AVISO

A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

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EL PERONISMO LINDO Y EL PERONISMO FEO

En los ’90, el correcto criterio de Carlos Menem de saldar el pasado y de encaminar el peronismo hacia la modernidad permitió la fusión del peronismo con las antiguas elites oligárquicas y antiperonistas. El peronismo se valió del liberalismo económico como instrumento para brindar a los argentinos lo que jamás dejó de prometer: la grandeza de la Nación y la felicidad del pueblo. El peronismo, con el PJ organizado a su vez como su instrumento institucional, lavó su cara, alegre y bicolor, y los enfrentamientos del pasado quedaron atrás después de muchas décadas de odios y rencores. El peronismo a partir de esos días fue percibido como lindo, no para un grupo sino para todos, con Perón y Evita reivindicados. Las Fuerzas Armadas fueron indultadas, en un recurso quizá injusto, pero políticamente apto para saldar ese otro viejo odio abonado por dos dictaduras en contra del peronismo.

Este peronismo lindo sólo tuvo enfrente entonces dos enemigos: la izquierda, peronista o no, que jamás se identificó con su doctrina anticomunista y espiritual, y el peronismo antiguo, congelado en los instrumentos de la década del ’40. El peronismo lindo, que debió haber durado eternamente en su institución partidaria, en el poder o fuera de él, tuvo una sola razón para su caída: la decisión de Carlos Menem de pretender un tercer mandato en vez de designar un sucesor, en lo que resultó una mal calculada entrega del PJ al líder del peronismo antiguo, Eduardo Duhalde.

El peronismo antiguo aliado con la izquierda volteó a de La Rua y Cavallo –continuidad no institucionalmente peronista de Menem- y tomó ilegítimamente la presidencia de la Nación en la persona de Duhalde. Del peronismo antiguo al peronismo de izquierda había un solo paso y los Kirchner lo dieron, en un principio para negar al peronismo, y luego, ante el temor de que el verdadero peronismo los enfrentase, asumiéndose como peronistas. Falsos peronistas claro, aquellos que del peronismo sólo saben imitar el pasado y no recrear el nuevo.

De ahí que en estos días los mismos peronistas asistamos sorprendidos al regreso de algo que ya no reconocemos como propio: desde las patotas violentas de D’Elía hasta una plaza llena de movilizados enviados por algunos sindicalistas, intendentes, y gobernadores, peronistas corrompidos por la billetera kirchnerista y que dan vergüenza ajena por su traición a aquel pueblo que dicen defender. No faltaron tampoco las sorprendentes invocaciones a una supuesta división social entre oligarcas y cabecitas, como si el último gobierno del mismísimo General y más específicamente, el de Menem, no hubieran existido. Los Kirchner, careciendo de la más elemental cualidad de un peronista, cual es la de ver la realidad, no perciben que el actual enfrentamiento es entre la Argentina productiva (incluyendo a buena parte de los sindicatos vinculados a ésta) y la Argentina improductiva expresada en la creciente cantidad de recursos fiscales que el Estado demanda para sostener los millones de marginados y desocupados que los votan a falta de otra opción, y para disimular el acumulativo efecto de deterioro causado por este modelo económico. En su caricatura del peronismo del pasado, en ese cambalache ideológico donde se imita la voz cascada de Evita, se pone la mano sobre el pecho izquierdo al entonar el himno en un gesto grotesco para los argentinos y se recibe el pañuelo blanco sin animarse a ponérselo en la cabeza después de haber declamado admiración por las sufridas Madres de Plaza de Mayo, lo que el pueblo argentino tiene ante sí es un peronismo feo, que nadie quiere volver a ver, y menos que nadie los peronistas. El peronismo feo, en suma, porque es construido como negación de la verdad, usando la máscara peronista como un disfraz vacío de contenido y de doctrina: los Kirchner usurpan el pasado y lo distorsionan para servir a sus propios fines de poder.

Por eso el PJ es una pieza importante hacia el futuro de la Argentina y requiere la mayor energía de peronistas y no peronistas para recuperar su plena institucionalización democrática, aquella que permitirá reentronizar el peronismo lindo, el de la paz democrática, el de la permanente creatividad impulsada hacia el futuro y el del respeto a los deseos y necesidades del pueblo argentino, sirviéndolos con eficacia.

2 comentarios:

Edgardo Cora dijo...

Brillante, Diana, como siempre. Gracias. La batalla en el peronismo por desplazar a los kirchner debe ser a todo o nada.

Ernesto Jorge dijo...

Qué caracterización original de los sectores peronistas.
Sin embargo, y aunque yo suscribo las opiniones que se dan en este blog, veo con pesar que somos un grupo muy reducido.
Probablemente sigamos sintiéndonos peronistas, pero no veo cómo podremos evitar ser despojados del partido por la "imberbocracia" (como diría Jorge Asís).