que comienza a situarse en territorio poco conocido para él. Sale de la aridez comarcana de los arácnidos a los perfumes y colores de los jardines floridos.

Se nota un retroceso, también, en sus temerarias admoniciones sobre la catástrofe electoral en caso de derrota. Atempera aquellos dichos.

GOBERNABILIDAD. CRISIS INTITUCIONAL

Que el gobierno va tener que mudar su forma de gestionar el poder en caso de derrota no indica crisis institucional. Nadie en la oposición victoriosa buscará la caída. Será decisión de la Señora continuar ocupando el cargo en caso de perder la mayoría en las Cámaras. Ahora, si llegaran a apartarse tendrán que explicar muy bien su decisión puesto que el pleno ejercicio de la democracia, como son las elecciones, no habilita la huida ni el exilio. De manera que no va a ocurrir.

Sí, podrían aducir -puesto que están mesianicamente convencidos que lideran un proceso revolucionario a favor de los humildes, los desposeídos, los condenados de la tierra- que no han sido comprendidos y en consecuencia marcharse por esta razón.

Como vanguardistas que fueron pueden procesar en esos términos su derrota. Sin embargo hay tantos intereses económicos y políticos en juego que es dudosa la estampida.

Néstor que al comienzo se cobijó en Duhalde, más tarde en la transversalidad, luego en el peronismo y ahora en los intendentes del conurbano con seguridad terminará escondiéndose tras las faldas de su mujer y en el Parlamento. El miedo no es sonzo.

Que habrá problemas de gobernabilidad, seguro. Pero llegado el caso lo que se puede adelantar es el ingreso de los nuevos legisladores a las Cámaras y blindar al Ejecutivo, cualquiera fuera este.

Mientras esto transcurre los partidos políticos deberán fortalecerse mediante la democracia interna y la elección de sus autoridades.

La crisis económica que se avecina podrá ser sobrellevada si hay esperanzas en el sistema político. Si no tendremos nuevamente la crisis en las calles.

mayo 11, 2009

FIN DE LA DISCUSIÓN: LA HORA DE LOS VOTOS

Con las listas ya presentadas, comienza la campaña electoral que no sólo plebiscitará el actual Gobierno, sino al actual Presidente del PJ. La discusión que se ha mantenido en este Foro desde fines de 2007, acerca de la ilegitimidad de dicha presidencia y de la necesidad de padrones actualizados y elecciones democráticas, llega a su fin con el inicio de esta precipitada pero finalmente útil campaña electoral. Interna abierta en vez de interna cerrada, listas designadas a dedo, insignias peronistas disputadas por el PJ kirchnerista y el PJ opositor, alianzas orgánicas de ambos con sus complementos naturales, la izquierda urbana remanente del antiguo PC en el caso de Kirchner, el PRO y las diferentes siglas del liberalismo con el PJ opositor. Frente a ambos, la oposición radical, por fin unida bajo los talentos plásticos y combinados de Elisa Carrió, Julio Cobos y Ricardo Alfonsín.

¿Cómo votarán los argentinos en las próximas elecciones? Hasta el 28 de Junio, no lo sabremos con exactitud. Sabemos sí que el PJ, a partir del 29 de Junio funcionará con un poder ya no homogéneamente kirchnerista sino compartido con el o los que ganen bajo los diferentes lemas del PJ opositor. Ese día comenzará la definitiva reorganización del PJ, que será el otro gran partido nacional, con su propia tradición histórica a renovar del más creativo de los modos. En estos días, viviremos dentro de la emocionante caldera de la historia, donde por fin el PJ retomará el obligado camino de su definitiva institucionalización democrática. ¿Un partido republicano? Sí, Perón nunca pretendió otra cosa, una vez terminada la Revolución. ¿Un partido que asimile y proteja el liberalismo? Esa será la próxima discusión, y el momento en que los liberales deberán asumir la secuencia histórica del mejor conservadorismo, sin huir hacia el radicalismo por puro reflejo gorila del pasado.

mayo 09, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

Incógnitas del día después

por Jorge Raventos

A las cero horas del domingo 10 de mayo, con el cierre de la recepción de nóminas de candidatos por parte de la Justicia Electoral, queda despejado el camino que lleva, en siete semanas exactas, a las elecciones de medio término que el gobierno asume como un plebiscito sobre su gestión.

