AVISO

A partir del 1° de Diciembre, este foro cesa su actividad, atento a que la nueva etapa de formación de líneas alternativas dentro del peronismo requiere, más que la ya agotada discusión acerca del PJ, un trabajo específico de análisis y propuestas que puedan fortalecer a los nuevos liderazgos peronistas liberales.

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URGE UNA REFORMA POLÍTICA

CRISIS DE LAS INSTITUCIONES POLITICAS
por Claudio Chaves

UN POCO DE HISTORIA

Cayetano Ganghi era un italiano cocoliche que vivía en la calle Artigas, frente a la Plaza Flores. Inteligente y pícaro había descubierto la manera de vivir bien acumulando fortuna y poder. Solía visitar los velorios y por algunos pesos convencía a los deudos, alzándose con los documentos del finado. Les compraba también a los vivos. Llegó a tener dos mil quinientas libretas lo que lo hacía ufanarse y declarar provocativamente: “Roca es un poroto a mi lado”.

Ofrecía sus servicios al mejor postor y su figura se hacía imprescindible para ganar elecciones. Al menos en la ciudad de Buenos Aires. ¿En que consistían sus favores? En una trama que comenzaba en los velorios y culminaba el día de las elecciones.

Por aquellos años, fines del siglo XIX, las elecciones eran un formulismo cargado de mentiras y trampas. El padrón se confeccionaba en cada distrito electoral los tres domingos anteriores al día de elecciones. Tomando el caso de Buenos Aires, un distrito era una parroquia. Allí en el atrio concurrían los paisanos con “sus” documentos para anotarse. Eran los punteros. Se inscribían las veces que fueran necesarias con los documentos provistos por Don Cayetano. Se cuidaban las formas. Cambiaban de ropaje e indumentaria. Toda una maquinaria que se aceitaba con los dineros del Estado que administraban los políticos de turno. Clientelismo político como se dice ahora.

Lo narrado era por supuesto mucho más civilizado de lo que ocurría veinte años antes. Cuando a punta de pistola, arma blanca o cascotes se apoderaban de las mesas volcando el acto electoral para el lado del más violento o del dueño del aparato del Estado. Algunas de aquellas jornadas fueron vivamente narradas por un actor de aquel entonces: “Fue tanta la indignación de los vencidos, que como era de práctica en semejantes casos, trataron de atacar las mesas. Las pistolas y demás armas portátiles de fuego, eran patrimonio de los ricos, y el revolver todavía muy imperfecto, por lo que, la lucha, quedó casi librada al simple y primitivo cascote, pues se peleaba a distancia, y el arma blanca se reservaba para los entreveros. Se hacían transportar del bajo, ponchadas de cascotes, mientras que los otros arrancaban los ladrillos de los muros y cuanto tenían cerca, dejando sin un azulejo, la cúpula de la iglesia de la Merced” (Armesto, F.: Mitristas y Alsinistas. Ed. Sudestada. Bs. As. 1969. Pág. 16)

Ganghi, ¡al fin y al cabo! era un sofisticado prestidigitador de elecciones fraudulentas. Bastante más civilizado.

Todo este ejercicio de violencia se realizaba mediante una maquinaria electoral de profesionales a sueldo que iban desde matones de daga ligera o guapos a revolver que a pesar de Don Cayetano resolvían las diferencias a los tiros. Fue resonante el caso de Juan Moreira. “En los pagos de Navarro y Lobos se recuerda todavía la lucha a muerte entre el gaucho José Leguizamón, autonomista de Alsina, y Juan Moreira nacionalista de Mitre. En célebre pelea, antes de los comicios, Moreira mató de una puñalada a su adversario y nadie podía ganarle en los comicios donde se presentaba…” (Cárcano, Miguel Angel: Saenz Peña, la revolución por los comicios. Ed. Nuevo Cabildo. Bs. As. 1963. Pág. 76)


LA REFORMA ELECTORAL


En estas condiciones no había república y menos democracia. Así lo entendió Hipólito Yrigoyen (ese fue el sentido de su lucha) y también Roque Saenz Peña que impulsó la reforma.

Democratizar el poder político significaba acabar con el fraude y el clientelismo. Era preciso aniquilar a la oligarquía política que no necesariamente coincidía con la oligarquía social como lo ha venido a demostrar Roy Hora en su libro “Los terratenientes de la pampa argentina. Una historia social y política 1860-1945”

Esta oligarquía política se perpetuaba en el poder merced al férreo control del aparato del estado y de una clientela al servicio de aquellos. A donde había engorde marchaban los profesionales del clientelismo. El engorde era fundamento del sistema político. “Las soluciones para elegir los candidatos se realizan en reuniones de dirigentes, al margen de la masa del pueblo. Resuelto quienes son los ciudadanos que deben ser votados, se somete la lista de candidatos a los correligionarios que aceptan generalmente la decisión acordada. Los hombres alcanzan el poder por este procedimiento” (Cárcano, Miguel Ángel: Ob. cit. Pág. 92) Cualquier parecido con la actualidad corre por cuenta del lector.

