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EL ROL DEL ESTADO

por Claudio Chaves

En mi último artículo del 24 de setiembre pasado advertía que el Gobierno Nacional ingresaba lentamente en lo que denominé el síndrome Frondizi. Un vertiginoso cambio de rumbo, hacia el realismo y la moderación, consecuencia de la aparición del campo y vastos sectores de clase media y obrera resueltos a poner límites al gobierno nacional. Ese cambio de rumbo obedecía, asimismo, a la grave situación fiscal que el gobierno avizoraba y avizora para los años venideros.

El triunfo del campo sobre la resolución 125, la falta de financiamiento externo provocado por la hostilidad del matrimonio al capitalismo globalizado y la caída de los precios de los alimentos golpeó fuertemente a la pareja gobernante. El vivir con lo nuestro quedaba atrás. Necesitaban apoyo exterior y financiamiento internacional. Había que cambiar. Esta realidad llevó al matrimonio a modificar políticas produciéndose, a juicio de Jorge Asís, el giro a la derecha o al decir del periodista Jorge Raventos el plan B.

Decidieron, entonces, pagar al Club de París y solucionar el asunto del default con los bonistas maltratados. Fueron más a fondo, aún, la Señora advirtió que el dólar no subiría y que no habría proteccionismo. Todo eso dicho en las barbas de los dirigentes de la UIA.

En esa idea el gobierno permaneció algunos días. Setiembre fue un mes aciago para la izquierda y el progresismo que desvariado buscaba alguna explicación al brusco giro de Cristina. Algunos grupos “piqueteros” abandonaban la nave abordando pequeños chinchorros de cubierta.

Así estaban las cosas cuando se manifestó brutalmente la crisis mundial. La primera reacción del gobierno fue burlarse, pero inmediatamente se percataron que habría problemas. ¡Lástima! ¡Querían arreglar con el mundo justo en el momento que el mundo no estaba en condiciones de escucharlos! Llegaban tarde a la cita.

Había que retroceder. Volver a “vivir con lo nuestro”. Reencontrarse con los viejos amigos. Si los economistas más ortodoxos aconsejaban replantear el tema de los pagos ellos no podían ser obstinados. Borraron con el codo lo escrito unos días antes. Sube el dólar, se protege el mercado interno, se complica la relación con Brasil, se busca sacar dinero de donde sea para contar con caja. Se asalta a las AFJP. La primavera de los Kirchner tocaba a su fin.

Cualquier otra interpretación que se le quiera dar al asunto es forzar y edulcorar la decisión.

IDEOLOGÍA Y PODER

La crisis internacional habilitó a que el gobierno recuperara su identidad ideológica para “engrupir debute a los otarios”. Para eso cuenta con historia cruzada y pícaros dispuestos a dar letra.

Liberales o intervencionistas ha sido un dilema clásico en la historia nacional.

Principios que fueron desplegados en uno u otro momento según las circunstancias históricas. No hay ideologismo puro o no debiera haberlo. Sin embargo uno tiene su corazón y cree más en uno que en otro. ¡Es humano!

De todos modos la realidad manda y se impone. Cuando esto ocurre obliga, a nuestro pesar, a actuar en consecuencia, aún, en colisión con lo magmático del pensamiento. En la historia acaecen estas diagonales. En la década del 30 liberales de los quilates de Pinedo, Duhau o Prebisch no pudieron gobernar con las ideas en que habían sido educados y debieron hacerlo en contra de los principios ideológicos adquiridos precedentemente. Intervinieron la economía. En la década del 90’ el peronismo, educado para intervenir, planificar y estatizar, debió liberar, desregular y privatizar. La política tiene secretos que las ideologías no comprenden. El 30’ y el 90’ están profundamente vinculados no en las doctrinas económicas, como el lector avisado puede darse cuenta, sino la capacidad de actuar de una u otra manera en defensa del país adecuándolo a las circunstancias internacionales.

En estos momentos frente a la tremenda crisis financiera vemos como las grandes naciones capitalistas utilizan las palancas del Estado para capear la tormenta. No están atados a dogmas.

¿Que pasa en nuestro país y por añadidura con un sector importante de nuestra elite política y cultural? ¿Cómo reaccionaron ante los formidables cambios de 1989 y la caída del comunismo? (acontecimientos que el conjunto de la intelectualidad internacional conceptuó como fundacionales)

Como si nada hubiera ocurrido.