Las boletas no introducen demasiadas novedades en relación con lo que ya se sabía o preveía. A último momento el oficialismo consiguió un poquito más de adhesión a las "candidaturas testimoniales" que la que se insinuaba. Fue menos por amor que por espanto: las presiones sobre los más remisos adquirieron una notable intensidad. Favores póstumos.

En Santa Fé, el gobierno K no consiguió, en cambio, persuadir a Carlos Reutemann de que disimulara su distanciamiento. Kirchner pretendía, de mínima, computar propagandísticamente como propios, el 28 de junio por la noche, los votos que obtenga el ex gobernador. Con tal de conseguir esa indulgencia de Reutemann, el cónyuge presidencial estaba dispuesto a sacrificar sin demasiados remordimientos a Agustín Rossi, jefe del bloque oficialista de Diputados y quizás el cuadro político más sólido que el kirchnerismo exhibió en estos años. Reutemann rechazó todos esos intentos de seducción, convencido de que cualquier proximidad al oficialismo erosiona sus chances de victoria en la provincia: es cierto que por el momento su intención de voto supera con comodidad la de su principal adversario, el socialista Rubén Giustiniani; pero no puede correr riesgos, porque tampoco ignora que el gobernador Hermes Binner cuenta con una imagen positiva del 60 por ciento de sus comprovincianos y que seguramente va a jugar fuerte y personalmente en beneficio de Giustiniani en la etapa decisiva de la campaña. Rossi se quedó solo con la bandera del kirchnerismo en Santa Fé; es posible que esté reflexionando ahora sobre una frase que disparó en estos días Luis Barrionuevo: “Hacer campaña por Kirchner es como sacar a pasear un perro muerto”.

En la ciudad de Buenos Aires Kirchner venía soportando las actitudes retobadas de quienes en más de un sentido son sus subordinados: puesto que el partido justicialista ha sido transformado en un partido de funcionarios, la mayoría de sus cuadros dirigentes deben disciplina funcional a la familia Kirchner. Pese a esta deuda, el pejota porteño está dividido en dos fracciones que, peleadas entre sí, compartían esencialmente la desobediencia táctica a Néstor: el sector orientado por el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández aspiraba a juntar apoyos en respaldo de la candidatura del, digamos, cuñado de éste: Aníbal Ibarra. El otro nucleamiento, encabezado por el jefe del gremio de porteros, Víctor Santa María, pretendía votar a un candidato peronista y no había encontrado ninguno mejor que Jorge Telerman. Kirchner zanjó la cuestión ofreciéndole su respaldo al banquero poscomunista Carlos Heller (funcionario de la vieja estructura financiera que organizó décadas atrás el PC: el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, hoy Banco Credicoop). Llamados al orden, los insubordinados aseguraron el viernes que van a cumplir con el patrón y que aconsejarán votar por Heller. Puede dudarse de que se esfuercen demasiado en la campaña, pero al menos se comprometen a no desobedecer abiertamente. La unidad lograda le permite al oficialismo pelear en mejores condiciones por el cuarto puesto con la candidatura de Fernando Solanas.

En las otras fuerzas significativas el cierre de listas también mostró moderadamente roces y tensiones. Elisa Carrió casi hace estallar prematuramente la Coalición Cívica y Social debido a sus pulseadas con la corriente radical que orienta el vicepresidente Julio Cobos y también con el sector que lidera Margarita Stolbizer. Finalmente la sangre no llegó al río.
En el frente constituido por Francisco De Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá los desacuerdos giraron en torno al espacio a otorgar en las candidaturas a dirigentes de manifiesto vínculo con Eduardo Duhalde, como Carlos Brown, Osvaldo Mércuri y Eduardo Amadeo. El paladar (más porteño que bonaerense) de Macri y De Narváez terminó induciendo un maltrato a esas figuras: Brown y Mercuri no integraron la nómina y Amadeo fue postergado a un lejano duodécimo puesto. Jorge Sarghini renunció al enterarse de que lo habían ubicado en el undécimo.

