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¿LA OLIGARQUÍA DONDE ESTÁ? por Claudio Chaves

El conflicto que envuelve al campo con el Gobierno Nacional ha traído al habla cotidiana vocablos y conceptos que creíamos desaparecidos del lenguaje corriente y que sin embargo, hoy, se invocan de manera ligera.

La palabra oligarquía, por caso, instalada en el lenguaje político cotidiano a partir de los años 30' nos hablaba de una clase social rentística, parasitaria, que usufructuaba la renta agraria, obra del esfuerzo de la naturaleza y del privilegio geológico de la Argentina. Esta oligarquía, incapaz de trabajar e invertir en sus campos, se ofrecía una vida rumbosa plena de ocio infecundo, a costa del hambre popular, transformándose en un obstáculo para el modelo industrial sustitutivo en vigencia a partir de 1930. Hoy se habla de ella como entonces.

Las corrientes histórico-políticas de aquellos años -el revisionismo y la izquierda- se encargaron de investigar meticulosamente el quedantismo de este sector, tanto, como su origen y ulterior desarrollo. La época de la colonia, la Ley de Enfiteusis, la entrega de tierras en la época de Rosas, la continuación de la entrega con Roca y la Campaña al Desierto, la nefasta vinculación al mercado mundial a fines del siglo XIX todo se investigaba al pulso de la maldita oligarquía.

Los años 30, cuando el revisionismo se desarrolló exponencialmente, significaron un cambio decisivo en la economía mundial. En nuestro país el paradigma de una Argentina moderna se concebía, sólo, si se era capaz de alcanzar un desarrollo industrial autónomo mediante la sustitución de importaciones que permitiera consolidar el aislamiento de las corrientes mundiales de comercio. Uno de los intelectuales emblemático del período sustitutivo afirmaba:

"El desarrollo capitalista argentino, la expansión de la industria, el alza del nivel de vida, la creación del mercado interno, el desarrollo sindical, la plena ocupación fue producto de las circunstancias históricas" (Arturo Jaurteche: Política y Economía. A. Peña Lillo Editor. Bs. As. 1977. Pág. 39). El autor nos habla de las circunstancias históricas que se abrieron a partir del 30'.

De esta manera la industrialización sustitutiva lograría vencer a la argentina pastoril-oligárquica responsable de nuestra dependencia colonial

"El signo de nuestra economía colonial estaba dado por ofrecer cada vez más mercadería materia prima por cada vez menos mercadería industrial" (Jauretche, Arturo: Ob. Cit. Pág 58)

Esta idea tomada de la CEPAL y a la que otros autores de distintas extracciones políticas adhirieron conformó el imaginario de aquellos años.

Más allá de la certeza o no del deterioro de los términos de intercambio y del parasitismo de aquella oligarquía lo cierto es que no hay mal que dure cien años. Y la realidad argentina y mundial ha cambiado formidablemente. Lo que sigue inmóvil y estático son las "verdades" aprendidas de una vez y para siempre, el pensamiento de cierta intelectualidad que se hace fuerte y refugia en la seguridad que da el conservatismo. El progresismo en su espectro más amplio repite las ideas. El progresismo es retro.

Recorrer las publicaciones progres y abordar sus textos es un tour por los museos. Verbitsky, Nun, Casullo, Feinnman, Bonnaso, Galasso, Borón, Galeano, profesores universitarios de abultado currículum, intelectuales de vuelo rastrero, periodistas y sociólogos al paso y la galería de activistas de las llamadas organizaciones sociales son los ecos de un pasado que vuelve espectral.

El caso de Galeano es de una decadencia conmovedora. Y sirve como ejemplo de la postración. Su amor por los tiempos idos es la más brutal confesión de la renuncia. Del ocaso.

En un artículo titulado "Por qué todavía no me compré un DVD" el autor exuda cierto tufillo anacrónico, declinante. Rememora sus tiempos mozos con dolorosa nostalgia por un pasado que ha dejado de ser permanente, donde las cosas, los objetos, los utensilios de uso diario se guardaban porque su utilidad era eterna. Contrapone ese universo imperecedero a la modernidad de los jóvenes, acostumbrados a tirar y comprar porque nada es para siempre. Así nos habla, entristecido, de los pañales descartables, las pilas, los afiladores ambulantes, los cuchillos eléctricos, los vasos desechables. Finalmente confiesa "es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!"