Así como Perón se adecuó a la realidad mundial de mercados cerrados y autárquicos y de nacientes estados de bienestar (no hizo otra cosa que seguir la ola internacional) y tuvo sus detractores que pensaban en antiguo; el 90’ fue la adecuación argentina a la novedosa situación mundial post comunismo y también contó con antiguos: Los Progresistas que pensaron una sola vez y para siempre. Con vocabulario tercermundista un segmento de la elite político-cultural (conformada en la Argentina pretérita) atacó al gobierno neoliberal y pro imperialista de Menem.

Nuestra historia está cavada por trincheras ideológicas muy profundas que aumentan la tensión. Corolario de acciones políticas extremas. Cuando estatizamos lo hicimos sin reparos ni cuidados. A como viniera, y cuando privatizamos no anduvimos con vueltas. Todo al extremo. Al mango. ¡Así somos! Y vaya si tenemos historia de extremos. Moreno, Liniers, Álzaga, Rivadavia, Rosas, Mitre, Sarmiento, Perón, Aramburu. Allí están, iluminándonos. ¿Podremos zafar de este hechizo?

Naturalmente que la gente de a pie no piensa de ese modo. Es la elite política y cultural la maniquea. La que cava abismos.

El gobierno nacional ha metido mano en los dineros de los jubilados y jubilables. Su discurso para justificar el despojo se sustenta en los nefastos 90’ y la crisis mundial que pueden hacer desaparecer esos fondos. Un coro de alcahuetes entre los cuales se hallan un sector de la elite sindical de butibamba y butibarreno, al decir andaluz, acompaña la arremetida. Esta actitud del gobierno coloca en un brete a un sector muy amplio de la política. ¿Qué hacer? ¿En que rincón pararse? ¿Qué defender? ¿Qué decir ahora?

Todos ellos, en los 90’, formaron en el equipo de viudas e hijos del Estado interventor. Ideologizados como estaban defendían a rajatabla al Estado como nivelador social y distribuidor justiciero de la riqueza. Hablaban de las joyas de la abuela. Miraban la realidad con ojos intoxicados. Hoy se verifica un pequeño giro. Han adoptado una conducta realista frente al atropello del gobierno. Defienden los dineros de los jubilados. Entre el Estado y las AFJP no le creen al Estado. Es un paso al frente. No están en condiciones, aún, de confiar en la actividad privada. Tiempo al tiempo. Los prejuicios son añosos.

El camino de las AFJP fue el que se encontró en su momento para preservar del Estado asaltante (como señaló Perón) los dineros de los jubilados. No fue una decisión ideológica. Fue la herramienta hallada ante la crisis mundial y Argentina del Estado ¿Qué se puede mejorar? ¡Por supuesto! Sin embargo el tema, en su momento, fue tratado como dogma, con trincheras tan profundas que los partidos opositores hoy se hallan en problemas de identidad para abordar el debate. Esto explica sus idas y vueltas.

La intangibilidad de los depósitos que proponen para zafar del privatismo es una monería. Además de que el gobierno no lo va a aceptar dado que las AFJP por su lado ya prestaban, los depósitos bancarios en dólares también fueron intangibles en algún momento. Como también el endeudamiento en bonos de las AFJP que no debían superar el 50% y sin embargo Cavallo mediante no fue así. Bonos que luego del acuerdo de la deuda debían ser indexados por inflación que hoy el gobierno miente. De modo que por donde se lo mire estamos en problemas.

El tema central es la seguridad jurídica y el apego a las leyes que rigen el mundo moderno. El General Mitre luego de derrocar a Derqui en la batalla de Pavón y echar por tierra el proyecto provinciano asumió como nuevo Presidente respetando todas y cada una de las deudas y los acuerdos de la Confederación. ¡El mismísimo Mitre creía en la seguridad jurídica!

¿Cuál es el problema, entonces? Ni estatismo ni privatismo. Al pueblo lo que es del pueblo. No se puede hacer uso irresponsable de esos fondos y menos desaparecer en el anonimato lo que cada uno de los argentinos, que optaron por las AFJP, guardaba en sus cuentas. Todo lo demás es discutible a la luz de la verdad.

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