Las encuestas siguen mostrando en la provincia de Buenos Aires lo que los investigadores definen como “empate técnico”: una diferencia que no permite vaticinar con seguridad qué boleta terminará primera, si la del kirchnerismo o la del peronismo disidente. Algunos de los estudios muestran una leve ventaja para Kirchner, obtenida a partir de la incorporación de Daniel Scioli a la nómina. Otros análisis ponen a la cabeza la lista de De Narváez y Solá. En todos los casos queda claro que dos tercios de los bonaerenses sufragará “contra” Kirchner; 60 de cada 100 consultados por al menos tres estudios declaran que “jamás” votarían por el esposo de la presidente.

En rigor, todos los actores de la vida pública (no sólo los políticos) parecen dar por sentado que el ciclo kirchnerista está agotado y piensan y actúan a partir de ese presupuesto. La mirada de todos ellos está puesta en “el día después”; se analizan distintos escenarios a partir de la hipótesis del fin del kirchnerismo. Se prevé que la pérdida de al menos 15 diputados nacionales (a lo que algunos diagnósticos suman de tres a cinco senadores) terminan con el predominio legislativo de Kirchner, determinan el fin de los poderes extraordinarios y el eclipse de su control del Consejo de la Magistratura y, por esa vía, de su sistema de vigilancia y presión sobre el poder judicial.

La debilidad que hoy exhibe Kirchner, las indisciplinas que se ve obligado a soportar son apenas un anticipo de la nueva situación que se abrirá a partir del 28 de junio.

Lo que viene evaporándose, principalmente a partir del extenso conflicto con el campo, es el poder hegemónico, ultracentralizado, unitario que Kirchner erigió. La principal base de sustentación material de esa arquitectura, que determinó la subordinación de provincias y municipios al poder central y arrasó con la vigencia del federalismo consagrado por la Constitución Nacional, fueron las retenciones a las exportaciones. Por su carácter no coparticipable, esas retenciones conformaron una gigantesca masa de fondos presupuestarios distribuida con absoluta discrecionalidad para disciplinar políticamente a gobernadores e intendentes. Kirchner impuso así el centralismo y la arbitrariedad al propio peronismo para poder subsistir.

A partir del choque con la cadena agroindustrial, con la caja deteriorada y perdido el respaldo que en otros momentos le otorgara la opinión pública (transmutado ahora en opinión crecientemente negativa) el gobierno empezó a perder la disciplina del peronismo, que fue tomando distancia con distintos pasos y velocidades, pero en una tendencia inequívoca a dar por concluida la experiencia K.

En rigor, el peronismo nunca aceptó el liderazgo de Kirchner aunque se haya resignado a su mando hegemónico. lo nuevo es que empezó a adoptar formas progresivamente autonómicas, en un proceso que está lejos de haber concluido. Los gobernadores que todavía no han tomado distancia definitiva ya empiezan a afirmar que “el día después” habrá que reunir una junta que determine el futuro del justicialismo. Por otra parte, desde Jorge Busti a Eduardo Duhalde, sin olvidar a Juan Carlos Romero anuncian que están dispuestos a postularse a la presidencia del PJ, un cargo en el que todavía está encaramado Kirchner. El fin del ciclo empieza a anunciarse antes aún de que se abran las urnas del 28 de junio.

Entre las asignaturas urgentes a las que el país del día después tendrá que dar respuesta se encuentran la de la seguridad (primera preocupación de la sociedad), la resolución del conflicto con el campo (garantía para el relanzamiento productivo del país y la recuperación de posiciones en la economía internacional), el fortalecimiento del federalismo y la distribución territorial de la riqueza a través de un nuevo régimen de coparticipación federal, y la promoción social de los sectores más sumergidos, a través de medidas de emergencia y de medidas estructurales, ligadas a la educación y el trabajo productivo.

La situación social de la Argentina es hoy peor a la que existía una década atrás. Un estudio realizado por el diputado Claudio Lozano para la CTA (Central de Trabajadores Argentinos) apunta, por caso que el ingreso medio real de los sectores ocupados perdió un 24 por ciento con relación a 1998; que la distribución negativa, medida como brecha entre el 10 por ciento más pobre y el 10 por ciento que más recibe, se incrementó un 26 por ciento con respecto a 1998; que la tasa de pobreza aumentó un 19,7 por ciento con relación a 1998 y la tasa de indigencia más que se duplicó (aumentó un 114 por ciento); que la participación de los sectores populares en el PBI cayó casi un 12 por ciento.


