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A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

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LAS DAMAS MENDOCINAS

Hace pocos días, el Presidente de Venezuela, Comandante Chávez, creó la milicia bolivariana cuya misión será la de defender al Presidente de la República y su revolución. En la Argentina, el resurgimiento de diversas organizaciones piqueteras que reciben fondos del Gobierno Nacional y que han comenzado a exhibir armas en incidentes recientes, vuelve a poner sobre el tapete el más incómodo problema político de las últimas tres décadas: el rol de las fuerzas armadas. Un problema caro al corazón peronista, que sufrió todo a manos de los militares, pero que jamás olvidó que Perón era militar y que sólo pudo lograr lo que logró, en términos revolucionarios, por ser el más brillante Coronel de su generación. A pesar de todo, el peronismo siempre amó y respetó a sus fuerzas armadas. Y cuando ellas mismas se deshonraron, dejó pasar una generación, y las perdonó, dándoles la oportunidad de empezar de nuevo. El peronismo es cristiano, pero también realista.

En estos días en que las fuerzas irregulares al mando de los Kirchner pueden caer en la tentación de armarse, a semejanza de las milicias bolivarianas, para perpetuar en el poder a quienes el pueblo argentino ya francamente odia, cabe preguntarse quienes van a detenerlas. Las fuerzas armadas están sin conducción, porque su Comandante en Jefe constitucional no las aprecia, no las precisa más que en una función decorativa y las prefiere así, castradas. También están insuficientemente equipadas y, dos generaciones más tarde, cargando todavía con el pasado de aquella dirigencia militar irresponsable y gorila y con una culpa que no les corresponde ya, de varios golpes de estado y crímenes de guerra aberrantes. Si se prolongase o agudizase el desorden provocado por piqueteros violentos disfrazados de guardia pretoriana, ¿quién protegería al pueblo, víctima ya no de la mala política de los Kirchner, sino del abuso violento? ¿Están las Fuerzas Armadas en condiciones técnicas de defender a los argentinos? ¿Hace falta que las damas mendocinas hagan por ellas lo que el Gobierno Nacional ha decidido no hacer?

Entre las muchas instituciones que deben ser recuperadas amorosamente para la Nación, figuran sus Fuerzas Armadas, incluyendo en éstas a las diversas Policías y Fuerzas de Seguridad. El tiempo de la penitencia se cumplido ampliamente y ahora, después del desarme, literal y moral, corresponde devolverles el lugar institucional y reafirmarlas en la misión protectora del orden y la seguridad. No será un plan que guste a quienes viven de la inseguridad y el desorden, y tampoco a quienes reinan gracias a ellos, sabiéndose impunes. Es, sin embargo, el plan de la mayoría de los argentinos, convencidos de que la historia de los golpes se terminó, pero también la de las dictaduras, y que sólo queda el tránsito hacia una vida institucional plena. La extrema dificultad política que en estos días soporta el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para crear su propia policía estatal es apenas el botón de muestra de lo que se avecina como una discusión que envolverá a todos los argentinos.

El Partido Justicialista, primera víctima de la usurpación kirchnerista en pos del poder absoluto, incluye también en su actual batalla ideológica contra los usurpadores, la defensa de su rol de custodio de la mejor tradición militar al servicio de la Nación. De San Martín a Perón, la justicia, la libertad y la soberanía han sido siempre causas nacionales. Los peronistas, como las damas mendocinas, saben exactamente a quién tienen que ayudar, aunque el cómo sea un poco más complicado.

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