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Panorama político nacional de los últimos siete días

Paralelismo y poderes de facto
por Jorge Raventos


Los investigadores sociales que periódicamente miden el estado de la opinión pública detectaban hasta hace algunas semanas un significativo índice de crispación en la gente. Hoy, varios de ellos han empezado a emplear otras palabras para definir las sensaciones que predominan en la calle. “Hay hastío, hay desesperanza, hay bronca, hay irritación y también hay odio –describe uno de esos estudiosos-. Por supuesto, el blanco principal de los cuestionamientos y de los sentimientos negativos es el gobierno (más específicamente: los Kirchner). Pero la verdad es que hay una crítica más amplia que abarca a toda la clase política”.

Probablemente ese fenómeno que detectan las pesquisas demoscópicas esté motivado en el hecho de que la crisis que atraviesa el país y el clima enrarecido de la vida pública - que va adquiriendo temperaturas más elevadas, así el termómetro de la jefatura de gabinete no las detecte- es de orden principalmente político-institucional y la sociedad espera que sean los políticos los que le encuentren una resolución.

Decir que la crisis es de orden centralmente político no implica obviar los factores económicos. Varias provincias (entre ellas la de Buenos Aires) tienen sus cuentas en rojo; la sensible caída del intercambio (exportaciones e importaciones) subraya simultáneamente un creciente aislamiento comercial, una fuerte caída de las inversiones y un problema fiscal, mucho más si paralelamente se registran caídas en la actividad doméstica.

De la situación social da cuenta, ya que no las desquiciadas estadísticas del INDEC, la preocupación de la Iglesia que empuja con vigor la creación de un ingreso universal por niño. La mayoría de los niños argentinos son pobres y la mayoría de los pobres son niños. Si hay un punto de consenso en los sectores políticos argentinos, este es sin duda que esa situación necesita un abordaje inmediato. El oficialismo retacea hasta ahora el carácter universal a la medida proyectada. El gobierno prefiere administrar políticamente el pasa-no pasa. Tal vez llegue la solución, aunque lo que se debate ahora es cómo unir ese calmante social a un procedimiento que excluya el clientelismo.

No hay un motor exclusivo de la decadencia social (tres millones de pobres más entre el 2006 y el 2009; un agravamiento de las condiciones de indigencia); sin duda incide la desatención a la calidad educativa, la caída de días y horas de clase, que dejan fuera de juego a millones de argentinos a la hora de competir por un empleo; pero es relevante la caída en la creación de empleo (y de empleo en blanco, en primer lugar). Y, en última, decisiva instancia, el desaliento a la inversión.

El principal factor de desaliento es de orden político: no hay seguridad jurídica, hay arbitrariedad en las decisiones, el Estado promueve la quiebra de los contratos (estatización de los fondos jubilatorios personales de millones de personas, impulso oficial a la AFA para que rompiera sus acuerdos con emisores privados para terminar subsidiando con dinero de las jubilaciones estatizadas la televisación del fútbol por un canal oficial y a pura pérdida; procedimiento expeditivo y de dudosa legitimidad para aprobar una ley de medios electrónicas concebida como acción de guerra contra dos o tres grupos empresarios y periodísticos, etc.).

Lo que la crisis en última instancia hace es poner de relieve la fragilidad institucional del país, que en situaciones de menor tensión se disimula mejor. La exacerbación de las presiones que conlleva la crisis exhibe al desnudo que no hay amortiguación institucional, que las pujas de poder no tienen clivajes y terminan definiéndose con actos de fuerza. Los diálogos y la búsqueda de consenso entre los que quieren afirmar su poder y los que aspiran a reformarlo no pueden desplegarse en una atmósfera en la que una de las partes sólo concibe una “dialéctica del exterminio, donde un interlocutor bajaría el pulgar y el otro bajaría la frente”.

El oficialismo practicó un diálogo de ficción al tratar la ley de medios: prestó la cara mientras se expresaban opiniones adversas, técnicas, jurídicas y políticas, y luego impuso su mayoría para aprobar su propio proyecto sin cambiar siquiera errores, erratas o barrabasadas (total luego, para publicarlo en el Boletín Oficial, le introduciría correcciones clandestinamente).

El jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires considera que el gobierno nacional infiltró espías en su administración para sabotear la creación de la policía metropolitana. El ex presidente Eduardo Duhalde y su esposa denunciaron que los espían y les escuchan sus conversaciones telefónicas. Otro tanto había dicho la jueza federal que se ocupa de la justicia electoral. Un amigo y ex funcionario de Duhalde sufrió esta semana por segunda vez en tres semanas una intrusión amenazante en sus oficinas. Contra el periodista Carlos Pagni, de La Nación, se desplegó un operativo hostil que sumó el espionaje y la ruin difusión de videos anónimos a través del canal oficial.