Esos números encierran claves de una decadencia y están en el fondo de la crisis que el país necesita superar. He allí las verdaderas incógnitas del día después.

mayo 07, 2009

Opinión

Un muy interesante y visionario artículo que desborda la economía para internarse en las opciones políticas del peronismo, poniendo el acento en las tentaciones y confusiones a evitar.

LA ECONOMÍA ARGENTINA DESPUÉS DE LAS ELECCIONES

por Domingo Cavallo (publicado en www.cavallo.com.ar )

La economía argentina ya está viviendo una estanflación, un fenómeno que se hará aún más virulento luego de las elecciones, con absoluta independencia de cuál sea el resultado. Se trata de una crisis que no se parecerá a la del 2001, año en que la debacle financiera local sobrevino a un proceso depresivo-deflacionario que se había iniciado en el segundo semestre de 1998. La crisis estanflacionaria actual prácticamente no tiene agravantes financieros locales . Es un fenómeno de la economía real que devendrá en crisis fiscal. En todo caso tendrá algunos rasgos de la del 2002, porque como entonces habrá inflación y fuerte recesión. Pero será una crisis mucho más parecida a las de 1975-76 y a la de 1989-1990.

La estanflación argentina, a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las economías emergentes, tiene poco que ver con la crisis financiera global. Argentina es uno de los países menos afectados por lo que está pasando en la economía mundial porque sus principales productos de exportación mantienen precios bastante más elevados que los que predominaron en la década anterior. No han caído tanto como los precios de los minerales de uso industrial y del petróleo. Además Argentina no había estado recibiendo capitales financieros del exterior y sus bancos no habían tenido una gran expansión del crédito en los últimos años. Por esa razón tampoco adquirieron grandes riesgos crediticios como los de los bancos de los países avanzados y de las economías emergentes con gran desarrollo financiero reciente.


La crisis argentina es totalmente autogenerada y era totalmente predecible. Yo la anticipé a principios de 2007 cuando describí cómo serían los escenarios de un futuro gobierno según ganara las elecciones Cristina Kirchner o Roberto Lavagna. Luego la describí con más detalle en mi libro Estanflación, escrito durante el invierno del año pasado, cuando todavía no se había producido ningún impacto significativo de la crisis financiera global sobre las economías emergentes.

La crisis argentina tiene su origen en:

1) las medidas impositivas y de controles de precios y tarifas que desalentaron la inversión y la producción en los sectores más productivos de nuestra economía, particularmente los sectores agropecuario y energético;

2) el aumento desmesurado del gasto público improductivo financiado con el producido de los impuestos distorsivos y

3) el encerramiento comercial y el aislamiento financiero que impidieron la recuperación del crédito público y privado y transformaron a Argentina en una economía a la que los demás países y organismos financieros del exterior les importa poco.Por eso la consideran no elegible para recibir los apoyos financieros que se están brindando a la mayor parte de las economía emergentes.

El tercero de estos factores es el que me lleva a predecir que la crisis argentina se va a agravar en la segunda mitad de este año y probablemente durante 2010 y 2011, aún cuando comiencen a verse signos de recuperación en la economía global y en la mayoría de las economías emergentes.

El déficit fiscal adquirirá dimensiones hasta hoy impensadas por la mayor parte de los economistas, aún de los que critican al gobierno. La caída de la recaudación, la necesidad de asistir financieramente a las provincias y de cumplir con los compromisos de pagos de obras públicas y a proveedores, determinarán un déficit fiscal significativo que no podrá financiarse con crédito público. Por lo tanto, habrá una fuerte emisión monetaria con el consiguiente drenaje de divisas. Si el Banco Central intenta frenarlo acentuando los controles de cambio, aparecerá un mercado paralelo como el que existió entre 1975 y 1990. Si el banco Central defiende sus reservas y no impone controles de cambio, se producirá una fuerte devaluación que espiralizará la inflación.

Estoy convencido que Néstor Kirchner sabe que la que acabo de describir es la realidad presente y futura. Hablé con él muchas veces durante la década de los 90 y me siento seguro en afirmar, como profesor de la materia, que tiene suficientes conocimientos de economía como para saber cual es la interpretación correcta de nuestra realidad. Lo que lo lleva a argumentar que la crisis argentina es fruto de la crisis global y que la crisis se agravará sólo si el Gobierno pierde las elecciones del 28 de junio no es su desconocimiento de cómo funciona la economía argentina si no su falta de escrúpulos políticos .