Urgía una reforma política profunda y Saenz Peña la encaró. El padrón electoral sobre la base de un nuevo enrolamiento militar, la obligatoriedad del voto y una justicia independiente del poder político fueron las bases sobre las que se erigió un país más democrático y un pueblo más soberano. Es preciso remarcar que el nuevo enrolamiento militar al transformar la libreta en documento de identidad acababa con el monopolio de las mismas en manos de los agentes electorales. Era un mazazo a la oligarquía política. Fue la ley 8129. Luego se pasó a la discusión sobre el padrón electoral confeccionado sobre la base del militar. Finalmente fue aprobado. Ley 8130. Los funcionarios encargados de la realización del padrón serían los jueces federales.

Finalmente la lista incompleta cerraba el círculo sobre los gobernadores electores, puesto que al ingresar las minorías ya no era necesario arrimarse al estado para ser elegido. No pasó la exigencia de Yrigoyen de intervención de las provincias donde gobernaba el “régimen”.

Naturalmente no se solucionaron todos los problemas. Los más importantes, sí. Y comenzaron otros. ¡Pero así es la vida!

Hoy nos hallamos luego de veintiséis años de democracia con otros problemas, sin embargo algo nos emparienta con aquellos años. Una nueva oligarquía política, desgasta la república y la democracia. Urge desarticularla.


LA REFORMA POLÍTICA QUE SE VIENE

Llegado el caso de que en las elecciones del 2011 Kirchner fuera el candidato del partido peronista y frente a él una fórmula, aún desconocida, fuera liderada por Drácula el pueblo argentino no lo dudaría un instante, votaría a Drácula. Esto, el gobierno lo sabe. Siempre consultó las encuestas. Kirchner está terminado. Sin embargo sigue haciendo maldades. Es su especialidad.

Pretende ser la representación del peronismo que va perder en el 2011, conducir la oposición y salvaguardar su inmunidad. Kirchner intenta retroceder en orden. Veremos si lo consigue.

Para alcanzar ese objetivo propone una reforma política que los diarios anticiparon y que todo indica es para embromar al peronismo republicano.

Una de las novedades sería que para presentar candidato presidencial el agrupamiento que lo haga deberá estar reconocido en todos los distritos (24) con un porcentual del padrón a especificar. El peronismo de estado no tiene problemas, el radicalismo deberá arreglar algunas cositas y el peronismo republicano está embromado. Hasta ahora es muy poco lo que los referentes de esta vertiente han hecho juntos de manera que si la propuesta pasa por el parlamento los principales dirigentes provinciales del peronismo republicano deberán sentarse, construir una alternativa nacional en todos los distritos y promover un acercamiento del pueblo a las estructuras políticas. ¡Casi nada!

Aparentemente la propuesta buscaría fortalecer al radicalismo, lo que no está mal y fortalecer al peronismo de estado lo que es un dislate. Y nada más.

En definitiva promover artificialmente el bipartidismo como si fuera una realidad de nuestra historia. El bipartidismo será una realidad norteamericana y quizás europea pero de Argentina no tiene nada. Nuestra tradición no es el bipartidismo. Siempre tuvimos multiplicidad de partidos que no hace al caso enumerar.

El otro aspecto es la prohibición de aportes privados a las campañas, puesto que el Estado sería el responsable de proveerlos.

¡Como siempre el Estado todopoderoso!

Un punto esencial que no plantea la reforma gubernamental es el voto electrónico. ¡Es natural que no lo hagan! Puesto que va en la lógica perversa del clientelismo. De hacerlo se acabaría con el clientelismo político de los fiscales a sueldo y de los dirigentes ubicados en las listas porque tienen en su derredor profesionales del activismo. Francisco De Narváez está pagando caro su error, de allí que haya hecho una sana autocrítica: “tenemos que revisar nuestro sistema decisorio. En términos de quienes están convencidos de integrar una lista y quienes están por conveniencia. Nos hacemos cargo y pagamos el costo político por haberlo hecho” (La Nación 17/10/09). Pero claro para eso hay que construir un partido y no una fundación. El voto electrónico ayudaría y mucho al menos a independizar a las formaciones políticas del enjambre de vivillos a sueldo de los electores.

El famoso puntero político nexo entre el pueblo y los dirigentes. Abnegado ciudadano que llevaba inquietudes y traía soluciones ha devenido en una mercancía que se compra y se vende como Cayetano Ganghi. Todo está corrompido. Una oligarquía política se atrinchera en las organizaciones partidarias. Hay que barrerlas.

Voto electrónico, bancas del partido, fiscalización y control de los partidos políticos por un organismo ad hoc creado especialmente para eso, son algunas de las medidas a implementar para salir de la ciénaga en que nos hallamos sumergidos. Y cumplir como manda nuestra Constitución en su artículo 38.

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