En San Salvador de Jujuy, entretanto, el presidente de la UCR, Gerardo Morales, y los otros disertantes de un panel organizado allí por un colegio profesional fueron duramente agredidos por grupos que además se dedicaron a destruir las instalaciones. Morales denunció entonces, a la prensa y en el Senado de la Nación, que los ataques habían sido perpetrados por grupos dirigidos Milagro Sala, a quien describió como “líder de una asociación mafiosa" que tiene "línea directa" con Néstor, Cristina y Alicia Kirchner, y "que maneja dinero sin control".Según Morales (y su opinión encontró eco inclusive en dirigentes del peronismo jujeño) el grupo Tupac Amaru, que Sala conduce es "un grupo armado financiado por el Gobierno nacional, que agrede a quien piensa diferente". Agregó que "maneja el sub mundo de la delincuencia en Jujuy, al punto que cuando se roba algo en Jujuy, para recuperarlo hay que hablar con ella".

Ese grupo, que ahora debe ser investigado a instancias del Senado, por iniciativa de Morales, "tiene infiltrada a la policía", según lo que asevera el jefe nacional de la UCR ("En la jerga policial – relató- a la comisaría primera se la conoce como comisaría Tupac Amaru”, por la influencia que la señora Sala ejerce).

En fin, lo que describió Morales (un hombre que no ha abusado del “denuncismo”) es que "hasta el gobernador (Walter Barrionuevo, oficialista) fue superado" ya que "la que gobierna en Jujuy es Sala”. No en vano la llaman “la gobernadora”.

Se sabe, además, que la señora cuenta con personal armado y que adiestra a sus cuadros en el uso de armas y se sospecha que ha obtenido de las autoridades nacionales varios centenares de permisos de tenencia y portación.

En términos político-policiales, lo que Morales ha puesto sobre la mesa es una agresión a un adversario del oficialismo. Pero en términos político- institucionales lo que ha desnudado es la existencia de poderes fácticos que cuentan con armas y fondos (la propia señora Sala ha admitido que su agrupación recibe “partidas por 7,9 millones de pesos, mensuales;La plata llega desde el Gobierno nacional y a través del intendente Raúl Jorge, llega directamente a nuestra agrupación”) y cuya acción desborda al poder legal, creando una dualidad o, si se quiere un gobierno paralelo.

La sospecha de que un modus operandi similar al que encarna ahora tan ostensiblemente Milagro Sala pueda estar aplicándose en otros espacios, combinando ayuda financiera y organización de grupos de acción (eventualmente armados) es lo que ha agregado en los últimos días una cuota de dramatismo al clima enrarecido que Aníbal Fernández no observa.

Los sucesos de Mar del Plata, con bandas de violentos ocupando el Municipio, forman parte de ese cuadro de preocupaciones que, como telón de fondo, tienen la institución de las Milicias Armadas bolivarianas en la Venezuela de Hugo Chávez. ¿Acaso en el acto de desagravio que en la Capital le dedicaron a Milagro Sala sus amigos de Quebracho, Luis D‘Elía y otras “orgas” piqueteras no declararon que el denominador común de todos ellos es el chavismo? ¿Acaso entre el gobierno K y el régimen de Chávez no existe una relación muy especial?

Las suspicacias pueden responder a un exceso mental, pero lo cierto es que la realidad alimenta las deducciones. El oficialismo se siente frágil y, puesto que las encuestas indican que, con apenas el 20 por ciento de opiniones positivas, no puede sentirse amado, sería bueno que al menos le teman. Lo inquieta que el temor se evapore. Cuando eso ocurre la Justicia, por caso, se pone más activa. En ese sentido, en Olivos no dejan de leer el significado del fallo de la Corte Suprema que ordenó restablecer en la Fiscalía General de Santa Cruz al hombre que Néstor Kirchner desalojó arbitrariamente de ese cargo 14 años atrás, cuando aún no se había convertido en bonaerense y gobernaba aquella provincia austral.

Las denuncias radicales sobre el Jujuy del poder paralelo revisitan la cuestión institucional del bicefalismo. Al fin de cuentas, tan cierto como que a la señora Sala le dicen, por los motivos ya enumerados, “gobernadora”, es que al doctor Néstor Kirchner suelen llamarlo por razones análogas “presidente”, rango legal que perdió dos años atrás. Nadie ignora que las decisiones estratégicas del gobierno que encabeza formalmente la señora de Kirchner se adoptan en la Residencia de Olivos más que en la Casa Rosada.

El bicefalismo es otro punto vulnerable que el gobierno registra. Dos años atrás (en noviembre de 2007) en este espacio señalábamos ya que “ Kirchner está demostrando que su poder en el dispositivo oficialista seguirá siendo decisivo aunque sea su esposa la que ocupe legalmente el sillón de Rivadavia”. Y apuntábamos que “esa suerte de bicefalismo suele generar problemas políticos o institucionales o de ambas categorías”.

Cuando el gobierno paralelo deja de ser una suerte de extensión de los bienes gananciales matrimoniales y se combina en la fantasía o el análisis de la sociedad con la presencia de organizaciones mazorqueras apañadas por el oficialismo desde su ambigua bicefalía, la preocupación crece marcadamente y con ella aquellos sentimientos hondamente que empiezan a detectar los analistas sociales.

Ya se ha dicho, en la física de la política también se aplica el principio de acción y reacción.

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