Ya ha encontrado culpable para la crisis que estamos viviendo: son los EEUU que engendraron la crisis financiera global. Está preparando la lista de culpables del agravamiento de la crisis argentina. Como sabe que el gobierno va a perder esas elecciones (al menos en términos del número de diputados y senadores oficialistas que quedarán en el nuevo Congreso), ha decidido identificar como culpables del agravamiento de la crisis a los ciudadanos que voten a alguna de las variantes opositoras, es decir, a la mayoría del Pueblo Argentino. Sólo así se explica su discurso de campaña.

Esta falta de escrúpulos políticos me preocupa no por el efecto que pueda tener sobre el resultado electoral, sino porque es un indicio de que Néstor Kirchner esté planeando el alejamiento de su esposa de la Presidencia, luego de las elecciones del 28 de junio, en medio de algún episodio que pueda mostrar frente a la gente como un “Golpe Duhaldista”. Por otro lado, hay mucha gente alrededor de Duhalde a la que no le disgustaría esa alternativa, porque piensan que un futuro gobierno de Cobos, para completar período, necesitaría del apoyo del “Piloto de Tormentas” del 2002. Si Néstor Kirchner decide que no quiere pagar el precio político de hacerse cargo del agravamiento inexorable de la crisis, puede encontrar la bandeja servida para aparecer echado. Algo que el visualiza como un episodio histórico semejante al que vivió Perón en 1955.

Para quienes quieran imaginarse como podría ser un futuro gobierno de Cobos apoyado por Duhalde y con Lavagna de Jefe de Gabinete, sugiero a los visitantes de mi blog que relean el artículo que subí a mi blog el 31 de marzo de 2007 titulado “Los inev itables sobresaltos de un futuro gobierno de Kirchner o Lavagna”. Por supuesto que hay una esperanza: la que describí en el artículo inmediato siguiente al anterior titulado: “Una alternativa electoral, difícil pero no imposible”. Pero para que ella vuelva a tener vigencia, habrá que esperar hasta las elecciones presidenciales de 2011.

mayo 06, 2009

Opinión

Habrá sido la última concentración peronista…
por Trinidad Seoane Cabral

Fue el sábado 02 de Mayo de 2009.
Pasé a buscar a mi papá por su casa con un taxi; él , con 72 años sería un muchacho aquella noche. No sólo por la biaba color castaño oscuro que tuvo que darse obligado por el efecto adverso de una medicación que provocaba la aparición de mechones pelirrojos en su cabeza plateada. También sería joven en su figura dentro de la concurrencia como fondo, sería joven en su voz, sería joven en su emoción, sería joven en su alma y actitud con su brazo izquierdo agitándose al compás de “Los muchachos peronistas, todos unidos triunfaremos y un solo grito daremos…”

Fue en el Luna Park.

Había una minoría de gente joven, rondando los 30. A varios de ellos yo los conocía del pasado, de mi pasado con la música. Diría, casi de otra vida. ¿Es posible haber tenido tantas vidas en una sola vida? Habría que preguntarle a ella, a Nelly Omar. La Gardel con pollera era la causa de que estuviésemos allí esa noche. Ella con sus guitarristas. Ella con sus 97 años. Ella paradita delante del micrófono durante todo el espectáculo. Cantando y diciendo de un modo único tangos, milongas y valses criollos. Era imposible distraerse y dejar de escuchar lo que cantaba en las letras. Era imposible dejar de pensar que estaba en ese escenario, una mujer que había vivido todos los avances y retrocesos de nuestro país, y en especial, de Buenos Aires. La Cantora Nacional con su poncho colorado. El público con banderitas Argentinas.

Fue en las pantallas.

Como cierre del espectáculo cantó “La Descamisada” que el público aclamó desde que Nelly Omar pisó el escenario. En las pantallas que rodeaban el escenario una foto de Perón y Evita. Los “muchachos y muchachas” estremecidos, muchos eufóricos. Yo emocionada de estar viviendo ese momento único e histórico. ¡Era realmente histórico! Por un lado estaba Ella, La Cantora, excepcional. Por otro lado, aunque del mismo lado, estaban ellos, de 70 años hacia arriba. Los más jóvenes sólo éramos testigos de esa noche. Nada más. Nada menos.