Ese mundo que se le antoja inmutable modeló sus ideas incluidas las de las generaciones venideras, según nos ha dicho. ¡Como los objetos!

Es notable como un espíritu bucólico y pastoril (por decisión sicológica) se aferra a sistemas ideológicos que proponen el pasado como esperanza. Perfecta sincronización entre el mundo interior y el exterior anhelado. De todos modos se trata de un pensador lúcido y si se quiere honesto por eso afirma: ¡Nooo! Yo no digo que el pasado era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por donde se entra." Así con esta confesión nos damos por enterados que Galeano y el retroprogresismo han quedado fuera del mundo.


COMO SIGUE LA HISTORIA

Hoy nos hallamos frente a un grave conflicto social donde el Gobierno imbuido de anacronismo progre ataca al campo con categorías pretéritas. De esta manera se oyen ecos y gritos fantasmales que proclaman ¡Patria sí. Colonia no! ¡La oligarquía no pasará! Y monsergas parecidas. Hablan de la similitud de los golpes de estado del 30' del 55' y del 76' con el movimiento popular del campo como si todo fuera lo mismo. Repiten la historiografía del 70'. Como Galeano, se distrajeron y ahora no saben como entrar en la realidad.

Reprochan al campo su responsabilidad en el proceso de desindustrialización sustitutiva implantado por Videla como si los industriales amigos de este Gobierno: es decir la burguesía nacional tan proclamada, nada tuvieron que ver con aquellos acontecimientos. El modelo agro-industrial exportador tiene y tuvo vigencia porque el mercado mundial renació a mediados de los 60' y la Argentina terminó incluyéndose en él como en su momento lo hizo en el siglo XIX, luego de la batalla de Pavón.

En aquella oportunidad fue la segunda revolución industrial (el vapor en los transportes, la electricidad) con eje en Inglaterra la que posibilitó la constitución del mercado mundial. Lo que hicimos fue unirnos a él como productores de alimentos ¿era esto vergonzoso? Dejémonos que José Hernandez nos lo diga con sus palabras:

"Si somos las colonias de Europa, con respecto a la materia prima, los pueblos de Europa son nuestras colonias con respecto a la materia fabril. Allá tenemos nuestras colonias" (Cámara de Diputados 28/7/1879). Nuestro aislamiento vino luego, a partir del 30', porque el capitalismo mundial en crisis lo impuso Nada novedoso e independiente de la corriente mundial organizamos en el 30'. Hicimos lo que el mundo sensato demandaba.

El '76 marcó el final del ciclo sustitutivo. Si le adicionamos la caída del Muro de Berlín aparece la Argentina actual. ¿Qué importancia han tenido estos acontecimientos? ¿Cuál fue su significado y vinculación con la Argentina post Proceso?

El final del comunismo significó el triunfo del capitalismo en todos los frentes y su posterior expansión por el mundo. Estos acontecimientos, decisivos, habilitaron el nuevo modelo construido en el país.

En síntesis: la economía agroindustrial de exportación orientó el navío nacional rumbo al comercio mundial cada vez más determinante.

Ciertos sectores peronistas, detenidos en el tiempo, pueden alegar, como de hecho lo hacen, que a este movimiento el final del comunismo no le va ni le viene puesto que este partido jamás luchó por el socialismo. Es cierto. Sin embargo el capitalismo que el peronismo defendía nada tiene que ver con el capitalismo actual. Ocurrieron profundos cambios: el retroceso del Estado, el imperio de la libertad propia del modelo, la mundialización de la economía y la tercera revolución industrial.

O nos adaptamos y hacemos criolla la nueva experiencia o quedaremos al margen de los cambios.


LOS RELOJES QUE ATRASAN



Para el gobierno actual el campo es la oligarquía a la que hay que vencer para vengar el golpe de 1976, son los grandes latifundistas de siempre, golpistas y codiciosos los que hoy se levantan irreverentemente.

Los dirigentes "peronistas" que nos gobiernan no solo atrasan sino que ni siquiera han leído a Perón.