Fue en el final.

Los que tenemos cerca de 30 años no tuvimos la posibilidad de ver actos donde no haya siempre alguien haciendo uso del nombre Perón, con el afán de simular o realmente continuar con los ideales o pensamientos peronistas. Esa noche no era política, era una expresión “ingenua” de una generación, una generación que posiblemente no se reunía desde la década del setenta. Yo pensaba, dentro de 20 años esto ya no existirá, ¡esto es una especie en extinción! Los que somos hijos de peronistas, somos eso, sólo eso. Y mi papá emocionado me dijo: “Ésta debe haber sido la última concentración peronista” Y yo le creí…

mayo 03, 2009

Recomendado

ARGENTINA FRENTE A LA CRISIS GLOBAL


Artículo de Domingo Cavallo publicado por Perfil en su edición del 3 de mayo bajo el título "Nuestra Torpeza"
http://www.perfil.com/contenidos/2009/05/03/noticia_0006.html

mayo 02, 2009

Panorama político nacional de los últimos siete días

EVOCACIONES MONÁRQUICAS: DESPUÉS DE ÉL, EL DILUVIO

por Jorge Raventos

Por si el dengue, la gripe porcina, la crisis económica, la pobreza y la inseguridad no fueran adversidades suficientes, el matrimonio Kirchner está empeñado en alarmar a los argentinos con una amenaza electoral: si los ciudadanos se atreven a derrotar al oficialismo el 28 de junio, pondrán “en juego la estabilidad democrática” (advierte la señora de Kirchner), “el país explota (…)sin mayoría parlamentaria volveremos caer en el vacío de 2001” (regüelda su esposo).

¿Por qué estaría en juego la estabilidad democrática cuando la gente ejerce su derecho a votar? La frase de la señora parece decir: “sólo hay democracia si ganan los Kirchner”, algo así como “la democracia soy yo” (o, más bien, “nosotros”, es decir, ella y su cónyuge). Esa idea evoca a Luis XIV (“El Estado soy yo”), con la singularidad de que si suena coherente que un monarca absolutista identifique el estado con su persona, la pretensión de resumir la democracia en el poder de una familia desafina demasiado.

Si la afirmación de la dama tiene un aire monárquico, la del caballero, profusa en descripciones apocalípticas y admoniciones de caos y estallidos, no le va en zaga: Luis XV fue el que imaginaba que “después de mí, el diluvio”.

Los analistas se han cansado ya de explicar que el hecho de que un gobierno pierda elecciones de medio término forma parte de la normalidad democrática, tanto como que un presidente gobierne sin mayoría propia en las Cámaras (como todas las encuestas indican que ocurrirá como consecuencia de los próximos comicios, en los que el oficialismo perderá no menos de quince bancas en Diputados y probablemente dos o tres en Senadores). Los franceses inventaron el término “cohabitación” para definir esa circunstancia; en Estados Unidos, la presidencia de Bill Clinton alcanzó sus momentos de mayor eficacia (por caso, incrementó decididamente el superávit fiscal) durante los años en que los republicanos controlaban la Cámara de Representantes, que presidía uno de sus miembros más destacados, Newt Gingrich. En la Argentina, Carlos Menem, al iniciar su gestión en 1989, gobernó varios meses con cámaras en las que el radicalismo mantenía la mayoría numérica. En cualquiera de esos casos, mencionados a título de ejemplo, nada estalló, nada se derrumbó ni desestabilizó; por el contrario, mucho se consolidó. Lo que demandan esas circunstancias, propias del ejercicio democrático, es una amplia disposición al diálogo y la convergencia. Lo que indudablemente se debilita son los proyectos de gobernar por imposición.

En rigor, las intimidaciones verbales oficialistas constituyen a un tiempo intentos desesperados por cambiar el destino electoral que profetizan los estudios de opinión pública y esfuerzos exasperados por modificar la realidad que se está modificando ya mismo bajo sus pies, sin esperar al 28 de junio. El gobierno no consigue ser obedecido como estaba acostumbrado a que ocurriera; los gobernadores toman prudente distancia y anuncian (ya lo han hecho el sanjuanino José Luis Gioja y el cordobés Juan Schiaretti) que a partir del día 29 de junio deberá constituirse una mesa de gobernadores y líderes peronistas distritales para definir el futuro del partido. Intendentes muy representativos decidieron abrirse del plan de “candidaturas testimoniales” impulsado por Néstor Kirchner, al comprender el grado de repudio social que ese recurso ha suscitado. Aldo Rico, el líder del PJ (ganó la elección interna hace pocas semanas) de San Miguel, en el sensible segundo cordón del conurbano bonaerense, resolvió abandonar el kirchnerismo, con el que mantuvo un breve aunque fructífero romance, y solicitar el fichaje en el peronismo disidente que encabeza Francisco De Narváez. Rico no es tan glamoroso como Nacha Guevara, que firmó por un tercer puesto en la marquesina oficialista, pero es seguramente más conocido que la actriz nacida en Mar del Plata y probablemente arrastra más votos que ella.

Alberto Fernández, quien fuera jefe de gabinete del esposo de la presidente durante toda la gestión formal de éste como titular del Poder Ejecutivo, también ha tomado distancia: "Si se vuelve al 2001 es porque fracasamos", replicó a su ex jefe. Y agregó: “La verdad, no creo que haya un problema de gobernabilidad en todo caso, habrá otras mayorías en el Congreso, pero muchos gobiernos conviven con otras mayorías en el Congreso". Como para que no quepan dudas de su nuevo posicionamiento, Fernández enumeró: “Tenemos problemas con el empleo, tenemos problema con el crecimiento, tenemos problema con la producción, no logramos colocar nuestros productos en el exterior, los precios internacionales y la demanda han caído, y esto no es objeto de debate en ningún lado".

Con todo, después del primer día de mayo, habrá quien argumente que no todo el mundo se aleja de Néstor Kirchner puesto que Hugo Moyano desplegó a sus camioneros y a algunos gremios aliados en la Avenida 9 de Julio en una gran manifestación de decenas de miles de asistentes, y solicitó allí el voto por los candidatos del gobierno. Siempre hay un pero: también le hizo saber a Kirchner que prefería no tenerlo de cuerpo presente en el palco.

Si bien se mira, Moyano se propuso sostener a Kirchner como la cuerda que retiene a un colgado. El acto de la CGT fue una demostración de fuerza tendiente a conseguir urgentemente algunas compensaciones que el camionero reclama para su sector: espacios para su gente en las listas electorales que deben ser presentadas a la Justicia antes del sábado 9 de mayo a las 24. Y la liquidación de fondos (unos 2000 millones) que el gobierno central le estaría mañereando a las obras sociales sindicales.

En simultáneo con el pagaré al cobro amablemente presentado por Moyano, Luis D Elía salió a enmendarle la plana al camionero y reclamó lo que considera le corresponde con métodos más bruscos. Declaró que estaba harto (sus palabras fueron más vulgares) “de tanto maltrato. No queremos más este trato selectivo, autoritario y utilitario”. Kirchner -resumió- “siempre llama cuando tiene problemas, pero nunca lo hace para armar una lista”. El piquetero oficialista, que en tantas oportunidades jugó a sus brigadas como fuerzas de choque del kirchnerismo, se siente ahora mal pagado y piensa movilizar sus columnas el jueves 7, en vísperas de la presentación de las nóminas electorales ante los jueces. Quiere que su gente tenga un lugar.

Comienza a desplegarse lo que algunos llaman “efecto estampida”, en analogía con lo que ocurre con los depositantes de un banco del que comienza a sospecharse su inminente insolvencia. Todos corren a cobrar lo que creen que se les adeuda, guiados por el lema de las grandes fugas: “el último que apague la luz”.

Es que no son pocos los que observan que a Kirchner le empieza n a resultar cortas tanto la manta política como la frazada económico financiera. Antes, para pagar sus obligaciones políticas o para colocar a alguno de sus protegidos contaba virtualmente con todas las nóminas de candidatos del país; un peronismo anestesiado y un federalismo invertebrado permitían que el poder central manipulara candidaturas en cualquier provincia, pusiera postulantes a gobernadores o a vicegobernadores o a diputados o a ediles. Hoy la mayoría de los jefes territoriales bajaron la persiana a las digitaciones del poder central y ni siquiera los que juegan (tácticamente) más próximos al gobierno K se dejan toquetear las listas impunemente. Aun en Santa Cruz Kirchner tiene dificultades para persuadir al gobernador Daniel Peralta de que acceda a sus ocurrencias.