"La repartición de tierra se hizo en nuestro momento. Porque nosotros hicimos la reforma agraria. Pusimos una ley de arrendamientos y aparcerías (que convenía más ser inquilino que propietario) para obligar a que vendieran los terratenientes, que querían la tierra como bien de venta y no de trabajo. Bueno, mediante eso se fue forzando todo y se hizo una Reforma Agraria. Pero se hizo dando poder adquisitivo a la gente" (Perón, Juan D. Obras Completas. T 23 bis Pág 423)

Hace años que se acabó la oligarquía tradicional. Hoy existen productores capitalistas que invierten para mejorar la producción agraria. Y ellos son doblemente hijos del peronismo: de la reforma agraria del primer peronismo y de las transformaciones de la década del 90. Hoy la burguesía nacional está en el campo asociada a la agroindustria. Altamente competitiva cuyo mercado es el mundo acorde a los nuevos tiempos.

La otra, la que el gobierno llama burguesía nacional -los industriales no competitivos-, es aquella a la que hay que oxigenar con reintegros, subsidios y en lo posible dólar alto. Los primeros son negativos los segundos ponderables. Así la cosa no marcha. Las retenciones guardan esta orientación. El sector competitivo internacionalmente es forzado a subsidiar la obsolescencia.


LA REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA


Nadie discute la necesidad de la redistribución de la riqueza. Plantearlo en esos términos es una mentira repugnante. El gobierno engaña maliciosamente al insistir en este tópico. La genial revista Barcelona tituló, graciosamente, hace algunos meses: "La redistribución ya se hizo. Lamentablemente no alcanzó para los pobres" Con humor ácido dio en el clavo. No hay redistribución hacia los pobres. Lo que hay es un estatismo que deriva los dineros hacia negocios turbios que responden a intereses políticos.

La verdadera redistribución si existiera debería abarcar dos planos: Descentralización de la recaudación impositiva. Todo proceso descentralizador compromete más con la democracia y la justicia social

Impuestos en función de la capacidad de pago. Las retenciones castigan a los pequeños productores y más aún los que se encuentran alejados de los puertos exportadores. Veamos lo que dice un gran productor (Grobocopatel), eso que los "progres" denominan oligarquía:

"Estos gravámenes (las retenciones) concentran la riqueza en menos manos y en las ciudades. Un productor de zona marginal, donde los rendimientos son menores, o los productores de menores recursos son los primeros que se funden. Estamos armando un diseño de país más hacinado, con más villas, más industrias poco competitivas. Vamos a ser muy buenos en agricultura, pero el país va a estar siempre subdesarrollado" (La Nación 26/11/07)

"Todos los impuestos redistribuyen la riqueza, sólo que en el caso de las retenciones las distribuyen al revés, la concentran. Yo creo que hay impuestos que son muchísimos más justos, equitativos y colaborarían con el desarrollo armónico de la nación. Para el caso del campo creo que hay que ir por un impuesto fijo a la tierra que remplace las retenciones. Al ser fijo, cuando hay mayor productividad el impuesto se diluye, y entonces se estimulan la producción y la inversión. Este impuesto a la tierra es fácil de recaudar y difícil, casi imposible de evadir como las retenciones" (La Nación 28/11/07)

A lo que habría que añadir que un impuesto inmobiliario sería un impuesto provincial. Más federalismo, más democracia. Menos unitarismo, menos oligarquía.

La verdadera oligarquía es la oligarquía de los políticos estatalistas. Como decía Jauretche "grandes estadistas" porque se pasaron la vida viviendo del Estado. Finalmente es oportuno recordar lo que denunció la CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Bs. As. y La Pampa):

"Desde principios de 2006 las exportadoras y molinos de trigo reciben una presión de parte de la Secretaría de Comercio Interior para no competir entre sí y mantener el precio más bajo que el valor internacional. Maniobra que beneficia a las exportadoras ( Nidera, Dreyfus, Bunge, Cargill, Aceitera Gral Deheza, Moreno, Noble, Curcija) que embolsan la diferencia entre el precio pisado que pagan a los productores y el precio que reciben cuando venden ese cereal en el exterior" (La Nación 3/06/2008)

Notable revolución social, esta última, la que consiste en la creación kirchnerista de un IAPI privado y oligárquico en manos de la verdadera oligarquía los exportadores.

Entonces pregunto a los "progres": ¿la oligarquía donde está?

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