En cuanto a la situación económico financiera, los Kirchner no se encuentra mucho mejor. Son naturalmente duros con los gobernadores más autónomos: a Schiaretti le han retenido 120 millones de un convenio de refinanciación de la deuda pública provincial. Pero lo cierto es que la escasez de fondos también los conduce a retacearle a otros, menos firmes que el propio Schiaretti. No han podido, por ejemplo, cumplir el compromiso presidencial de fines de marzo, cuando anunció el Plan Nacional de Seguridad, de destinar con urgencia 360 millones de pesos para combatir el delito en el conurbano bonaerense. Sólo 11 de los 40 distritos incluidos en el programa recibieron fondos. El tema seguridad aparece siempre como preocupación prioritaria, no sólo de los bonaerenses, sino del país entero. Aunque nunca se ocupó del tema hasta las últimas semanas, el gobierno sabe ahora que puede tener repercusiones electorales, razón por la cual, así sea por motivos menores, hoy está interesado en mostrar interés. Si no lo hace es, básicamente, porque le está costando afrontar todos sus compromisos.

En el primer trimestre, mientras sus recursos se incrementaban un 14 por ciento, los gastos crecieron el doble. Se trata de un vacío difícil de llenar para un gobierno que no está excluido de la financiación externa y para tener aire financiero se ve obligado a apelar al dinero de las jubilaciones, que el ANSES mueve sin controles adecuados y con tasas muy por debajo de las de mercado.

Con ese comportamiento y con las profecías de caos que llegan desde el Oráculo de Olivos, las cosas no pueden ir sino como van: la fuga de capitales continúa. La cifra del primer trimestre de este año casi llega a los 6.000 millones de dólares. Son 37.000 millones desde mediados del 2007. La fuerza del fenómeno es similar a la del año 2001. En este sentido, estamos retornando . Y no ha hecho falta para eso que gane la oposición. Kirchner lo hizo solo.

mayo 01, 2009

LO REAL AÚN INVISIBLE

En medio de las negociaciones por las listas y alianzas y la inmediatez de las elecciones, se advierte en estos días un importante desplazamiento. La discusión sobre el PJ ha cambiado de eje. Ya no se habla de lo que desde Enero de 2007 fue el problema principal, la ocupación ilegal del partido por Néstor Kirchner y la marginación antidemocrática de dirigentes y afiliados en la organización del mismo. Lo que se discute es la reorganización que va a comenzar el día después de las elecciones.

Con la certeza ya de que los Kirchner podrán conservar el gobierno algún tiempo más pero de ningún modo un partido con dirigentes más poderosos que ellos y legitimados además por el voto, el tema del PJ toma su dimensión real, la de la reorganización democrática. Esto incluirá, apenas terminen las elecciones, la competencia interna entre las diferentes interpretaciones del peronismo, incluyendo la del kirchnerismo residual encarnada quizá en un Alberto Fernández promoviendo a Scioli y la del duhaldismo tardío, que pretenderá seguramente reivindicar sus errores como aciertos.

En el medio de estos dos grandes residuos que han creado el fracaso de la Argentina moderna, aparecerá lo que seguramente constituirá la gran novedad de la política argentina de los próximos dos años. Un PJ enraizado en ambas tradiciones, la peronista y la liberal, tomando el lugar de centro republicano, capitalista y popular capaz de completar el par bipartidista con el radicalismo ya encaminado. Con los resultados de las próximas elecciones legislativas, emergerán los nuevos líderes, los que se sentarán a la mesa del PJ con todo su peso y poder. Junto con el kirchnerismo, se termina también en el PJ la etapa del llamado peronismo disidente, que admitió la alianza de líneas e intereses muy diversos.

Post elecciones comenzará, ya dentro de un PJ inclusivo, la batalla por la modernidad según la doctrina. El dirigente que mejor entienda la naturaleza de este proceso, será el que conduzca.